martes, 22 de diciembre de 2015

LA ANORMALIDAD DE ESPAÑA


Tras los resultados electorales del domingo, la mayoría de los medios han coincidido en señalar la situación de ingobernabilidad que estos deparan. Un buen amigo me comenta: “hasta mi hija, de quince años, dice que está muy preocupada porque han estado analizando en clase de sociales las distintas posibilidades de coaliciones y lo difícil que resulta que cuadren las cuentas. “¿Por qué?” le pregunto. “Porque tienen que juntarse muchos para conseguir la mayoría absoluta”. “La mayoría absoluta -le explico-no es necesaria para formar gobierno. Basta con tener mayoría simple -le explico cómo funcionarían una y otra- Pero vamos, que si España fuera un país normal no habría ningún problema insalvable con la situación que se ha presentado” “¿Y España no es un país normal?” Me pregunta intrigada. “No hija, España es un país anormal. En cualquier país normal, en la situación de especial dificultad -económica e institucional- en que se encuentra España, los dos partidos mayoritarios, en los que se ha sustentado el sistema constitucional desde hace más de treinta años, esto es PP y PSOE, se pondrían de acuerdo en alguna fórmula de gran coalición o de lo que fuera, pero que aportase la estabilidad y la seguridad necesarias para salir de este atolladero. Como militante del Partido Popular a mi en principio la idea me repele, porque quiero que mi partido represente una alternativa clara a la propuesta de los socialistas. La solución no deja de implicar la asunción de un fracaso. Pero si la situación y el resultado de las urnas lo requieren habría que aceptar esa fórmula. Mira el ejemplo de lo que pasa en Alemania o de lo que acaba de ocurrir ahora en Francia, en las elecciones regionales -le explico cómo es el sistema de ballotage en el país vecino- Cuando han visto que el Frente Nacional -extrema derecha, antieuropeo, xenófobo...- podía ganar la elecciones en muchas de las regiones, el Partido Socialista ha retirado sus candidaturas en la segunda vuelta para favorecer la elección de los candidatos del partido de Sarkozy, con el que próximamente sin embargo tendrá que disputarse la presidencia de la República. El interés nacional de evitar el acceso al poder de un partido que consideran antisistema ha prevalecido sobre la lógica confrontación partidista. Eso es altura de miras. Aquí sin embargo tenemos un partido, el PSOE, que ya se ha apresurado a decir que estudiará cualquier tipo de pactos, menos con el PP. Con el partido que ha ganado las elecciones, porque una mayoría de españoles así lo ha querido, con ese ni coalición, ni voto de investidura, ni siquiera abstención. Ellos han pactado con nacionalistas independentistas, con extremistas de izquierda, con filoterroristas...con el diablo pactarían si les fuera preciso. Pero al PP, cordón sanitario. Casi un siglo después siguen pensando en términos de frentismo y de guerra civil. Así son de modernos y de progresistas. Eso, y no otra cosa, es lo que hace que a día de hoy podamos considerar que España es ingobernable. Para la dirección del PSOE los votantes del PP debemos ser unos apestados, puesto que serían capaces de apoyar cualquier otra opción, menos la que nosotros hemos escogido democráticamente. Si hija mía, es una pena, pero España tiene una anomalía grave que la hace ser diferente del resto de las naciones europeas y del mundo occidental. Esa anomalía se llama PSOE.” Sólo añado que aún están a tiempo de rectificar esa anomalía. Demostraría que todavía hay en España, como hubo en la transición, políticos que saben estar a la altura de las circunstancias.

lunes, 16 de noviembre de 2015

LOS LIMIITES DE LA TOLERANCIA

La causalidad, el caprichoso destino, o quien sabe incluso si la macabra intención de los autores, han querido que uno de los atentados perpetrados en París el pasado viernes tuviera lugar en el boulevard Voltaire de la capital francesa, y concretamente en el establecimiento denominado Comptoir Voltaire. Eran aproximadamente las diez menos cuarto de la noche, cuando un individuo entró en el café y se sentó. Una camarera le preguntó qué quería beber. Cuentan los testigos, vecinos del barrio que se habían reunido para ver el partido entre Francia y Alemania en la pantalla gigante del local, que el individuo se levantó sin más, se volvió y activó el chaleco con explosivos que portaba causando otro muerto y varios heridos muy graves.
Fue paradójicamente Voltaire uno de los pensadores más combativos contra la intolerancia, especialmente de base religiosa. Lo hizo, entre otras, en su obra “Tratado sobre la tolerancia”, publicada en 1763 a raíz de la condena a muerte de Jean Calas en la ciudad de Touluse, en la que tuvo un peso decisivo su condición de protestante, como se vino a confirmar con la ulterior revisión del caso y revocación de la condena, ya fatalmente ejecutada.
En aquél libro Voltaire, que se declaraba buen católico, no sé si en serio o con ironía, ataca sobre todo la intolerancia de la Iglesia Católica, a quien achaca prácticamente y con más que discutibles argumentos, el germen de toda intolerancia. Hoy en día, para cualquier observador honesto estará claro que la intolerancia hay que buscarla en otros lares, a pesar de lo cual la Iglesia Católica sigue siendo el centro de los ataques de muchos, que sin embargo son complacientes con otras religiones (véase el caso de la podemita Rita Maestre, que nunca se ha desnudado en una mezquita).
La tolerancia se ha convertido en una seña de identidad de Occidente, yendo más allá de lo que preconizara Voltaire, que no buscaba más que el simple respeto a la disidencia, para llegar al reconocimiento de la igualdad de derechos para todos, incluidos los que piensan de manera diferente a la corriente hegemónica. Pero al mismo tiempo se ha convertido en una de las debilidades de nuestra civilización, única que quizá merezca ese nombre, mal que les pese a algunos. Sabido es que mientras en nuestros países, de tradición religiosa y cultural cristiana, se permite la existencia de mezquitas, en muchas de las cuales se predica el odio, en los países musulmanes no se hace lo propio con las confesiones foráneas. No voy a apoyar que se prohíban las mezquitas entre nosotros, pues defiendo para los demás la libertad religiosa y de conciencia que quiero para mí, pero sí que se sea mucho más riguroso en el control de las mismas, de sus promotores y responsables y de sus actividades.

El propio Voltaire define la tolerancia como “la panacea de la humanidad”, pero al mismo tiempo señala sus posibles contraindicaciones, al preguntarse si la tolerancia podría asimismo producir la intolerancia. Para evitar esto marca unos límites, unas líneas rojas, diríamos hoy: “es preciso que los hombres empiecen por no ser fanáticos para merecer tolerancia.” “No cabe mostrase tolerante con el fanatismo.” “La intolerancia es lo único intolerable.” Para el filósofo ilustrado, fanáticos eran los jesuitas, motivos por los que defendió la disolución y expulsión de la Compañía del reino de Francia. Y eso que los jesuitas no asesinaron a más de ciento treinta personas indefensas e inocentes, cuyo única culpa fue encontrarse descuidadamente disfrutando de su libertad en la noche parisina. 

sábado, 7 de noviembre de 2015

CRÍTICAS

Me siento un tanto abrumado porque alguien ha tenido la gentileza de referenciar, en un foro de la conocida página “Una Noche en la Ópera”, mi crónica del estreno de Otello en el Teatro de la Maestranza la semana pasada, junto con las críticas de verdaderos especialistas como Fernando Vargas Machuca, José Anonio Cantón, Andrés Moreno Menjibar o nada menos que Gonzalo Alonso. Para mi es un honor y jamás hubiera pensado aspirar a tanto. Pero que nadie se confunda: yo no soy un crítico musical.
pinchar aquí para ir a la página
Aunque canté y toqué, de oído, algún instrumento en mi juventud, no he estudiado más música que un poco de solfeo que me enseñó mi padre. Así que no voy a dar lecciones a nadie. Soy un simple aficionado, eso sí, apasionado por la música en general y la ópera en particular, que la he cogido el gusto, de un tiempo a esta parte, a plasmar por escrito las impresiones que me producen las representaciones a las que asisto -no todas las que veo- y, un tanto temerariamente, a compartirlas con el público en general a través de mi blog, en el que no escribo particularmente de música, sino de todo aquello que se me antoja, sin mayores pretensiones, que para las publicaciones profesionales ya está Aranzadi. Se ha convertido para mi en una especie de vicio, una adicción a la que me resulta difícil sustraerme, aun consciente de los riesgos que corro por exponerme así de esta manera, pisando terrenos un tanto comprometidos. Pero esa es la extraña atracción del "peligro". Con todo, me resulta particularmente satisfactorio ver que coincido, en muchas de mis apreciaciones, con los que de verdad entienden. Aunque si no hubiera sido así, pues igual. Porque yo escribo básicamente, sin entrar mucho en detalles técnicos, de lo que ví y de cómo lo vi, de lo que me gustó y no me gustó, algo que, en la experiencia artística, es exclusivamente personal e intransferible.

