sábado, 28 de diciembre de 2013

MEJOR EN MI BOLSILLO

El Pleno del Ayuntamiento de Sevilla aprobó inicialmente ayer viernes el presupuesto general de 2014 con el voto favorable del PP y contrario del PSOE e IU. Esto no es ninguna noticia, puesto que era previsible que fuera la que  fuera la propuesta que presentase el gobierno municipal su leal oposición iba a votar en contra. Pero sí es noticia, en estos tiempos que corren, que esos presupuestos contemplan la que ha sido calificada como la mayor rebaja impositiva de la historia de los municipios democráticos, ya anticipada con la reciente aprobación de las ordenanzas fiscales para el próximo año.
Dicha rebaja alcanza los 34 millones de euros, y va acompañada de la consiguiente minoración en las partidas de gasto. Esto es, se bajan los impuestos, pero sin dejarles la roncha a los que vengan detrás incrementando la deuda, sino manteniendo la prestación de los servicios municipales mediante una mejor y más eficaz gestión de los recursos públicos.
Hasta ahora las políticas de ajuste llevadas a cabo han consistido por lo general en apretarnos el cinturón a los ciudadanos. Es por tanto alabable que una administración, la local en este caso, comience a apretárselo ella misma y nos deje a nosotros respirar un poco, que ya llevamos bastante castigo. Y es doblemente alabable porque lo fácil para un político es seguir gastando a diestro y siniestro, con la excusa de la crisis y aunque ello suponga ir en contra de sus promesas electorales. Pero es que para superar esta crisis es necesario que revivan la capacidad de consumo y la iniciativa privada. Y para la salud de la democracia es exigible que los políticos cumplan sus compromisos con quienes los han elegido.
Esta rebaja de impuestos es además  indicativa de que las cuentas municipales vuelven a la senda de la que nunca debieron haber salido. La senda del equilibrio, de la prudencia, de la contención del gasto, del saneamiento de todas las trampas que dejaron corporaciones anteriores. Esto evidentemente no es  fácil, supone sacrificios, pero hay que reconocer el esfuerzo porque sólo así se puede garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas y por lo tanto el futuro de la prestación de los servicios públicos municipales.
Pero los presupuestos aprobados tienen también sus sombras. La más llamativa, la que más resalta, es la reducción de la aportación de la Junta de Andalucía, que se sitúa nada más y nada menos que en 7,8 millones de euros menos respecto al ejercicio anterior. Minoración que además afecta a partidas tan sensibles en estos momentos como son el fomento de empleo y los servicios sociales. En mi opinión ensucian la vida pública con su cinismo quienes critican airadamente el descenso en estas partidas del presupuesto municipal cuando saben sobradamente que se debe a esa falta de financiación por parte de la administración autonómica, en actuaciones, esto hay que subrayarlo, que son de su competencia, y no del Ayuntamiento.

En esa línea de cinismo, a la que por otra parte estamos ya acostumbrados, le he escuchado decir a algún responsable socialista, despreciando la rebaja impositiva, que al fin y al cabo por término medio supone sólo un ahorro de unos cincuenta euros por sevillano. Pues si es así, en mi casa somos cuatro sevillanos, así que hagan la cuenta. Y aunque sea la mitad, o la cuarta parte.  Mejor están  esos euros en mi bolsillo que no para que se despilfarren de cualquier manera, como se ha hecho en esta ciudad hasta hace bien poco tiempo. 

lunes, 9 de diciembre de 2013

ENTRE MILÁN Y SEVILLA

         
Foto de Javier Navarro Antolín-El ojo que lo ve.
  
        Acudimos a nuestra cita del domingo en el Maestranza aún bajo el impacto del rotundo triunfo la noche anterior de una Diana Damrau  pletórica  en la Traviata de la velada milanesa de San Ambrosio. No era fácil el reto en un escenario en que, casi sesenta años después,  aún merodea el fantasma de la legendaria Violeta de la Callas. Pero la Damrau tuvo una noche redonda en canto y en interpretación, reconocida entusiásticamente por el público. Todo lo contrario que le ocurrió a Bezcala, Gatti y Tcherniakov, que tuvieron que soportar los abucheos del respetable. Si Gatti y Bezcala parecieron sobrellevarlo, la cara del director de escena, buen amigo supongo de Mortier que lo ha traído en más de una ocasión al Real,  era todo un poema. ¿En qué hora se me ocurriría a mi venir aquí? Pensaría la criatura.  Pero lo de Bezcala era sólo apariencia. Menudo rebote se ha cogido el tenor, que ha dicho en su perfil de facebook que no vuelve pisar La Scala, e incluso le ha echado veladamente la culpa de sus problemas al regista ruso, que sólo le faltaba esto. Lo cierto es que el polaco no anduvo fino, y aunque no creo que fuera para tanto, según suele decirse, el público es soberano. Máxime si se paga un mínimo de ciento veinte euros por la entrada, tendrá uno derecho a protestar si no le gusta, digo yo.
            Pero vamos a lo que veníamos.  Si la memoria e internet no me fallan con la de ayer es la tercera vez que veo representar la historia de Manon y el caballero Des Grieux en el coliseo lírico hispalense (toma cursilada) en una década.  Tanto en versión Puccini (la de ayer fue la segunda) como en versión Massenet. Con la de títulos que hay en el repertorio, no se explica tanta reiteración, pero este año ya ocurrió con Aida, y volverá a hacerlo con Cenerentola, con lo que la única novedad será “El  ocaso de los dioses”.
            Por lo demás la temporada transita  por la dulce senda del clasicismo escénico, algo que a algunos irrita, pero que el público sevillano en general agradece. Y como el espectáculo se hace para el público en general y no sólo para los entendidos, pues a mi me parece bien. Si a esto sumamos el que en muchas ocasiones la innovación deriva en disparate, pues para qué nos vamos a quejar. Si aquí lo que gusta es “Siempre así”  no le pidamos peras al olmo. A ver si vamos a espantar a la poquita afición, que ayer ni se llenó el teatro. Por mi parte no echo de menos producciones del  estilo de las vistas este año en La Monnaie para el mismo título (cuya acción se desarrolla en una estación de metro) o incluso la aclamada Bohème perroflauta (Michieletto) del pasado año en Salzburgo, por referirme a dos obras de Puccini.  Para escenografías más arriesgadas que realmente aporten algo a la obra  habría quizá  que traer títulos más vanguardistas. Mientras tanto nos conformaremos  con degustar el ingenio de Padrissa en el colofón de su Anillo.
            En esta Manon de Didier Flamand que se desarrolla entre decorados de estética dieciochesca dentro de la más estricta ortodoxia,  la televisiva Ainoha Arteta es sin duda la estrella de la función. Como presentadora es pésima, a pesar de su agradable físico, pero ha llegado a esta producción en un momento vocal espléndido encarnando a la perfección  el papel de la heroína ideada por el abate Prévost.  En especial resultó conmovedor el cuarto acto, lo mejor de la representación, en el que tuvo buena réplica por parte de Walter Fraccaro en el papel de Des Grieux. La orquesta estuvo brillante, sobre todo en el famoso interludio del tercer acto. Pero me da la impresión de que a Halfter se le fue la mano con los volúmenes, porque lo cierto es que a los cantantes les costaba horrores saltar el foso. De manera que el resto del elenco, a excepción del coro, me pasó más bien desapercibido. Una lástima.   
            En definitiva, entre Milán (a distancia)  y  Sevilla (presencialmente), hemos tenido un puente de lo más musical. Hacer comparaciones no tiene sentido. Está claro que en Italia la ópera se vive de con una pasión  que aquí reservamos para otro tipo de espectáculos.  El compromiso es mucho mayor, si además se trata de una inauguración de temporada con retransmisión para todo el mundo incluida.  Si Bezacala no quiere que le piten, que se venga por aquí que somos más comprensivos. Aunque me temo que con lo que tiene firmado para los próximos meses para Nueva York, Viena, o París no le va a quedar tiempo. Cosas del divismo.






