sábado, 7 de noviembre de 2015

CRÍTICAS

Me siento un tanto abrumado porque alguien ha tenido la gentileza de referenciar, en un foro de la conocida página “Una Noche en la Ópera”, mi crónica del estreno de Otello en el Teatro de la Maestranza la semana pasada, junto con las críticas de verdaderos especialistas como Fernando Vargas Machuca, José Anonio Cantón, Andrés Moreno Menjibar o nada menos que Gonzalo Alonso. Para mi es un honor y jamás hubiera pensado aspirar a tanto. Pero que nadie se confunda: yo no soy un crítico musical.
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Aunque canté y toqué, de oído, algún instrumento en mi juventud, no he estudiado más música que un poco de solfeo que me enseñó mi padre. Así que no voy a dar lecciones a nadie. Soy un simple aficionado, eso sí, apasionado por la música en general y la ópera en particular, que la he cogido el gusto, de un tiempo a esta parte, a plasmar por escrito las impresiones que me producen las representaciones a las que asisto -no todas las que veo- y, un tanto temerariamente, a compartirlas con el público en general a través de mi blog, en el que no escribo particularmente de música, sino de todo aquello que se me antoja, sin mayores pretensiones, que para las publicaciones profesionales ya está Aranzadi. Se ha convertido para mi en una especie de vicio, una adicción a la que me resulta difícil sustraerme, aun consciente de los riesgos que corro por exponerme así de esta manera, pisando terrenos un tanto comprometidos. Pero esa es la extraña atracción del "peligro". Con todo, me resulta particularmente satisfactorio ver que coincido, en muchas de mis apreciaciones, con los que de verdad entienden. Aunque si no hubiera sido así, pues igual. Porque yo escribo básicamente, sin entrar mucho en detalles técnicos, de lo que ví y de cómo lo vi, de lo que me gustó y no me gustó, algo que, en la experiencia artística, es exclusivamente personal e intransferible.

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