domingo, 1 de noviembre de 2015

DESDÉMONA

Noche de estreno en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, en la víspera de Todos los Santos, convertida últimamente en “la noche de los mamarrachos”, dicho sea con los debidos respetos y en términos de defensa. Y no con Don Giovanni, que hubiera sido lo propio –es lógico, porque ya lo tuvimos aquí el año pasado- sino con Otello. Cuando salió, de forma tan tardía este año, la programación de la temporada, me pareció un tanto anodina, con tres de los cuatro títulos ya repetidos y archiconocidos. Pero Verdi es siempre un valor seguro y su versión de la historia del moro de Venecia es impactante de principio a fin. Así que no le vamos a hacer ascos, y mucho menos si se cuenta con buenos elementos vocales para la empresa.
Sin duda la mayor atracción de la noche era escuchar en directo al tenor norteamericano Gregory Kunde. El pasado año se nos anunció a su compatriota Angela Meade en Norma, y al final no pudo ser. Esta vez sí. El caso de Kunde es bastante peculiar. No es ningún jovencito (ha pasado ya de los sesenta) y sin embargo se encuentra en el mejor momento de una carrera que sólo en los últimos años ha alcanzado un relieve estelar. Era un tenor preeminentemente rossiniano,  que desempeñaba bien su trabajo, pero sin ningún brillo especial. Hasta que alguien le recomendó que  para dar el salto de nivel que deseaba lo que tenía que hacer era cambiar el repertorio.  Para mí pasó bastante desapercibido en su anterior comparecencia en nuestra ciudad, en febrero de 2009, con Tancredi. Claro que entonces quizá fue eclipsado por dos divas como Daniella Barcelona y Mariella Devia, que lo acompañaban en el reparto. No fue sino hasta hace un par de años que me sorprendió en su papel de Vasco de Gama en L’Africana de Meyerbeer representada en La Fenice. Desde entonces ha sido para mí uno de los tenores a seguir y fue una grata sorpresa verlo anunciado en Sevilla, ya que hoy día es considerado como uno de los mejores otelos verdianos que puedan escucharse.
Ángel Ódena también es un cantante ya conocido en estos lares. Entre otros muchos papeles desempeñados aquí destaca el Juanillo del último Gato Montés (2013). Aunque su carrera se desarrolla básicamente en el ámbito nacional no le faltan experiencias en importantes plazas extranjeras  como Nueva York, París o Berlín. El de Yago, la encarnación del mal, es un papel adecuado al lucimiento de sus condiciones baritonales. Su voz oscura y potente  es de las que llenan la sala, aunque a veces pueda resultar algo tosca.
Ambos estuvieron a la altura de lo esperado, aunque con algunos momentos de duda. Pero la que estuvo superlativa, la que me embelesó y me dejó boquiabierto fue Julianna di Giacomo, de quien no tenía ninguna referencia previa, hasta que la conocí en el ensayo de la semana pasada. Desde su primera nota hasta su último addio.  Capaz  tanto de superar con su agudo a toda la masa coral y orquestal como de hacer los más delicados pianissimi (Salce!Salce!) Con un timbre de voz bellísimo y un gran gusto en la interpretación. Su extensa aria del cuarto acto, Ave María incluida, fue sobrecogedora. Por eso he decidido titular este comentario Desdémona. Por ella y por su personaje. Porque es ella, la víctima, la que merece ser ensalzada. No me valen ni el posterior arrepentimiento de Otelo, que le lleva a quitarse también la vida, ni la escusa de las pérfidas artes de Yago. No es una ópera fácil de ver sabiendo que su tragedia se repite hoy tristemente en tantas ocasiones sin que nadie sepa ponerle remedio. Desdémona es la inocencia pura, sin tacha, que sin embargo recibe la muerte de manos de quien, en lugar de amarla como a una persona,  la tiene por una posesión en la cual cosifica su supuestamente manchado “honor”. ¡Viva Desdémona y muera mil veces Otelo!

Entre estas voces principales y el resto del elenco no hubo uno, sino varios escalones. Al joven Pancho Corujo (Casio) casi no le escuchamos y lo mismo cabe decir de Mireia Pintó (Elena). Pero los coros estuvieron muy bien (el del teatro y el de niños de Los Palacios) y también la orquesta, como acostumbra, con la dirección de Pedro Halffter, siempre una garantía. Sobre la escena diré que no me gustó. Anodina y gris, sin nada que recuerde el ambiente mediterráneo en el que se desarrolla esta historia de celos, sin más colorido que esos absurdos personajes  bufonescos que se mueven y contorsionan sin venir a cuento, que no sirven sino para distraer de lo esencial. Además creo que se troceó en exceso la representación sin motivo aparente, con dos descansos y ese saludo a destiempo de figurantes y coros al final del tercer acto.

Con todo, a mi el conjunto me pareció muy notable. Sin embargo, el campechano público del Maestranza, que lleva bocadillos para comer en los entreactos (como en Glyndebourne, pero sin cesta ni mantel) que no deja de toser ni cuando Otelo está entonando “E tu.. come sei pallida! e stanca, e muta, e bella,…” ante el cadáver de Desdémona, que sale de la sala en mitad de un aria levantando una fila de espectadores..… no debió de disfrutar mucho, porque los aplausos al final de la representación fueron cortitos. No acordes desde luego, a mi modesto parecer, con el nivel de lo presenciado.

sábado, 24 de octubre de 2015

EL ENSAYO

El pasado jueves los estudiantes de la Universidad de Sevilla estaban llamados a la huelga. Una más, sin que se sepa muy bien cuál es su objetivo. Huelga “porque toca”. El caso es que como suele ser habitual en estas circunstancias, mis alumnos, todos por unanimidad, decidieron regalarme un par de horitas de “vacaciones”, que oportunamente aprovechadas, me permitieron sacar tiempo para asistir al ensayo público de la ópera “Otello”, que se estrenará la semana que viene en el Teatro de la Maestranza, precisamente organizado por el Centro de Iniciativas Culturales de la Hispalense.
Tengo el vago recuerdo de haber asistido, en mis tiempos de estudiante, a algún ensayo de la Orquesta Bética Filarmónica en alguna dependencia del viejo edificio de la Fábrica de Tabacos. Eran tiempos en que la vida musical en Sevilla era mucho más limitada. En esta ocasión la cita era en el Auditorio de la Escuela de Ingenieros, que tiene unas características magníficas para estos eventos. Pensaba yo que el ensayo era sólo en cuanto a la parte orquestal, y cuál fue mi sorpresa cuando me encuentro allí con todo el elenco de voces de la producción, con el gran Gregory Kunde a la cabeza. Claro, en principio no te das cuenta porque parece una máxima de los cantantes de ópera el ir vestidos de la manera más informal posible  a los ensayos –por otra parte es lógico que no vayan vestidos precisamente de oficinistas- pero al rato ya no me cabía duda: allí estaban el citado Kunde, Julianna Di Giacomo (ella sí, más arregladita) y Ángel Ódena (en plan rockero, como el tenor norteamericano), junto con el resto de solistas, a quienes no tenía el gusto de conocer, y que bien podían pasar por los chicos del atrezzo por sus indumentarias. Tan sólo faltaba el coro, cuyas intervenciones en los fragmentos acometidos  iban a ser canturreadas por el propio Pedro Halffter, al frente lógicamente de todo aquél invento.     
El ensayo comienza puntualmente a su hora. Una de las cosas que me maravillan en las orquestas es su disciplina casi militar. De otra manera no sería posible. El trabajo y la disciplina también son necesarios para algo que resulta tan grácil como hacer música. Unas breves indicaciones y aquello ya está sonando. Un director, lo primero que tiene que tener claro en su cabeza es qué es lo que quiere oír. Y cuando la orquesta no suena como él espera, corta –“esto hay que hacerlo pianísimo. Volvemos a dos compases antes de C”- y al siguiente gesto ya está la orquesta respondiendo al unísono para repetir el pasaje en la forma que indica el director. La concentración es total durante las tres horas que dura el ensayo con un breve descanso de veinte minutos. Los profesores van haciendo a veces anotaciones en sus partituras que les sirvan de recordatorio. Pero todo de una manera muy fluida y sin distracciones ni interrupciones.
Lo de los cantantes es otra cosa. Aquí se permiten algunas licencias, aunque todos responden, como no podía ser menos, de una manera absolutamente profesional. No hay más que ver cómo siguen la partitura aun cuando ellos no intervengan en el pasaje que se esté interpretando. De vez en cuando hacen mutis, pero la mayor parte del tiempo están allí, atentos a cómo se desarrolla el ensayo. Ódena, mascando chicle, es el más travieso. Intercambia gestos y comentarios con sus compañeros. Di Giacomo lleva su bolso, y su botellita de agua, claro está, allí donde ella va, porque a veces cambian de ubicación según canten una aria, un duo, un trío…Kunde lleva la partitura en la tableta, y va haciendo su propia dirección, aparte de cantando, al tiempo que de vez en cuando recibe whatsapps ¡e incluso los contesta! Como gran especialista en el papel titular de la obra, hasta se permite hacer algunas indicaciones a Halffter.
Por momentos los cantantes se meten tanto en sus personales que parece que estamos ya en la escena. No sólo cantan, también interpretan con gestos, con movimientos, con miradas…Hay instantes realmente brillantes, que, en las partes finales de cada acto,  arrancan los aplausos y los bravos de los asistentes, a los que se nos había pedido sobre todo guardar silencio. Pero hay cosas que no se pueden reprimir, y en pequeñas dosis pueden permitirse sin que interfiera en el trabajo.