domingo, 17 de noviembre de 2013

EL SALVADOR "AFTER HOURS"



¿Cuántos sevillanos habrán visitado la iglesia del Salvador más de una y más de dos veces una luminosa tarde de Sábado de Pasión o una radiante mañana de Domingo de Ramos  para comprobar por sus propios ojos el milagro del estreno cada año del paso de la Borriquita, ya adornado con sus flores rosa y sus palmas, presto para la salida procesional, entre el ajetreo de la gente que va de un lado para otro del templo?¿Cuántos no habrán asistido en esta monumental iglesia a una boda, un bautizo o un funeral, cuando sus amplias naves se quedan pequeñas para acoger a la concurrencia? ¿Cuántos habrán asistido alguna vez al traslado del Señor de Pasión a su paso de plata con la iglesia totalmente abarrotada de hermanos y devotos?
Seguramente serán muchos los que en unas u otras circunstancias, por unos u otros motivos, han visitado en alguna ocasión  el segundo templo de la ciudad cuando sus puertas están abiertas al público y fieles en general y habrán podido disfrutar de la magnificencia de su fábrica. Pero el Salvador ofrece una visión muy diferente de noche, cuando ya las luces se han apagado, cuando ya el ir y venir ha cesado, cuando las naves se muestran vacías y silenciosas, sólo unas luces aquí o allá para iluminar lo imprescindible. Máxime si además se pueden visitar lugares habitualmente inaccesibles  como son la cripta, las tribunas, el camarín de la Virgen de las Aguas o las cubiertas. Esto es posible gracias a la visita "Huella de lo Sagrado", guiada por mis amigos de Homo Artis, que tuve oportunidad de realizar semanas atrás.
En la cripta, donde como es lógico se conservan los vestigios más antiguos que se remontan a épocas romana o musulmana, lo que quizá llame más la atención es el venero de agua limpia y cristalina que atraviesa por debajo del templo, que nos da una idea exacta de cómo es el subsuelo de Sevilla y el problema que ello supone para la conservación de edificios históricos. El camarín de la Virgen de las Aguas es una joya que luce en todo su esplendor tras su reciente restauración y que nos habla de la importancia de esta devoción en la ciudad de siglos pretéritos. La visita a las cubiertas permite disfrutar de estupendas vistas de los alrededores cercanos y de casi la ciudad entera. Y por las tribunas, desde las que se contemplan perspectivas inusuales del templo, deambula el espíritu del inconmensurable Leonardo de Figueroa, genio constructor de lo más granado de la Sevilla barroca, que dejó su marca personal en esas cabezas de león que adornan el remate de las columnas, que son puro diseño. Lástima que los responsables del templo no permitan fotos en la cripta y el camarín. Del resto, aquí dejo una pequeña muestra de imágenes que a buen seguro mejorarán mis palabras.






















domingo, 10 de noviembre de 2013

EL CID NO TIENE COFRADÍA

           La mañana del primero de noviembre pasado, día en que como cada año se celebraba la festividad de Todos los Santos, amaneció con sorpresa para los sevillanos. El rumor se fue extendiendo por la ciudad, aunque los detalles eran confusos. Unos decían que un grupo de gamberros habían pintarrajeado la estatua del Cid Campeador en el Prado de San Sebastián. Otros que había sido un comando islamista. También había quien decía que era cosa del Halloween, aunque la viveza de los colores invitaba a descartar de principio esta hipótesis. El asunto se fue aclarando conforme pasaban las horas y los extrañados y escasos viandantes que en la jornada festiva deambulaban por la zona fueron dando cuenta, a través de redes sociales y otros medios convencionales, de lo realmente ocurrido.
         Se trataba de una artista, Olek, de Agatha Oleksiak, entre polaca y neoyorkina, que en sus ratos libres, que se ve que tiene bastantes, se dedica a hacer crochet, y como le cunde, pues va por el mundo revistiendo cosas, y con esta particular fórmula se ha hecho un nombrecito en el panorama artístico internacional. La primera intención fue la de vestir de ganchillo al santo patrón en la Plaza Nueva. Pero alguien con buen criterio en el Ayuntamiento pensaría que aquello podía provocar gran rechazo, empezando por las hermandades que tienen por titular al rey santo. Habría habido hasta misas de desagravio. Pero como no querían perder la oportunidad y pasar por rancios y casposos, pues se pusieron a pensar alternativas. Podían haber mandado a Olek a vestir a Bolívar, allá por la Palmera, pero a buen seguro se habría originado un conflicto diplomático con las sensibles repúblicas hermanas. Podían haber mandado a vestir a Dª María de las Mercedes, pero era de esperar que la Real Maestranza de Caballería pusiese el grito en el cielo, y no está la Casa Real para muchas polémicas. Ya está, al Cid, que como no tiene ni peña, ni cofradía, ni club de fans, aunque haya gente que proteste no llegará la sangre al río. A lo sumo llegará, se dijeron, a la altura del Lope de Vega, pero nada más.
       Y así fue. Después de haberse anunciado incluso que el agraciado cobaya del experimento sería San Fernando, el elegido fue don Rodrigo Díaz de Vivar. A mi el resultado estético me parece vistoso y atractivo, y si puedo no me perderé la exposición que acaba de inaugurarse en la galería Delimbo. Pero en cualquier caso lo considero una falta de respeto para la artista autora de la famosa estatua, la también foránea Anna Hyatt Huntinttong, y, sobre todo, para el histórico personaje que representa. Si uno se toma la molestia de repasar la trayectoria artística de Olek y de las performances que han antecedido a la presente, puede comprobarse que ninguna de ellas afecta a una figura como la de este caso. Veamos: el toro de Wall Street, un tren en Lodz, unos elefantitos en la Lancaster House en Londres.... Aquí ha tocado techo, que para eso los sevillanos somos así de rumbosos.
        Si en vez de una malla de crochet se le hubiera puesto a la efigie un traje de flamenca la falta de respeto habría sido más patente, pero hubiera resultado igualmente artístico. De lo que deduzco que este no puede ser buen criterio, porque a ver quien pone el siempre subjetivo límite. Por eso estimo que el Ayuntamiento no debería prestar a tales fines las estatuas de los personajes a quienes homenajeamos en ellas, aunque no tengan cofradía que les defienda. Si yo fuera El Cid -el de la estatua, no el torero- me bajaba del caballo, que de cosas parecidas ya tiene antecedentes, y decía: “ea, señores, ahí se quedan ustedes con sus colorines, que ya estoy yo en mi casa”.

martes, 29 de octubre de 2013

ÓPERA BILINGÜE

Estreno de temporada en el Teatro de la Maestranza con algunas novedades El formato del programa de mano ha cambiado. El motivo es incluir el texto del argumento también  en inglés. El bilingüismo está de moda. A mi me fastidia, porque he coleccionado los de todas las representaciones desde que el teatro inició sus temporadas regulares en el formato anterior, pero la causa lo justifica. Cuando comienza la representación se percibe que la revolución bilingüe no queda ahí: también los letreros están en español y en inglés. Estupendo. Se ve que los responsables del teatro han decidido apostar por su proyección  internacional. Me parece magnífico porque este es sin duda uno de los potenciales turísticos todavía por explotar a fondo en Sevilla. Si es así yo les recomendaría que le dieran un repasito a la página web, la mejor ventana al exterior que tiene actualmente cualquier institución. Muchos son hoy  los teatros que exportan sus representaciones a través del cine  (Metropolitan, ROH, Scala, París) o de internet (Real, Munich, La Monnaie, Lieja…incluso  Viena se ha sumado este año a la moda, eso sí, cobrando). La web del Maestranza sin embargo es una de las  más pobres en contenidos que  conozco. No hay ni un solo trailer de promoción, y en cuanto a fotografías, por ejemplo, la que ilustra este comentario es la única que ofrece sobre la función que lo motiva.
Si la ópera es un espectáculo total, el que se ofrece en estos días en Sevilla sin duda lo es. Espectáculo visual y sonoro. En esta ocasión, para mi gusto,  el primero le gana al segundo. La escenografía de Mestres rescatada del Liceo de los años cincuenta es realmente bella y efectista, gracias al dominio de la perspectiva, a pesar de la modestia de sus medios. Contribuyen a su realce el estupendo trabajo de iluminación (Faura) y el vistosísimo vestuario (Squarciapino). El culmen fue el fastuoso segundo acto en el que, aunque no hubo caballos, no hicieron falta para representar sobre el escenario la espectacularidad que podemos asociar al Antiguo Egipto. Me acordé de Terenci Moix, que me enseñó con sus libros a ver el país de los faraones. Incluso los ballets me resultaron más convincentes que en otras ocasiones.
En lo musical la cosa estuvo más flojita. Entre las voces, la más destacada fue la de Dimitry Ulyanov, pero claro, su papel, el de Ramfis, no es muy extenso. María Luisa  Corbacho mostró cualidades, pero su Amneris es insuficiente. Tamara Wilson lució espléndida en momentos estelares como  “Numi pietà” o el “O patria mia”, pero en otros pasajes anduvo perdida. Sobre Doss ya dije el año pasado que su voz me parecía algo tosca, y no ha cambiado mi impresión de entonces. En cuanto a  Wilfred Kim quizá es que tengo muy metido en los oídos el Radamés de Pavarotti –todavía- y las comparaciones son odiosas. No es culpa suya. Hasta la orquesta me pareció menos brillante que otras veces. Le he oído a Halftter en una entrevista que ha estado todo el verano estudiando el “Ocaso” con el que concluirá el curso. A lo mejor por eso se le olvidó Verdi. Los coros sí estuvieron a muy buen nivel.