Al final todo el mundo estaba encantado con esta experiencia que, como melómano, considero impagable. El público salía de la sala mezclado con los intérpretes, cantantes y músicos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Aproveché para saludar a Gregory Kunde, que pasaba a mi lado -“Congratulations, Mr Kunde. I’ll see you next week at the theatre. Good luck!”-“Thank you, thank you very much” me respondió amablemente, mientras me contenía para no caer en la chiquillada de hacer una selfie. Me voy reforzado en mi convencimiento de que una ópera es el espectáculo hecho por la mano del hombre más maravilloso que se pueda contemplar, y es hermoso verlo cómo se construye desde sus cimientos. Aún falta acoplar los coros, probar vestuario, ensayar movimientos de escena…En tan sólo una semana estaremos en el teatro, se levantará el telón, sonará la música, correrán las emociones…. 

lunes, 12 de octubre de 2015

SILENCIOS

Hace ya unos años decidí reservar un espacio preferente en las siestas de mis vacaciones estivales a la lectura de la monumental novela de Marcel Proust “En busca del tiempo perdido”. Os aseguro que pocos placeres más sibaritas pueden encontrar los amantes de la buena literatura, a pesar de no ser una obra fácil de leer, o precisamente por ello. El desafío intelectual es doble, y también la recompensa que se obtiene al superarlo. Este año tocaba el tercero de los volúmenes: “El mundo de Guermantes”.
Confieso que hay veces, sería estúpido negarlo, que Proust se te atasca por su estilo tan particularmente complicado, por el ritmo en ocasiones extremadamente lento de la narración, por la multiplicidad de personajes que es casi imposible controlar...Todo esto se da, corregido y aumentado respecto de las anteriores, en esta tercera entrega. El propio autor se queja de la insustancialidad y vacuidad de las conversaciones que se daban en los cenáculos de la alta sociedad parisina, ya en casa de la marquesa de Villeparisis, ya en la de la duquesa de Guermantes, que sin embargo no se recata en reflejar y diseccionar con detalle, acaso, se me ocurre, para que no tengamos duda acerca de lo justo de su apreciación. Si para el merecían esta consideración, imagínense, excepción hecha quizá de las relativas al omnipresente caso Dreyfus, para el lector de hoy.
Pero de pronto surge la chispa, la página brillante e incomparable que te impulsa a seguir adelante en esta hercúlea aventura, en estos tiempos de literaturas light, de usar y tirar, y que te redime -como un buen concierto, como una representación de ópera, como la contemplación de una buena pintura- de esta a veces tan anodina y ramplona existencia, moviendo resortes de nuestra alma que de otra manera permanecerían desconocidos incluso para nosotros mismos, porque sólo se activan ante la presencia de la verdadera obra de arte que se eleva airosa sobre la vulgaridad ambiental.
Valga el ejemplo de este pasaje que Proust dedica a analizar el silencio entre dos personas que se aman. O que se amaron. O que creyeron amarse. O entre dos personas de entre las que al menos una de ellas ama a la otra, y esta no le corresponde. En este caso se trata del amigo del narrador, el aristócrata Roberto Saint-Loup, y su amante, la exprostituta Raquel -Zézette para Roberto, Raquel quand du Seingeur, parafraseando el texto de la ópera de Halévy, para el narrador-. Roberto y Raquel han roto tras una de sus riñas. Roberto se siente aliviado, en un primer momento, de la tensión previa, pero al poco tiempo comienza a sentir una nueva sensación de angustia al no tener ninguna noticia de su amada. Nada sabía acerca de dónde o con quién estaría Raquel ni qué haría....

“…....su amante guardaba un silencio que acabó por enloquecer su dolor hasta moverlo a preguntarse si no estaría escondida en Doncières o si habría ido a las Indias.
Se ha dicho que el silencio es una fuerza; en otro sentido lo es, terrible, cuando está a disposición de aquellos que son amados. Acrece la ansiedad del que espera. Nada nos incita tanto a aproximarnos a un ser como lo que de él nos separa, y ¿qué muro más infranqueable que el silencio? Se ha dicho también que el silencio era un suplicio capaz de volver loco a quien estaba condenado a él en prisiones. Pero, ¡qué suplicio, mayor aún que el de guardar silencio, el de soportarlo de parte de aquel a quien se quiere! Roberto se decía: «Pero, ¿qué hace que calla así? Sin duda me engaña con otros». Se decía asimismo: «¿Qué he hecho yo para que calle así? Tal vez me odie y para siempre». Y se acusaba. Así, el silencio lo volvía loco, en efecto, de celos y de remordimiento. Por otra parte, este silencio, más cruel que el de las cárceles, es a su vez una cárcel. Es una cerca inmaterial, sin duda, pero impenetrable, capa interpuesta de atmósfera vacía, pero que no pueden atravesar los rayos visuales del abandonado. ¿Hay luz más terrible que la del silencio, que no nos muestra una ausente, sino mil, y cada una de ellas entregándose a alguna otra traición? Roberto, a veces, en un brusco descanso, creía que este silencio iba a cesar al momento, que la carta esperada iba a llegar. La veía, llegaba, espiaba cada ruido, desaparecía ya su ansia, murmuraba «¡La carta! ¡La carta!». Después de haber entrevisto así un imaginario oasis de ternura, volvía a encontrarse pataleando en el desierto real del silencio sin fin.”

El mundo de las comunicaciones ha cambiado enormemente; el de los sentimientos no tanto. Hoy en lugar de una carta podríamos hablar de un email, un whatsapp, una llamada de teléfono -entonces en pruebas- o una notificación de facebook. Pero la sensación de angustia y ansiedad en la espera de que a quien amamos se dirija a nosotros por cualquier medio que rompa el insoportable silencio que por algún motivo se haya interpuesto entre nosotros, es sin duda la misma. A veces ni siquiera hay distancias, ya basta entonces un simple gesto, una mirada, una palabra, que se demora, que no llega.Y cuando por alguna ilusión infundada esperamos esa comunicación y no se produce, la zozobra que nos invade es semejante a la que se describe en Saint Loup.

¿Quién no se ha visto alguna vez en ese tormento, en ese silencio enloquecedor, esperando la palabra, el gesto de la persona amada, que rompa el muro de la incomunicación? ¿Quién no se ha sentido impotente, por ataduras irracionalmente autoimpuestas, pero que son superiores a sus fuerzas, para dar el primer paso en pro de intentar tender de nuevo esos puentes que se hundieron? Millones de personas en el mundo y a lo largo de la historia habrán experimentado estos sentimientos, pero pocas habrán sido capaces de expresarlas de esta manera, con tal exactitud y precisión, con tal riqueza de matices, de una forma tan descarnada. Es la diferencia entre el genio literario de Proust, y el resto de los mortales que a duras penas alcanzamos a juntar atolondradamente algunas letras.       

sábado, 26 de septiembre de 2015

LA LEY Y LOS SENTIMIENTOS


Mucho se ha hablado y escrito en los últimos meses, y especialmente en las últimas semanas, acerca de los perjuicios sin cuento que sufriría no ya el resto de España, sino la propia Cataluña en caso de una hipotética secesión de este trozo del territorio nacional, que nos pertenece a todos los españoles. Que si el descalabro del PIB, que si la deslocalización de empresas, que si el corralito bancario, que si la inviabilidad de las pensiones…  Todo esto está muy bien. Es lo que dicta la lógica y por tanto la independencia de Cataluña, al menos en los términos planteados por sus actuales impulsores, se presenta como un atropello brutal a la razón. Pero quienes pretenden convencer con estos argumentos tan razonables acaso se olvidan que el nacionalismo -desde luego el catalán sin duda, y otros parecidos- es un fruto del romanticismo. Y el romanticismo es un movimiento que  se caracteriza por el rechazo de la razón y la exaltación absoluta de los sentimientos. Los independentistas quieren separarse de España porque, dicen ellos,  se sienten  catalanes, y no españoles. Ante esto, ningún argumento racional es eficaz. Es como aquellos que dicen, si se me permite la broma,  “viva no sé quién….manque pierda” Aquí es lo mismo: “Visca Catalunya independiente…manque pierda” ¿Qué se puede argumentar ante esto?
A mí me parece muy bien que cada cual se sienta como le parezca, porque nadie es quién para gobernar los sentimientos de los otros. Pero los sentimientos están bien, si son buenos, para la vida privada. Los sentimientos son diversos, variables,  contradictorios….La convivencia política no puede basarse sobre los sentimientos, sino sobre la razón, que es lo único que permite el debate y la búsqueda de soluciones asumibles en mayor o menor medida por todos. Decía Tomás de Aquino que “lex est ordinatio rationis ad bonum commune….”. La ley es una disposición de la razón, no de los sentimientos, y en la vida política en un Estado de derecho lo que debe imperar es la ley. Usted se puede sentir inferior o superior a los demás, según esté eufórico o depresivo, pero la ley nos dice que todos somos iguales ante ella. Usted se puede sentir profundamente religioso y convencido de lo verdadero de su fe, pero la ley nos impone el respeto a todas las creencias. Usted puede sentir personalmente mucha lástima por un delincuente, pero si ha cometido un delito la ley le impone una pena que debe cumplir. La ley tiene que basarse, aunque es posible en su imperfección que no siempre lo haga, en la razón, y no en los sentimientos de cada uno. Por eso, frente a la romántica irracionalidad nacionalista, absolutamente insensible los argumentos racionales, sea cual sea el resultado de las elecciones de mañana, sólo cabe la aplicación de la ley. Usted puede sentirse catalán o birmano, pero mientras se dé la situación actual usted, sr Mas y toda la patulea, tiene que atenerse a las leyes españolas, empezando por nuestra Constitución -que establece la “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” y que “la soberanía nacional reside en el pueblo español”-  y siguiendo por todas las demás. Y si no le gustan, y su sentimiento es irrefrenable, tiene dos opciones: intentar cambiar esas leyes –con la participación de todos los españoles, como es lógico, según queda dicho- o buscar un vuelo barato en una compañía low cost, sin billete de vuelta.
En esa aplicación de la ley, sin más historias, creo que ya vamos tarde. Llevamos meses aguantando a una pandilla de facciosos anunciando sin recato que van a dar un golpe de estado. Y sin embargo ahí siguen. ¿Se imaginan que Tejero hubiera ido anunciando por ahí sus intenciones de tomar el Congreso? Le meten un paquete desde el minuto uno. Aquí sin embargo andamos pasteleando con estos presuntos delincuentes, que lo son por muchos o pocos votos que puedan obtener mañana. Espero todavía no obstante que exista un límite a tanta fanfarronería, un Rubicón que, en caso de ser traspasado, provoque de una vez la reacción del Gobierno de la nación, a ser posible, contando con el apoyo del principal partido de la oposición, pero igualmente sin él. Y que los promotores de esta locura acaben, si ha lugar a ello, en la cárcel, como ya lo hiciera un antecesor suyo, Lluis Companys, hoy tan ensalzado, en tiempos de la II República.
Entretanto el resto de los españoles asistimos atónitos a este espectáculo deplorable en el que se está jugando con el futuro de todos nosotros por el delirio trasnochado de unos descerebrados y el tancredismo de un Gobierno, que a ver si se va a dejar llegar tan cerca el toro que luego no tenga forma de enmendar la figura.     

miércoles, 2 de septiembre de 2015

UN RELATO DE ALTURAS

Sierra Nevada no es sólo la estación de esquí de Sol y Nieve, el Veleta y el Mulhacén. Hay muchas más cimas y lugares de interés en el extenso macizo nevadense. Uno de mis lugares favoritos es el Puerto de la Ragua, en el límite de las provincias de Granada y Almería. Desde allí subimos el pasado año, o el anterior, que ya no lo recuerdo bien,  al Chullo, el pico más alto de la provincia más oriental de Andalucía. En esta ocasión nos dirigíamos a la parte central de la cordillera, cerca de Guadix. Nuestro objetivo era hacer tres cumbres de más de tres mil metros de una tacada. La mayoría de nosotros -tres de los cuatro- ya hemos dado  la vuelta a los veinticinco, y a esta edad hay algunas cosas que hay que hacer rapidito, mientras el cuerpo aguante.
El Picón de Xérez (no de Jerez) es un bicharraco. Mientras subíamos por la carretera forestal desde Xérez del Marquesado lo íbamos contemplando cada vez más de cerca a cada curva cerrada que avanzábamos....y nos iba metiendo el “respeto” en el cuerpo. Mi interés por esta montaña que domina el Zenete venía de largo, desde que supe de la historia del avión militar DC4 norteamericano que tuvo que aterrizar de emergencia en la ladera norte de esta montaña, en el sitio llamado la Piedra del Lobo,  a unos dos mil seiscientos metros de altitud, el 8 de marzo de 1960. Fue un suceso casi milagroso, pues no hubo víctimas mortales. Los veinticuatro ocupantes del avión, muchos de ellos heridos como consecuencia del impacto, fueron rescatados por los vecinos de Xérez. El pueblo entero se implicó en la tarea de sacar a los accidentados de aquél lugar, de difícil acceso por estar además en aquella época del año cubierto por la nieve. Aquello me llamó la atención, por no sé qué extraños procesos según los cuales acogemos o rechazamos las cosas que nos interesan o no,  y desde entonces se alojó en algún lugar de mi cerebro la idea de subir esta cumbre, y cada cierto tiempo me empujaba a buscar información y a planear la excursión hasta que se presentó el momento de llevarla a cabo.
Cuando llegamos al refugio del Postero Alto, en aquella tarde de primeros de julio en que por fin nos disponíamos a cumplir aquél viejo proyecto,  ya el sol se había ocultado, y sobre la línea de las montañas destacaba en el cielo la pareja de moda por aquellos días: Júpiter y Venus  habían celebrado días a tras su espectacular conjunción, y aunque ya la distancia comenzaban a ponerse de nuevo entre ellos,  lucían con la intensidad de unos amantes aún saciados y henchidos de felicidad por el encuentro amoroso largamente esperado. Al poco salió la luna blanca y brillante desde detrás de los negros pinos del bosque que quedaba hacia levante. En aquellos momentos no soplaba una brizna de aire, todo era calmo. Pero luego, durante la noche se levantó  el viento que pude escuchar bien en mis desvelos cómo hacía abatir las contraventanas sobre los postigos del refugio. Cenamos teniendo a la vista nuestro reto del día siguiente y algunas mariposillas revoloteaban en el estómago.





Antes del amanecer ya nos hemos levantado para iniciar bien temprano la ruta. Durante el desayuno intercambiamos opiniones con algunos de los escasos montañeros que se proponen llevar itinerarios parecidos al nuestro. El sol ha salido y la luna se ha puesto, y nosotros cogemos el camino del cortafuegos que comienza a ascender hacia la Loma de Enmedio. A nuestra derecha se ve el Picón, adornado con el blanco de algunos neveros. También se divisa perfectamente la línea del barranco del Alhorí, que es por donde  vamos  a subir. Es como una hendidura tallada en la montaña a lo largo de milenios por el curso de agua que nace cerca ya de la cumbre. La corriente baja fresca y cantarina, tiñendo de verde sus contornos. Algunas vacas serranas aprovechan el pasto. Se suceden las cascadas por donde va descolgándose el arroyo. Y nosotros hacia arriba. La corriente de este barranco vierte al arroyo de Xérez, y este a su vez al río Guadix, de aquí al Fardes, al Guadiana Menor y al Guadalquivir. Acaso –acaso no, seguro- las aguas con las que nos cruzamos acabarán alcanzando el mar en la otra punta de Andalucía, de donde venimos.
Casi cuatro horas nos lleva salvar los mil doscientos metros de desnivel existente entre el refugio y la primera de las cumbres del día. Las últimas rampas especialmente se hacen duras. El Picón se resiste a ser conquistado, aliándose para ello con el viento, que sopla con tal fuerza que en algunas rachas parece poder desequilibrarte. Pasamos por un lugar donde la montaña está rota, con unas impresionantes grietas a un lado y otro que amenazan con tragarse a quien pudiera caer en ellas. Ahora no presenta especial peligro, pero en invierno, con la nieve, debe ser otra cosa.  Seguimos. Parece que la subida no va a acabar nunca. Hay que armarse de paciencia. Entre tanto hemos cogido a un grupo que iba por delante y esto también es un apoyo psicológico importante, sobre todo porque ellos van con un guía y esto nos asegura que vamos por buen camino. Con todo, por momentos tengo que poner el “modo ocho mil” a pesar de que sólo estamos a tres mil metros. Creo que algo me ha afectado la altura y por eso tengo que pensar cada paso que doy. Así, lentamente y con esfuerzo conseguimos al fin coronar. En la montaña, como en otros deportes, la gloria se alcanza con dolor. Quien quiera comodidades, que se abstenga. Dentro de la prudencia, tienes que explorar tus límites, pero cuando consigues el objetivo te compensa de todos los esfuerzos.