Pero no me hagáis mucho caso sobre todo esto, porque la verdad es que  a partir del tercer acto, con su ambientación nocturna junto a las silentes orillas del Nilo, yo ya tenía un sueño que no me permitía mucha finura apreciativa. Un lunes y además después del fastidioso cambio de hora del otoño, para mi organismo eran ya las doce cuando Radamés se enfrentaba al dilema de escoger entre su patria o su amor a Aída, con el desenlace de todos conocido. No me explico que para una ópera de poco más de dos horas y media de música haya que tener casi cuatro horas de espectáculo, con largos descansos en cada entreacto. También en esto podíamos hacernos un poquito más europeos y no hacer trasnochar a los que nos tenemos que levantar a las siete de la mañana el día siguiente, porque es que esto mata todo posible encanto.

miércoles, 23 de octubre de 2013

NO BUSQUEMOS LOS CULPABLES FUERA


Hace poco más de un año todo el mundo pensaba que España iba a ser rescatada y por tanto intervenida económicamente al no poder hacer frente a sus compromisos de pago. Yo mismo llegué a vaticinarlo en este blog como algo inminente e inevitable y mostraba el pesar por la afrenta que ello iba a suponer a nuestra soberanía nacional.
Hoy afortunadamente nadie piensa ya en esto e incluso muchos parece que lo han olvidado, haciendo menosprecio de la mejora de la situación económica, aún insuficiente, experimentada en nuestro país en los últimos doce meses. Sin embargo hemos sido objeto ayer de una intervención tanto o más dolorosa que la que podría haber sido aquella, en forma de sentencia dictada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos con sede en la ciudad alsaciana de Estrasburgo. Lo que nuestro Tribunal Supremo y nuestro Tribunal Constitucional habían sancionado como ajustado a derecho, la conocida como “doctrina Parot”, un mecanismo de defensa elemental de la sociedad española frente a la relativa impunidad de los peores crímenes propiciada por una legislación deficiente, ha sido desautorizada por la corte europea hundiéndonos en el total desánimo y en la indignación  a las víctimas del terrorismo y  a cuantos tenemos todavía memoria de lo que han sido los terribles años en que ETA mostraba su verdadero rostro de violencia y muerte.

Pero compartiéndose o no los criterios del TEDH, lo que no debemos es caer en el error de creer que los culpables de la situación creada son los magistrados de dicho tribunal. Los enemigos los tenemos aquí dentro. Son los defensores de la progresía en la política penal y penitenciaria, que podemos personificar en la figura infame del tal López Guerra. Son los que siempre han tenido más consideración con los delincuentes que con las víctimas. Los que siempre han puesto por delante la reinserción frente  la  punición. Los que proponen caminos de pazzz olvidándose de la justicia. Los que aún hoy siguen oponiéndose a figuras como la cadena perpetua revisable que se propone en la reforma en trámite del Código Penal. Ellos, y los que sucumben pusilánimemente a sus planteamientos, son los culpables de que hoy una gran mayoría de españoles nos sintamos heridos e impotentes ante la perspectiva de excarcelación de los mas execrables criminales de nuestra reciente historia sin que hayan cumplido más que una ínfima parte de sus condenas. ¡Vergüenza!

viernes, 18 de octubre de 2013

ATARDECER

            El ciervo es quizá el animal más bello de entre los que aún podemos contemplar en estado salvaje en nuestra geografía. Su porte es altivo, su movimiento elegante, y su carácter huidizo y esquivo. Tiene un cierto aire de misterio. Sobre todo los grandes machos son difíciles de ver porque rara vez abandonan  la espesura escondida del bosque. Aquí no tenemos el ciervo blanco de la mitología céltica, del que sólo de tarde en tarde se avista algún ejemplar,  pero nuestros venados rojos son también resistentes al ojo humano, y se camuflan extraordinariamente en el entorno. Sólo en ocasiones se asoman  a los claros donde pueden ser más fácilmente vistos.
           Me gusta salir en su búsqueda, sólo para contemplarlos, por parajes de Sierra Morena o Doñana. Especialmente en la época del apareamiento, en que tienen lugar los ritos atávicos de la berrea. Este año me acerqué al Parque Natural de Hornachuelos, en Córdoba. Hay sin duda una gran población de estos animales en estas sierras,  pero no tuvimos mucha suerte. Allí la mayoría de las fincas y caminos son particulares y no es fácil encontrar lugares para el avistamiento a quien va por libre. De hecho,  el encargado del centro de visitantes del parque parecía no querer dar demasiada información. Me recordó  aquellas películas en que alguien está interesado en alejar a los forasteros del pueblo para ocultar algún secreto. En este caso no íbamos a llevarnos nada, ni siquiera las bellotas esparcidas bajo los árboles. Sólo se trataba de mirar y escuchar, pero con tanta cortapisa apenas pudimos divisar un par de hembras y oir algunos bramidos lejanos.  

              A pesar de todo mereció la pena el paseo siquiera fuera para disfrutar de la quietud  del monte  y del juego de las luces y las sombras a la hora en que el día se acerca  a su fin. Desafiando las prohibiciones,  nos adentramos en una finca por el camino que discurría junto al cauce seco de un arroyo,  a través de un bosque adehesado de encinas y alcornoques, con abundancia de jara, romero y lavanda. Imperaba un ambiente de paz. Una paz que se hacía sensible, que se oía –en el silencio sólo quebrado por los quedos sonidos  de una naturaleza en calma- , que se respiraba –en el aire templado y aromático- que se veía –en la suavidad de las luces y los colores-, y al mismo tiempo traspasaba los sentidos para llegar al espíritu. Por algo desde antiguo estas soledades fueron lugares de retiro monacal. Buscábamos un calvero con buena visibilidad para observar la aparición de algún ejemplar, pero no lo encontramos. Sólo por unos instantes vimos unas hembras cruzando una trocha, antes de que uno de los guardas, con quien podíamos haber jugado al escondite, nos invitara amablemente a marcharnos. Entretanto, la luz fue cayendo, dorando las laderas de los montes y tiñendo de rosa las nubes que salpicaban el cielo. A medida que el día se apagaba se fue incrementando el canto de celo de los machos, aunque  ya no había posibilidad alguna de verlos. La noche había caído y era hora de regresar a casa. Atrás quedó el bosque oscuro, con sus duendes, sus misterios y sus señores, coronados con airosas cornamentas, luchando por la supremacía en sus harenes.




martes, 8 de octubre de 2013

LECTURAS DE VERANO (II)