Ahora toca crestear un poco. Aquí las crestas son suaves y fáciles de transitar. La erosión ha hecho su trabajo para que podamos disfrutar un poco mientras recuperamos del esfuerzo de la subida, así que sin demorarnos mucho nos dirigimos al Puntal de Juntillas, segundo objetivo del día, y que no es difícil de alcanzar puesto que sus 3141 metros no difieren mucho de los 3090 del Picón. El único problema es el viento frío que sopla. Parece increíble, estado en uno de los días más calurosos del verano. En el Puntal  nos despedimos del grupo con el que hemos compartido ruta durante unos kilómetros. Ellos se dirigen hacia el oeste, camino, creo, del Alcazaba y el Refugio de la Caldera, y nosotros lo haremos hacia el sur.

La tercera y más alta de nuestras cumbres, el Cerro Pelado (3189 m), se alza allí delante. Aquí sí que hay que subir de nuevo, porque hemos descendido algo,  y ello nos plantea  dudas ya que alguno de nosotros va tocado muscularmente y no es cuestión de apurar al máximo. La prudencia en la montaña es fundamental para evitar situaciones desagradables. Pero finalmente decidimos subir. El nuevo esfuerzo, corto pero nuevamente intenso, merece la pena para poder contemplar las mejores vistas de la ruta sobre los colosos Alcazaba, Mulhacén y Veleta. Ahora me invade una sensación de euforia. Doy gracias al Cielo por haberme traído hasta aquí, a contemplar esta grandeza.

Pero el trabajo no está terminado. De aquí hasta el refugio tenemos mil trescientos metros de desnivel, ahora hacia abajo. Lógicamente es más descansado, pero no va a dejar de ser fatigoso un descenso tan pronunciado y continuo. Primero pasamos por la Peña de los Ladrones, donde paramos un momento a resguardo de estas rocas que emergen de la montaña con sus caprichosas formas. Es el único cobijo que puede encontrarse por la zona, donde la vegetación lógicamente no levanta mucho del suelo y se reduce a unos “bouquets” silvestres de florecillas malvas que sin embargo son bastante abundantes, dando una tonalidad singular al terreno. Luego nos acercamos al puerto de Trevélez, sobre el que se está formando una inquietante  nubecita que amenaza con tormenta vespertina. Efectivamente descargaría más tarde, aunque sin aparato eléctrico. Durante toda la bajada nos acompaña la vista de las cumbres hacia el este: el San Juan, el Morrón del Mediodía…hasta el Chullo. Conforme vamos bajando la temperatura va subiendo y el calor comienza a notarse. Pero al fin,  siete horas y media después de nuestra partida, alcanzamos el final de la ruta. Habrá cimas y rutas más complicadas, pero para nosotros este era un reto importante y la satisfacción por haberlo conseguido es grande. Es hora de volver a casa.

En Guadix, donde paramos un momento a tomar una cocacola hace un calor aplastante. ¡Qué   contraste con la temperatura de las cumbres! Por el camino, a pesar del dolor de piernas,  ya vamos pensando en próximos proyectos. Quizá el Trevenque, que nos espera desde hace un año. Quizá el Mulhacén desde la vertiente sur. Quizá los Lavaderos de la Reina…. Vamos hablando sobre lo que nos mueve a cada uno a subir allá arriba, cuando el Picón de Xérez y otras cumbres penibéticas van quedando ya a lo lejos en el horizonte. Yo no tengo ninguna duda: me mueve la curiosidad por saber qué es lo que se ve desde tan alto, qué nuevos horizontes puedo descubrir que nunca podría otear de quedarme sentado aquí abajo. 





jueves, 13 de agosto de 2015

¡¡¡SALVEMOS (LOS CAMINOS DE) DOÑANA!!!

Color tradicional de las pistas forestales que atraviesan el Parque Natural de Doñana

Cuando yo era joven (hace ya algún tiempo de eso) había una carretera forestal asfaltada, llamada de las Peñuelas, que partiendo de la localidad costera onubense de Mazagón, donde paso temporadas en verano desde que me alcanza la memoria, bordeaba los contornos de lo que hoy es el Parque Natural del Entorno de Doñana para ir a morir más o menos al sitio conocido como El Milanillo, en el tres veces centenario camino de la Hermandad del Rocío de Moguer. A partir de ahí las vías hacia Moguer o hacia Lucena se hacían terrizas. Había también otra carretera asfaltada que cruzaba el parque saliendo a la altura del Parador Nacional para llegar hasta el poblado de los Cabezudos, donde se acababa el asfalto. Sé que antes hubo alguna otra vía asfaltada por los restos que aún se encuentran en algunos tramos, pero en aquél entonces habían perdido la práctica totalidad de este firme.  Con el tiempo se asfaltaron algunos tramos más, de manera que la pista de las Peñuelas se unió de esta forma con Moguer y con Lucena y la carretera de Bodegones se continuó desde los Cabezudos hasta Almonte (con polémica ecologista incluida), y con una variante que llevaba también a Lucena y a Bonares. Esto, para los ciclistas como yo de carretera (la afición a la BTT me vino más tarde) era una delicia, porque se trataba de carreteras tranquilas, con relativamente buen firme y que permitían variados recorridos con buen número de kilómetros. El resto de pistas y caminos del parque, eran de tierra entre blancuzca o amarillenta unos y, lo más frecuente, rojiza, como son muchas de los alrededores, conformando un paisaje característico en que todo quedaba armoniosamente integrado de manera natural. Aparte de alguna incursión anterior en coche, fue con mi primera BTT que empecé a descubrir todos esos caminos donde reina la soledad y el silencio, donde puedes cruzarte con conejos, zorros o meloncillos, donde puede sobrevolarte algún águila o ves con frecuencia numerosas huellas de ciervos, aunque yo al menos no he tenido la suerte de  avistar nunca ninguno. La casa de las Tres Rayas, el cruce del Pepino, el Abalario, Pino Galé, Cabezudos, Bodegones, la Mediana, Ribatehilos…fueron nombres y lugares que se me fueron haciendo muy familiares de tanto frecuentarlos en mis excursiones ciclistas.
De pronto, al llegar un verano hace unos cinco a seis años,  me encontré con que el asfalto de algunas de las escasas carreteras que lo tenían  había sido triturado en su totalidad, lo cual era sin duda un tanto sorprendente. La conexión de Mazagón con Lucena por Las Peñuelas volvió a ser terriza desde ese punto y la vieja carretera de Cabezudos y Bodegones también fue levantada en gran parte. No he sabido el motivo, pero supuse que era una medida para limitar la circulación dentro o por las inmediaciones del parque, aunque en verdad esas vías nunca tuvieron mucho tránsito.
Es por esto que me resulta más llamativa aún la desagradable sorpresa que me he llevado este año cuando me encuentro que las pistas forestales han comenzado a ser arregladas de manera general con una tierra grisácea, parecida al asfalto pero que no lo es, y que incluso en algunos tramos completos ha desaparecido la tradicional tierra rojo-anaranjada siendo sustituido el firme por este nuevo de tan mortecino color. La diferencia brutal puede apreciarse en las fotografías.
Aspecto de los caminos con el nuevo firme
Para mi esta desconcertante medida supone un grave atentado paisajístico en una zona protegida como de la que venimos hablando. Doñana y su entorno no son sólo los linces, los patos o los ciervos. Doñana es también un paisaje peculiar conformado por unas formas y unos colores: el verde de los pinos, el blanco de las arenas, el azul del cielo, algún ocre o amarillo aquí o allá (más ahora en el estío)….y el rojo de sus caminos. Alterar este equilibrio cromático peculiar, introduciendo esa nueva horrorosa tonalidad que mata literalmente la viveza del paisaje es, a mi modo de ver, un auténtico crimen. No puedo entender los motivos de que esto se haga. En las primeras averiguaciones que he hecho alguien me ha dicho que quizá se trata de cuestiones de seguridad vial, lo cual dudo porque ni el firme es mejor que el anterior (salvando la circunstancia de su deterioro) ni casa esto con la política previa de levantamiento de carreteras antes asfaltadas. Puestos a pensar mal, que es lo más razonable que podemos hacer en estos casos, a lo mejor es que hay que ayudar a colocar su producto a algún amiguete de la Consejería de Medio Ambiente que tenga una cantera de este material. Aunque sé que esto no le interesa a mucha gente, quiero desde aquí denunciar unos hechos que me duelen particularmente por  lo que de especial para mi tienen esos parajes, y que creo que exigen una pronta explicación por parte de sus responsables, y, ojalá, una rectificación total.     