Contaba el otro día cómo he dedicado buenos ratos de mis vacaciones a leer a dos grandes novelistas como son Lev Tolstói y Marcel Proust. Ya comenté entonces algo sobre Resurrección –que no se piensen los capillitas que tiene nada que ver con la Semana Santa-, última de las novelas del gran escritor ruso, y hoy le toca el turno al literato francés.
De Marcel Proust he leído “Por el camino de Swann”, de cuya publicación se celebra este año su centenario, y que es el primero de los siete volúmenes de su monumental obra “En busca del tiempo perdido”. Y desde luego que le he dedicado tiempo, pero en absoluto lo considero perdido.
Proust es un enorme renovador de la narrativa, de talla equiparable a la  de Joyce, pero sin Bloomsday y sin Angelica Huston interpretando a Greta en  Dublineses, lo que quizá lo haga menos popular, aunque sea muy conocido su famoso episodio de la magdalena y en los últimos tiempos se promocione Illiers-Combray como meca de los proustianos. A mí sin embargo tengo que confesar con humildad que el Ulises no acaba de encajarme y en cambio me engancharon desde primer momento el estilo y universo temático del parisino.
Proust estudió Derecho, por dar satisfacción a su padre, pero nunca ejerció la abogacía. Claro que era rico por familia, y eso le permitió vivir sin ocupación en los ambientes de la alta sociedad parisina, antes de encerrarse en los últimos años de su corta vida para dedicarse por entero a la literatura y dejarnos esta fascinante obra. Últimamente me ha venido a veces a la cabeza que me gustaría dejar la toga y dedicarme a escribir –como a cualquiera- pero ni soy rico por familia ni tengo tan pocas luces como para no darme cuenta de que ni por asomo cuento con las dotes literarias necesarias para escribir nada que se venda, por lo que lo más sensato será seguir escribiendo demandas, informes o recursos, terreno en el que al menos me defiendo.
A Proust hay que paladearlo despacio. Si intentas digerirlo rápido se te atraganta. Pero si le das su ritmo resulta delicioso. Su lectura no es fácil, requiere paciencia y concentración. A veces te pierdes en las frases interminables, en la profundidad de la introspección psicológica de los personajes, en las extensas digresiones sobre el arte o la música, pero entre esas dificultades, que te obligan en ocasiones a retroceder en la lectura al punto en que te extraviaste y retomar la senda con mayor atención, puedes obtener la recompensa de encontrar algunos de los pasajes más bellos que hayas podido leer nunca. Por eso es apropiado para las relajadas siestas del estío, en las que las horas pueden alargarse a placer, sin prisas, sin apremios.

Así que allí estaba yo leyendo plácidamente, imaginando caminos a Méséglise o a Guermantes, amores y celos de Swann, paseos y juegos en el bosque de Bolonia o en los Campos Elíseos, cuando de repente sonó el despertador. Se acabó el encanto. Fin de las vacaciones. Regreso a la rutina, al tedio de los tribunales, el que aburría a los jueces retratados por Tolstói y del que sabiamente supo y pudo librarse Proust. A ello habrá que aplicarse, no hay más remedio. Pero en cuanto haya ocasión no dudaré en volver a sumergirme en la lectura de la Recherche. A seguir indagando en la historia de Odette de Crécy, a recrear  los paisajes normandos de Balbec, a descubrir el personaje de Albertina…hasta recobrar el tiempo perdido.

sábado, 28 de septiembre de 2013

LA NOCTURNA

La Carrera Nocturna del Guadalquivir, “la nocturna” a secas para los amigos, no es en realidad una carrera en sentido estricto. Si acaso lo será para los que salen del cajón reservado a quienes acrediten determinadas marcas. Porque hacer cincuenta y seis minutos en poco más de ocho kilómetros, a causa de que la cantidad de participantes no te permite ir más rápido,  ya me diréis si es correr o es trote cochinero. ¿Entonces, qué es? Pues es fundamentalmente una fiesta. Una fiesta en la que nos reunimos los practicantes de muy variados deportes, desde el machaca del atletismo, al que juega al padle o al fútbol sala o simplemente es habitual del gimnasio, y en este día decidimos echarnos a la calle todos juntos. A ella hay quien va a con el reto de cubrir una distancia a la que nunca se ha enfrentado, otros, los menos porque no es ocasión para ello, a intentar mejorar sus registros, y la gran mayoría a celebrar de manera grupal  que nos gusta el deporte, que tenemos salud,  que estamos en una forma aceptable, cada uno según su condición. En esta edición, de una manera especial, al cumplirse su vigésimo quinto aniversario, la prueba ha alcanzado unas dimensiones, con cerca de veinte mil corredores, que la hacen merecedora desde ya de tener  un lugar de honor el calendario no sólo deportivo, sino de acontecimientos y celebraciones de la ciudad.
Tenía especial interés en correr este año, por muchos motivos. Los veinticinco años de la primera edición, en la que también estuve, el reto de alcanzar una participación récord, mi reciente cincuentenario… Pero la noche se puso difícil y me lo estuve pensando bastante. No sólo era la carrera, había que llegar allí y luego volver, todo previsiblemente bajo la lluvia, por momentos intensa. A cualquiera lo que le pedía el cuerpo era quedarse en casa. Miraba por la ventana, ya preparado para salir, y dudaba. ¡Qué ganas había que tener para pegarse tal mojada por una carrera! Sin embargo esto de correr tiene algo, te reporta tantas satisfacciones personales, íntimas, te hace sentirte por momentos tan bien, que yo creo que todo eso se agolpó de manera inconsciente en mi cerebro empujándome a la calle, en una decisión que evidentemente los que no tengan este gusanillo no la pueden comprender. Yo quería estar allí, y tenía que caer mucha más agua para impedírmelo. Y como yo hicieron otros tantísimos corredores que desafiando las inclemencias inundaron las calles de Sevilla en una riada espectacular -donde había cantos, había chistes, había voces de aliento- que causaba la admiración, allí por donde pasaba, de los animosos espectadores que la contemplaban.