viernes, 17 de julio de 2015

JAMÓN JAMÓN


De la estación de Santa María Novella al Piazzale Michelangelo hay un buen trecho. Sobre todo si vas en la línea 12, que da una vuelta de consideración, y sube al piazzale por el interminable viale Galileo, con no sé cuántas paradas en el trayecto. El autobús iba además atestado de gente. Todos turistas anhelosos de alcanzar ese privilegiado balcón sobre la hermosa Florencia. Tal era el apiñamiento que muchos pasajeros no podían siquiera alcanzar la máquina donde se picaban lo billetes. A los florentinos me da la impresión de que esto no les hubiera inquietado mucho, pero como todos los que allí íbamos éramos turistas no nos atrevíamos a ir sin título de viaje en regla. Así que los billetes iban pasando de mano en mano hasta que llegaban a un amable señor que, con mucha paciencia y de forma totalmente gratis, según él mismo enfatizaba, se encargaba de realizar la operación de pasar el billete por la máquina para después devolverlo por el mismo camino de solícitas manos hasta su titular. Estrella y las niñas habían tenido la suerte de apañarse unos asientos, pero yo iba de pie metido en aquella bulla cosmopolita. A mi lado una italiana relataba de lo lindo. Cuando la entendía le contestaba, normalmente dándole la razón en sus protestas. Cuando no, me hacía el longui. Pero ella seguía, inasequible al desaliento. Al cruzar el río por el Ponte alla Carraia todo el mundo quería ver desde allí el Ponte Vecchio, el de la Santa Trinitá mediante, y hubo que hacer equilibrios y contorsiones para conseguir el objetivo. Viajaba junto a mí también, en mis mismas podríamos decir “penosas” condiciones, una pareja que hablaban con acento porteño inconfundible, e iban comentando las vistas y las incomodidades, a partes más o menos iguales. En cada parada no hacía sino empeorar aquello, pues nadie bajaba. Llegó el momento en que ya tampoco podían subir más. Rien ne va plus!Hasta que por fin  llegamos a la deseada parada y el autobús se vació al instante. Todo quisque abajo (que no al suelo). ¡Ah maravilla! Lástima que el día estaba un poco soso, nubladillo. ¡Pero qué vistas! Allá abajo, el Arno, el puente, los Ufizzi, el Duomo, la Santa Croce, el Campanile, la torre del Barguello, la del Palazzo Vecchio….Toda Florencia en un coup d’oeil. Mientras estábamos haciendo las fotos de rigor que perpetuaran el momento,  aunque  estos instantes suelen grabarse en soportes mucho más indelebles, se nos acercó la pareja argentina del autobús y me pidieron que les sacase un retrato con el inigualable paisaje de fondo. Si para nosotros era importante -para mi era mi segunda visita, pero la primera con toda la familia- imagino lo que era para ellos, venidos desde tan lejos, probablemente por una única vez en su vida. Lógicamente accedí a la petición, e hice varias tomas, por si alguna no salía bien. Nos despedimos sin más. Nosotros continuamos haciendo fotos, preguntando a las niñas ¿qué es aquello? ¿cómo se llama aquella iglesia? ¿y el puente de allí? Luego iniciamos el descenso a hasta la ribera del río. Había algunas celebraciones cívicas porque era el 25 de abril, setenta aniversario de la liberación de Italia. Le expliqué a mi hija cómo sin embargo para mí aquella fecha estaba más relacionada con la Revolución de los Claveles (“Grândola, Vila Morena” sonando en Radio Renascença…) de nuestro vecino Portugal. Y así íbamos contando historias de aquí y allá mientras recorríamos las calles de la capital de la Toscana.  
Horas más tarde, mi mujer había entrado en una tienda del Borgo dei Greci a preguntar por no sé qué cosa, y por esas casualidades que se dan en los viajes, y que ocurren por el  hecho de que los turistas nos llevamos mucho tiempo en la calle y frecuentando generalmente los mismos sitios, allí que aparece de nuevo la pareja de argentinos del Piazzale Michelangelo.
-Hola, ¿qué tal? –les saludo- ¡Otra vez nos vemos!
-Sí, qué casualidad.
-Son ustedes argentinos ¿verdad?
-Sí, y ustedes españoles ¿no?
-Sí, somos españoles, de Sevilla.
La mujer se ha metido ya para la tienda, pero él comienza a contarme de su viaje.
 -¡Ah Sevilla!¡Qué linda! La Giralda…¡Y España! ¡Qué país tan grande tienen! –lástima que allí no todos lo vean así, pienso para mí-Nosotros llevamos veintidós días en Europa. Estamos los dos jubilados y teníamos algo de plata ahorrada…¡pues vamos a darnos una vueltecita por Europa! Hemos estado en Madrid, Sevilla, Granada, Barcelona, París, Niza…ahora iremos a Venecia, Roma y Nápoles. Pero España..¡qué gran país! –vuelve a recalcar- ¿Y el jamón? – su discurso, pleno de expresividad, va acompañado de la habitual gestualidad latina, compartida con españoles e italianos, que la subraya aún más- Riquíiiisimo el jamón de ustedes. Lo tomamos en Madrid y en Sevilla…Mirá, tengo allá en Buenos Aires un amigo italiano que está siempre presumiendo de su jamón, su prosciuto, como ellos le llaman. ¡Pero cuando yo he probado el jamón serrano en España! –suspira-  ¡Dónde va  a parar! ¿Sabés lo que le voy a decir a mi amigo italiano cuando vuelva? ¿Sabés lo que le voy a decir? –se produce un breve silencio de suspense que finalmente se rompe de manera escatológica- “¡Metételo por el cuuulo tu jamón!” ¡¡Dónde va a parar el jamón de ustedes!!...


Que era a donde queríamos llegar, sin que se molesten nuestros amigos italianos, tras este largo y entretenido paseo. No lo digo yo. El árbitro argentino decidió.