¿El tiempo? ¿El puesto? ¡Yo qué sé! ¿Se puede contar el  puesto cuando hay veinte mil corredores, cuando la gente entra en masa en la meta?¿Se puede medir el tiempo cuando nada más en la salida pierdes ya cuatro o cinco minutos, cuando hay casi que pararse en cada embotellamiento, en cada curva? ¿Se puede hacer buena marca en una "carrera acuática" como la de anoche? Los que corremos sin afanes competitivos lo hacemos buscando las sensaciones, más que las marcas. Y en ese sentido las sensaciones fueron las mismas que con cuarenta, con treinta o con veinte, a pesar de que entonces evidentemente iba mucho más rápido. Es por esto por lo que te sientes más joven. Cuando te pones las zapatillas no piensas en la edad que tienes, o incluso te hace olvidar que has cumplido ya unos años. Correr es siempre un intento, más heroico cuanto más inalcanzable es el objetivo, de luchar contra ese enemigo inexorable de nuestra existencia que es el tiempo. Ora para ir más rápido, ora para que pase más lento. Será por eso que a pesar de los elementos yo quería ir, participar, llegar a la meta y conseguir esa medalla que lo acredita. No es de oro, pero como si lo fuera. 

lunes, 23 de septiembre de 2013

LECTURAS DE VERANO (I)

Dice el tópico oficial, difundido hasta la saciedad por los mass media dictadores de las modas, que el verano es tiempo de lecturas ligeritas y facilonas, de no quebrarse mucho la cabeza, no vaya a ser que al personal, al que pastorean con programas de entretenimiento que van de lo vulgar a lo chabacano, se le calienten en exceso las neuronas. Creo que esto entra dentro de los cánones de la civilización del espectáculo (Vargas Llosa), que es lo que ahora mayormente se lleva. Una cultura degradada hasta la zafiedad, para que así todos y todas podamos acceder a ella. Aunque a lo que accedamos sea bodrio más que cultura.
Como a mi no me gusta ni mucho ni poco, sino todo lo contrario,  que me digan lo que tengo que leer y cuándo, en estos meses de canícula, para ir contracorriente,  me he entretenido, junto a algún libro de economía y otras cosillas menores, con Tolstói y Proust, que no son escritores precisamente livianos.
Del escritor ruso he leído Resurrección, la última de sus novelas (1899) en la que resalta el enfoque moralista que cuestiona todo el sistema económico, estatal y eclesiástico de su época. Menos conocida quizás que Guerra y paz o Ana Karenina, Resurrección es una obra cumbre del realismo crítico. Entre los magistrales pasajes que pueden encontrarse en la narración me han quedado grabados algunos muy relacionados con mi profesión, por la agudeza con que son tratados. En uno de ellos se trata de la vista del recurso que el protagonista Nejliúdov ha promovido ante el Senado ruso –equivalente a lo que aquí sería el Tribunal Supremo- para intentar la revisión de la condena recaída sobre Katiusha, la mujer con la que pretende casarse para reparar su culpa, para lo que ha contratado los servicios del abogado Fanarin. Tras describir la intervención del abogado, Tolstói refleja la forma como es acogida por sus destinatarios:

Después del discurso de Fanarin parecía evidente que el senado debería anular la sentencia. En su rostro apareció una sonrisa triunfal. Al mirar a su abogado y al ver esta sonrisa, Nejliúdov tuvo la seguridad de que el asunto había sido ganado. Pero al mirar a los senadores advirtió que Fanarin era el único en sonreir y en considerarse vencedor. Los senadores y el fiscal adjunto no sonreían ni daban muestras de entusiasmo, sino que tenían el aspecto de personas aburridas y decían: “Hemos oído muchos discursos de la gente de su profesión, y ninguno nos ha servido para nada”. Únicamente parecieron satisfechos cuando el abogado terminó y dejó de molestarles inútilmente.”
       
          No sé si la crítica de Tolstói va más dirigida a la palabrería de algunos abogados, a la insensibilidad y suficiencia de algunos jueces o a ambas cosas a la vez. Lo cierto es que en más de una ocasión he vivido esa sensación de que lo que estás diciendo ante un tribunal, que normalmente es importante para tu cliente, el juez de turno lo escucha como quien oye llover, cuando no con signos de evidente fastidio por tener que estar allí ocupándose de semejantes asuntos. Estoy seguro que muchos compañeros están familiarizados con similar experiencia. Es más, alguna vez los propios justiciables me han comentado negativamente esa actitud. Desgraciadamente lo que ocurría en la Rusia zarista, y que con tanta maestría captó y describió Tolstoi, ocurre también en nuestro país en nuestros días. Algo que desde luego desacredita la función judicial.




miércoles, 11 de septiembre de 2013

EL ARTÍCULO 118


El seguimiento de la trepidante actualidad informativa en nuestro mundo actual hace necesaria la continua renovación y mejora de nuestros conocimientos en las más variadas materias, especialmente en el ámbito de la economía y del derecho. No en vano hoy son muchos los que preconizan la necesidad del lifelong learning, esto es, el aprendizaje a lo largo de toda la vida, y no cabe duda de que tienen razón.
      Si hace un par de años por ejemplo, pocos eran los que sabían algo de esa pariente pelmazo, hoy conocidísima del gran público, que es la prima de riesgo -que por cierto, desde entonces ha adelgazado y se le ha puesto una cara algo más agradable- desde ayer, con el último auto dictado por la juez Mercedes Alaya en su instrucción del caso ERE, tenemos un nuevo saber en que ocuparnos, porque hará correr ríos de tinta, como es el contenido del artículo 118 (con su bis) de la Ley de Enjuciamiento criminal, así como la jurisprudencia y doctrina judicial que lo interpretan.
       Evidentemente, nadie que no sea profesional del derecho tiene ni pajolera idea de qué es lo que diga el referido precepto. Sin embargo a algunos, especialmente informadores y tertulianos, esto parece importarles poco, y se atreven a hablar de oídas y a emitir “fundadas” opiniones con más arrojo que vergüenza.
       No voy a entrar aquí en farragosas argumentaciones jurídicas. Mi mediático vecino de despacho universitario Fernando Álvarez-Ossorio andaba esta mañana pegado al teléfono intentando explicar a tirios y a troyanos los sutiles entresijos de la cuestión. En mi opinión el auto judicial está razonablemente fundado, lo cual no quiere decir que sea irrebatible, y trata con exquisita consideración a los afectados, a los que casi les pide perdón por hacer lo que considera que no tiene más remedio que hacer, en contra de lo que pudiera pensarse. Alaya no ha imputado ni a Chaves ni a Griñán, porque no tiene competencia para ello, ni ha solicitado que se haga, como repetidamente he visto escrito de forma errónea, pero sí ha advertido de esa posible futura imputación y les ha ofrecido la posibilidad de defenderse al constatar la existencia en la causa de suficientes elementos, sobre todo a raíz de las últimas diligencias practicadas, para pensar que el asunto pueda afectarles.
       Hablando en plata, lo que la Juez les ha dicho es que miren ustedes, como aquí hay gente que dice que ustedes estaban en el ajo, aunque a mi me queda todavía faena por hacer antes de, en su caso, mandarle el asunto al Supremo, si quieren ustedes vienen ya aquí y se defienden de la manera que estimen más conveniente, no vaya a ser que después me digan que les causo indefensión.
      Si estos señores fueran verdaderamente probos servidores públicos que no tienen nada que ocultar, deberían estar encantados de poder defenderse en sede judicial de las insidiosas interpretaciones que en medios periodísticos, políticos, y ciudadanos -inevitables por otra parte en una sociedad abierta- se hacen sobre sus responsabilidades en este turbio asunto, y de poder así colaborar con la justicia en su esclarecimiento, puesto que su versión fue siempre la de que fue la propia Junta que sucesivamente presidieron la que en su día puso en marcha la investigación de estos hechos. Si en la investigación han surgido inesperados indicios incriminatorios, que no obstante no se consideran todavía suficientemente contrastados como para elevar la causa a otra instancia, lo mejor será que los aclaren cuanto antes disipando toda sombra de duda sobre sus conductas antes de llegar a mayores. 
      No se entiende pues a qué viene tanta queja y tanto aspaviento en las filas socialistas, que han llegado a calificar la actuación judicial como “caza de brujas”, no sé si con doble sentido o no, o incluso a especular con la astracanada de la intervención de Zoido en la redacción de auto. A mi parecer, lo que esto demuestra es que verdaderamente existe el temor en el PSOE de que al final se les acabe desmontando el cuento de los “cuatro chorizos” (infiltrados, comisionistas y el chófer de la coca), que todavía es el que mucha gente de la suya lee. A lo mejor temen que esa gente acabe dándose cuenta de que en verdad este es el caso más grande de corrupción que haya habido nunca en España, y que, lo más grave, no es un asunto marginal sino que está en el epicentro del régimen que impera hace décadas en Andalucía: la utilización de dinero público a mansalva para servir no a los intereses de los ciudadanos sino a los de un partido político y sus satélites. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

LA NUEVA CLASE

Cayó hace unos meses en mis manos casi por casualidad un libro del escritor francés Guy Sorman  titulado “La solución liberal”. Buscaba otro título del mismo autor, pero apareció este en los anaqueles de la biblioteca y me resultó atractivo, y aunque han pasado ya algunos años desde su publicación en 1984, su contenido me pareció actual.
Entre otros temas tratados, se quejaba Sorman por aquél entonces de que ni siquiera los gobiernos de Margaret Thatcher o Ronald Reagan,  a pesar de ser demonizados por la izquierda por su inspiración liberal o neoliberal,  habían conseguido reducir el tamaño que sus respectivos aparatos estatales habían alcanzado en su enorme desarrollo desde la II Guerra Mundial.
Para explicarlo se remonta  a la advertencia que ya hacía Tocqueville en su obra “El Antiguo Régimen y la Revolución”: “Los funcionarios administrativos –expone el autor de “La democracia en América”- forman una clase que tiene su espíritu particular, sus tradiciones, sus virtudes, su honor, su orgullo propios. Es la aristocracia de la sociedad nueva que ya está formada y viva; sólo espera que la Revolución haya despejado el sitio”.   
Esta idea es retomada en tiempos más recientes por Michaël Zöller, un sociólogo alemán de la Universidad de Bayreuth, para quien el Estado es un sistema de intereses personales organizado, una Nueva Clase. Según Zöller, en palabras de Sorman, “los miembros de la Nueva Clase, los burócratas que rigen el Estado, funcionarios y políticos, son seres humanos terriblemente normales...Como todos nosotros, su ambición estriba en aumentar su retribución y su autoridad. Como clase, se dedican a desarrollar sus poderes, sus intervenciones y su parte de mercado, es decir, la deducción financiera que realizan mediante el impuesto sobre la sociedad civil. No puede esperarse de estas gentes normales un comportamiento distinto y sería tan estúpido reprochárselo como ignorarlo”.
Esta nueva clase se ajusta bastante a lo que hoy se ha dado en llamar, con término bastante más despectivo, “la casta”, y abarca a la práctica totalidad de la clase política, sea del color que sea. Es la consecuencia de la profesionalización de esta actividad. Quienes se dedican a ella pretenden vivir de esta ocupación indefinidamente, y por lo tanto crean sus propios intereses como clase, comunes a todas las formaciones y tendencias, y al mismo tiempo divergentes del de la sociedad a quien indefectiblemente tienen que rapiñar para asegurar su subsistencia. Por eso el político auténticamente liberal es hoy rara avis. El político profesional tiende más bien a expandir su negocio –el del Estado- que a reducirlo. Cuestión de mera supervivencia.
Para Sorman, asistimos a una nueva lucha de clases, en las que burguesía y proletariado han sido sustituidos por la clase político-funconarial por un lado y lo que podríamos llamar la sociedad civil por otro. Esta última incluiría a “todos aquellos que viven de la economía privada, sometidos a las leyes de la competencia y condenados a dar siempre pruebas de iniciativa, de imaginación, capaces de cambio, inseguros por lo que se refiere a su futuro…. Enfrente, la Nueva Clase produce sobre todo palabras; las profesiones que ejerce son generalmente del orden del discurso. Vive de la deducción que realiza sobre los demás y se justifica por ello en nombre del interés general”.