sábado, 30 de mayo de 2015

EMOCIONES

Foto: Juan Carlos Vázquez
Ha sido para mí una semana de emociones. Primero con el fútbol (el miércoles la final, el jueves la celebración)  y luego con la ópera (Tosca, Teatro de la Maestranza). Tiene uno la suerte de ser sevillista,  y de un tiempo a esta parte mi equipo no hace más que darme satisfacciones. La última, hasta el momento, esta cuarta UEFA Europa League, que marca además un hito histórico al ser el primer club que lo consigue en el continente. Ahí queda eso. No siempre fue así, hay que reconocerlo, y por eso ahora hay que disfrutarlo doblemente. Emociones fuertes, de tensión a veces, de explosión de júbilo otras. Algo racionalmente inexplicable, ¡pero qué quieren que les diga! Eso hay que sentirlo, y el que no lo sienta se lo pierde. Pero también la ópera, la música en general, es capaz de transmitir fuertes emociones, de otro estilo, pero es por eso sin duda por lo que igualmente me apasiona.
Estando ya en el teatro el viernes a la espera del comienzo de la representación, con el aforo lleno, se me ocurrió una escena que hubiera sido propia del mejor cine surrealista: de pronto la terraza derecha saltaba al unísono: ¡¡¡forza Sevilla campeón!!! A lo que respondía la de la izquierda ¡¡lo lolo lolo lo-lo!!, y luego todo el teatro con palmas...ya saben, coreografía made in Sánchez Pizjuan. Hubiera estado fantástico, digno homenaje al campeón. Pero no, aquello era una ensoñación producto del cierto delirio que me produce la pasión del fútbol. Dice mi hija que me vuelvo un poco loco, y tiene razón. Las emociones de la ópera son más comedidas, más controladas, aunque a veces igualmente intensas. Hay que vivirlas sentado en la butaca, no pegando saltos agitando una bufanda. Puccini es un especialista en crear esos clímax de emoción. Quien no se haya conmovido profundamente  alguna vez escuchando alguna de sus famosas arias es para hacérselo mirar.
Nos ofrecía el Maestranza una nueva producción, en asociación con el Teatro del Liceo, encargada al director escénico  Paco Azorín. No estuvo nada mal, aunque algunos detalles podrían ser discutibles. Pero he leído unas declaraciones de Azorín, en las que quería resaltar que Scarpia perseguía a los artistas. Yo comprendo que los registas, tal como está esto montado, tienen que estrujarse el coco para aportar enfoques nuevos a sus producciones. El reconocido director yeclano creo que ha profundizado especialmente en el texto teatral  de Sardou,  pero en este aspecto pienso que está  equivocado.  Scarpia perseguía a los liberales. Perseguía a Angelotti, que no era artista, y a Cavaradossi, que era pintor, porque eran defensores de la libertad. Y a Tosca la perseguía por unos motivos que no tienen que ver ni con la política ni con el arte, sino simplemente  con el sexo. Así que las cosas no han cambiado tanto. Los liberales eran perseguidos antes por los poderes del Antiguo Régimen, la Iglesia entre ellos, y hoy por los nuevos poderes mediáticos y predicadores del pensamiento único, sobre todo en nuestro país,  para los que todo lo que huela a liberalismo o “neoliberalismo”, como prefieren decir, hay que arrojarlo a los infiernos. Y es que la libertad –la de los demás sobre todo-  es “mu” mala. Le podría sugerir algunos nombres concretos si algún director se atreviese a asumir esta idea.
Pero volvamos al tema de las emociones y de la música. El trío de voces protagonistas anunciado era de verdadera categoría y no defraudó en absoluto las expectativas. Tenía yo especial interés por ver a Jorge de León, el expolicía tinerfeño que saltó a la fama inesperadamente hace unos años en Madrid, una de esas historias fantásticas que depara de vez en cuando el mundo de la lírica. Y puesto que de emociones venimos hablando, para mí  el momento cumbre de la noche fue sin duda su aria del tercer acto. Habían sonado ya las campanas del amanecer romano, aunque en escena seguía presente una enorme luna. Mario recuerda sus encuentros con Floria cuando ve que la vida, que nunca había amado tanto, se le acaba. Su voz sonó potente y clara, con buen fraseo y sobre todo con mucho sentimiento. Su “..e muoio disperato!” sonó desgarrado, auténtico, verismo puro. El público estalló en una cerrada ovación Yo estuve a punto de gritar ¡gol!, pero grité ¡¡bravo!!, que es más apropiado. Por su parte, la soprano china Hui He fue una magnífica Tosca y también fue muy aclamada en su siempre esperada “Vissi d´arte..” En cuanto a  Ambrogio Maestri, a quien pudimos ver on line hace muy poco desde Múnich haciendo de Dulcamara, dio muestras de su versatilidad para componer ahora muy convincentemente el dramático papel del desalmado barón Scarpia.

Por cierto, que me han dicho que de León tiene afición por los caracoles que preparan en un conocido establecimiento especializado del Arenal, donde tienen una foto suya dedicada. A ver si con la excusa de los caracoles, o cualquier otra, se deja caer más por aquí y podemos verlo con frecuencia.

jueves, 28 de mayo de 2015

MI "TOSCA" ROMANA

 Habida cuenta de que la última ópera de esta temporada en el Teatro Maestranza será la popular “Tosca” de Giacomo Puccini, aproveché mi reciente estancia en Roma para visitar los lugares en los que se sitúa la acción de la obra. Hace ya bastantes  años (como veintitrés) la RAI produjo una representación en los lugares y a las horas en que se desarrolla la ópera, con Catherine Malfitano, Plácido Domingo y Ruggiero Raimondi, inicialmente retransmitida en directo, de la que conservo una grabación de una vez que la pusieron en Televisión Española.  Por cierto que Domingo y Raimondi andan todavía sobre los escenarios, aunque el tiempo no pasa balde.

El primer acto se desarrolla en Sant’Andrea della Valle, en el  ajetreado corso Vitorio Emanuele II, muy cerca de otra iglesia famosa como es la del Gesú. Si esta última fue la primera iglesia de los jesuitas, la de Sant Andrea lo fue de la orden de los Teatinos, fundada por San Cayetano, y que tiene en Sevilla dedicada una avenida allá por el Tiro de Línea. Si llegas a ella viniendo desde la cercana Piazza Navona por el corso del Renascimento ya desde lejos se van contemplando su fachada y airosa cúpula. En su construcción intervino, entre otros, Carlo Maderno, el autor de la fachada de la basílica de San Pedro. Al traspasar la puerta de entrada se deja atrás el ruidoso tráfico romano y se  entra en un espacio de tranquilidad y sosiego. Es la sensación de alivio que debió sentir el perseguido Angelotti (Ah! Finalmente!) al alcanzar el templo poniéndose temporalmente a salvo de sus perseguidores. Te encuentras con una iglesia amplia, luminosa y colorista y excelentemente cuidada (Recondita armonia di bellezze diverse…). Pero no hay ni rastro de la capilla Attavanti, ni de ningún cuadro de la Magdalena con los ojos azules.  En su lugar, la capilla Barberini. El altar mayor, obra de Fontana, con frescos de Preti y Domenichino,  es escenario perfecto para el Te Deum por la supuesta derrota de Napoleón en Marengo, con el que finaliza esta primera parte. 


La acción continúa en el segundo acto en el cercano Palazzo Farnese. Para llegar a él hay que coger a la izquierda a la salida de la iglesia e ir rodeándola. Por la parte de atrás se obtienen buenas vistas de la cúpula. Se pasa por las calles que conservan la traza del teatro Pompeyo. Incluso por algún pasadizo que bien pudo ser uno de los vomitorios del edificio. En el camino nos encontramos con el famoso Campo dei Fiori, presidido por la  estatua del filósofo Giordano Bruno.
El Palazzo Farnese (Miguel Ángel, Vignola, della Porta, Volterra, Salviati…) es  hoy la sede de la embajada francesa, y así lo indica la bandera que ondea en su fachada principal. Allí, en alguna de las habitaciones de la segunda planta, es donde Tosca (Vissi d’arte, vissi d’amore…) para librar a su amado Mario de las torturas que le infringe el malvado Scarpia, decide prometer sus favores al barón con la intención real de matarlo (Questo è il baccio di Tosca!).



Para llegar hasta el escenario del tercer acto se puede llegar al rio Tiber y seguir su ribera o volver al corso Vittorio Emanuelle II. Por cualquiera de las dos rutas se alcanza el puente que antecede al que en la antigüedad fue el mausoleo de Adriano. El Castel Sant’Angelo ha sido refugio de de papas en dificultades, y para ello está unido a las estancias  vaticanas por un pasadizo. También sirvió de prisión. De allí había escapado Angelotti al principio de esta historia, y es en la terraza de este imponente edificio  donde Cavaradossi contempla el amanecer de su último día de existencia (E lucevan le stelle). Para culminar la tragedia, también Floria pondría fin a su vida arrojándose desde ella al vacío.


La ópera fue estrenada en 1900 en el entonces Teatro Constanzi (hoy Teatro de la Ópera de Roma), en la plaza que lleva el nombre del tenor romano Beniamino Gigli, entre el Quirinale y el Esquilino, cerca de Santa María Maggiore y la Stazione Termini.

No sé cómo será la escenografía que Paco Azorín nos ofrecerá en el Teatro de la Maestranza, pero si no me convence, que espero que sí, no tendré más que cerrar los ojos e imaginar los escenarios romanos cuyo recuerdo aún conservo muy fresco en mi memoria.

martes, 26 de mayo de 2015

SUSPENSE

La noche electoral  fue larga. Tanto que a la mañana siguiente aún no se sabían los resultados definitivos de Sevilla capital. Unos problemas informáticos  hicieron que la tecnología, en lugar de acelerar el proceso, lo retrasara hasta extremos desconocidos en los tiempos recientes. Decía mi maestro que lo mejor es enemigo de lo bueno, y eso es a veces lo que pasa con la informática. Cuando va es magnífico, pero cuando te deja tirado no tienes escapatoria.  Sólo a media  tarde del lunes se han conocido  los resultados que pueden considerarse casi  casi definitivos. La verdad es que con el 95% de los votos escrutados era difícil que se produjesen cabios, pero  lo apretado del sprint final hacían necesario llegar hasta el final del conteo. Y es que la tarde había comenzado dando un claro triunfo a Juan Espadas en las israelitas, cosa que se vio confirmada con los primeros resultados oficiales. Sin embargo por no se sabe qué misterioso motivo resulta que el escrutinio iba más retrasado en aquellos distritos que son bastiones fuertes del PP, como es el caso de Los Remedios. Esto daba por tanto aún opción al vuelco, que efectivamente se produjo cuando ya eran cerca de las once, tomando ventaja entonces Zoido por un exiguo concejal.  Lo que al principio se presentaba como una catástrofe sin precedentes, al final quedaba maquillado por al menos la honrilla de cruzar la meta en primer lugar, aunque sólo sea  por un puñado de votos, cosa  que en todo caso se presenta a todas luces como  insuficiente. El resultado para el PP es por lo tanto en cualquier caso malo, porque pasar de veinte a doce concejales es un batacazo en toda regla. No sé si la responsabilidad  hay que achacársela a más a Zoido o a la racha negativa en que se encuentra su partido. Es un dato que el alcalde en funciones ha conseguido seis mil votos más que los que obtuvo el PP en las elecciones autonómicas de marzo, cuando todos los demás candidatos han empeorado esos resultados, con una abstención mayor en estos comicios  municipales, pero es un triste consuelo. Puede incluso achacarse exceso de confianza en un supuesto voto oculto que no reflejaban las encuestas…porque simplemente no existía. En cualquier caso los avisos en este sentido han venido sucediéndose desde prácticamente el inicio del mandato.  Quizá para obtener su histórica victoria de 2011 fueron excesivos los compromisos adquiridos que después no siempre ha sido posible satisfacer, por las circunstancias difíciles o por falta de capacidad. Sea por unos motivos o por otros es evidente que el PP ha perdido mucho en muy poco tiempo, y con ello una oportunidad histórica de consolidar su poder al menos en la capital de la comunidad autónoma que tanto se le resiste, y más que lo va a hacer tal como van las cosas. De todas maneras ese vuelco de última hora de la noche es importante, porque hace que Zoido parta con la limitada y relativa  ventaja que le da la ley en la nueva carrera de pactos y componendas que ahora se inicia. Todo el mundo ve claro que en este sentido lo tiene más fácil el PSOE. Espadas no ha ganado nada. Repite el mismo resultado de hace cuatro años. Sin embargo su propia e impúdica autoproclamación como próximo alcalde pone bien a las claras que está dispuesto a pagar lo que sea para lograrlo. A estas horas debe estar ya pidiendo precio. Un precio que me temo no pagará él sino los sevillanos. Pero no sabemos realmente cuál va a ser la actitud de las nuevas fuerzas en el consistorio: si de verdad van a ejercer una “nueva política” o al final se van a apuntar a lo de siempre. A lo mejor nos llevamos sorpresas. Zoido debe jugar sus bazas y no tirar ya de principio la toalla, como otras veces ha hecho el PP. En todo caso la incertidumbre y el suspense que ha caracterizado el recuento de las papeletas es posible que se mantengan hasta el mismo día 13 de junio.   

viernes, 22 de mayo de 2015

DOS CONTRA UNO...

Canal Sur perpetró anoche, con alevosía y premeditación, un debate entre algunos de los candidatos a la alcaldía de Sevilla en las elecciones del domingo. Tengo entendido que estaba grabado, pero la cadena pública no tenía mejor horario para ponerlo que a partir de las doce de la noche. Antes seguro que su interesantísima programación habitual no lo hubiera hecho aconsejable, so pena de provocar las iras del respetable. Creo que el debate no debió celebrarse, pues sólo intervinieron en él  las fuerzas políticas actualmente presentes en el ayuntamiento, cuando todo indica que va a haber también otros protagonistas -lo están siendo ya- que van a tener bastante que decir en el futuro, aunque ya veremos si tanto como se pronostica. Pero a pesar de esta y otras carencias me cogió en un mal momento y me quedé a verlo.
Algunas cosas me quedaron claras. La primera  que llamó mi atención de modo superlativo fue el descubrimiento del candidato de Izquierda Unida (@rojosevillano en los carteles tuiteros). Un  auténtico botarate con la cabeza muy poco amueblada, aparte de de maleducado. Yo siento utilizar estos términos, pero cuando alguien tiene la osadía de presentarse en público con pretensión nada menos que de gobernar la ciudad a partir del lunes (fue su frase más repetida) con tan escaso equipaje es lo menos que se puede esperar recibir. Ya por la mañana –no lo conocía en absoluto hasta ese momento- me había sorprendido con unas declaraciones en una entrevista en la que a las claras decía que no iba a cumplir las leyes que a él le parecieran injustas si gobernaba. Directamente carne juzgado de instrucción. El chico por ejemplo debe desconocer que el que haya desahucios o no en una ciudad no depende de los alcaldes, sino de los jueces. Y así todo. No sé si conseguirá siquiera acta de concejal. Si lo hace vamos a reír (o llorar) un rato.
El debate fue un clarísimo dos contra uno, en el que el muchachito de IU y Espadas hicieron causa común frente el actual alcalde. Los dos socios del anterior gobierno municipal bipartito, en una táctica tramposa, utilizaban el pasado según les convenía (ahora me interesa recordarlo, ahora no) pero a Zoido le conminaban constantemente a hablar del presente y del futuro, y a no recordar la catástrofe de ayuntamiento que se encontró en 2011. Espadas fue de alarmista (cuatro años perdidos, es su tesis) y de sobrado, porque él tiene fórmulas y soluciones para todo (lo que no dice es cuánto cuestan). Sobre todo tiene (oh mavaravilla!) un modelo de ciudad, que está dispuesto a imponérnoslo a todos los ciudadanos nos guste o no. Su modelo consiste fundamentalmente en bicicleta y alpargata con unos toquecitos de torrepelli, que debe ser para él, y los tipos como él, el súmmum de la “modernidad”. Su baza principal está, y lo dice sin pudor alguno, en que él conseguirá sacar adelante todos los proyectos que sus amigos de la Junta de Andalucía han boicoteado sistemáticamente  durante este mandato. Hace falta tenerla dura.
Ante tal situación Zoido estuvo aseado en su faena. Para mi es evidente que hay muchas expectativas que no se han visto satisfechas en su mandato, quizá por ser tan elevadas las que despertó su arrollador triunfo de 2011, y principalmente porque es que hemos vivido años verdaderamente difíciles. Pero pienso que se puede defender  claramente que la ciudad está mejor que hace cuatro años, y no como dicen los agoreros, que además oyéndolos pareciera que cuando gobernaban anteriormente sus partidos esto fuera el paraíso. El de IU hablaba de sus políticas de empleo y podría imaginarse uno que en Sevilla no hubiera habido paro en el 2007-2011. Espadas hablaba del funcionamiento de los Distritos y se podría figurar que fuera muy diferente en el anterior mandato (yo le puedo asegurar que no, y en algunos aspectos se ha mejorado). O hablaba del abandono de los Jardines del Guadalquivir como si fuera cosa de este gobierno, cuando es una situación cierta, pero que viene de más lejos.
En mi opinión, aunque esto parezca que la gente no le da mucha importancia, es fundamental el saneamiento de las finanzas municipales llevado a cabo en estos años, porque es lo que permite plantearse con confianza el futuro, que de otra manera estaría seriamente comprometido al poner en peligro la viabilidad de muchos servicios. Este saneamiento se ha conseguido además al tiempo que se mejoraban esos servicios. TUSSAM, LIPASAM o EMASESA son empresas municipales que están mejor que nunca. Es cierto que no ha habido grandes realizaciones, más allá de la consecución de la Zona Franca, pero no eran momentos para ello, ni creo que los esfuerzos de un  Ayuntamiento deban dirigirse inexcusablemente a enriquecer a unos cuantos constructores (léase por ejemplo Sacyr y sus setas venenosas, que nos han costado un riñón y más que nos pueden costar).

En definitiva el debate puso de manifiesto la disyuntiva a la que nos enfrentamos los sevillanos el domingo: elegir la continuidad de una gestión que puede no haber sido brillante pero sí al menos notable en muchos aspectos, sensata, decente y sin sobresaltos y que permitirá aprovechar las oportunidades que deparen los años que ahora se esperan mejores, o volver a las andadas de despilfarros, obras faraónicas, proyectos mesiánicos, mariscadas, concejales piqueteros u otras lindezas que los dos oponentes de Zoido, solos o en compañía de otros, a buen seguro, no hay más que escuchar a cada uno, nos tienen garantizadas.