El mismo Sorman advierte de la esquematicidad de su análisis –que aquí además expongo de manera obviamente simplificada- aunque no lo sea mayor que la del marxista del que toma referencia, pero a grandes rasgos creo que es bastante acertado. La última prueba la tenemos en la propuesta de reforma de la Administración que en estos meses se discute en nuestro país, y que podríamos resumir en la lampedusiana fórmula de cambiarlo todo para que nada cambie. Porque más allá de retoques cosméticos y de algunos cambios de denominación, mucho me temo que el peso de nuestra elefantiásica administración va a seguir cargando abusivamente nuestros hombros, más o menos de la misma forma que hasta ahora. Normal. No vamos a pedir a estas criaturas que tiren piedras contra su propio tejado.

viernes, 5 de julio de 2013

EL DRAGADO DEL RIO

El Consejo Económico y Social de Sevilla, que tras superar diversos escollos ha retomado su actividad ordinaria bajo la presidencia de mi compañero y amigo Joaquín Revuelta García, aprobó la semana pasada una importante declaración en favor de la revitalización del río Guadalquivir, que pasa por su dragado en profundidad, largamente proyectado y demorado y que supondría un relanzamiento de la actividad económica en torno a esta fundamental arteria fluvial al permitir el acceso de barcos de mayor calado.
En la declaración se pone de relieve, entre otras cosas,  la trascendencia del río en el desarrollo histórico de nuestra ciudad, la contribución fundamental que otros puertos similares han aportado a la mejora de las condiciones económicas en sus entornos, el interés en la Unión Europea por el fomento del transporte marítimo, y por consiguiente la necesidad imperiosa de aprovechar –y hacerlo ya- este recurso estratégico que la naturaleza y la geografía ofrecen a la ciudad de Sevilla y toda su área metropolitana.
De esta forma se expresa el apoyo unánime de las fuerzas sociales de la ciudad –sindicatos, patronal, asociaciones de vecinos y consumidores…- a este proyecto, instándose a las diversas administraciones implicadas a que se pongan manos a la obra y remuevan todos los obstáculos existentes que por el momento impiden que el mismo  se vea hecho realidad.
         Los sevillanos deben saber que el desarrollo económico de Sevilla -especialmente el industrial con sectores como el aeronáutico, la automoción o el metalúrgico, pero también otros como el agrario, el logístico o el turístico- depende en gran medida de este proyecto, y que cada día que pasa se están perdiendo oportunidades de negocio en nuestra ciudad. Con su indefinida demora no  sólo es que se esté dificultando la llegada de nuevas empresas, sino que incluso algunas de las que están ponen en duda su continuidad.
Lamentablemente ese apoyo social unánime no fue correlativo en el terreno político, en el que dos de las formaciones presentes en el Consejo (IU y PSOE) se desmarcaron de la iniciativa. De manera que a día de hoy, en el espectro político con representación institucional se puede decir que por desgracia sólo el Partido Popular está por la labor. En concreto IU presentó una enmienda a la totalidad según la cual no está a favor del dragado “ahora” -cuando en realidad quiere decir “nunca”- basándose para ello en no sé cuántos remilgos medioambientales, carentes de cualquier fundamento riguroso. Hemos descubierto ahora que a IU le importan mucho los arroceros del bajo Guadalquivir y muy poco los trabajadores industriales de Sevilla, cuyos sindicatos apoyaron sin fisuras y con entusiasmo la declaración. El único apoyo que obtuvo en su oposición fue el del PSOE, que está claro que se siente más cómodo “subvencionando” EREs que poniendo las bases para el mantenimiento y desarrollo del turismo y  la industria sevillanos. Se puede llegar a pensar que e estos señores en realidad no les importa el empleo, sino que el que haya dependa directamente de ellos para así poder mantener sus redes clientelares.

Evidentemente la declaración no dice en ningún momento que el dragado haya de hacerse en contra de nadie,  ni de cualquier manera, puesto que todos los intereses han de ser conciliados. Para ello están, entre otros instrumentos, la Declaración de Impacto Ambiental que integra el proyecto y que ya contempla todas las medidas correctoras necesarias. Lo que pasa es que cuando nos dedicamos a  jugar a la política en vez de a solucionar los problemas, hay que buscar excusas donde sea con tal de diferenciarse, dar la nota y poner palitos en la rueda del adversario, aunque el perjudicado final sea el ciudadano. Como dijo el presidente de la Autoridad Portuaria, asistente a la sesión, “el puerto de Hamburgo –uno de los mayores de Europa y del mundo-  está en medio de un parque natural, y nadie dice nada. Aquí es que somos…campanudos”.     

domingo, 23 de junio de 2013

GANÓ VERDI


foto Teatro de la Maestranza.

Ni el más infame de los hombres merece el castigo del bufón jorobado de la corte de Mantua. Rigoletto es una de las mayores tragedias que se pueden contemplar en un escenario, algo que siempre conmueve. Su atormentada vida transcurre en un círculo cerrado de odios  y resentimientos generado por la acción cruzada de las crueles  y despiadadas burlas que hacen de él y las que él hace de los demás, padres y maridos ultrajados incluidos. El único solaz de su existencia es su hija Gilda, a quien obsesivamente trata a toda costa de proteger de la depravación de la corte. Sin embargo, la joven acaba muriendo en sus brazos, víctima inocente e inesperada de su insana sed de venganza. Intento imaginar y no lo consigo un dolor más intenso y más terrible. Rigoletto es un personaje odioso, por su falta de compasión ante el dolor ajeno, al que finalmente sin embargo hay que acabar compadeciendo. Tendría por eso que no tener entrañas para que, habiendo buenos cantantes, no se me pongan los vellos de punta cuando antes de caer por última vez el telón el protagonista lanza su desgarrador lamento.
Ayer hubo buenos cantantes en el Maestranza. Fue una velada redonda.  Broche de oro  para esta temporada operística. Acudir al teatro en la tarde de un sábado, sin las presiones de un día de trabajo, sin preocupación por si el espectáculo termina antes o después, ya es todo un lujo. Sólo tienes que pensar en la música. Si además lo haces para contemplar una de estas óperas que no te cansas nunca de ver, el disfrute está asegurado. A esto añádasele el espléndido elenco de voces autóctonas que encarnan los personajes principales, y el excelente desenvolvimiento de nuestra orquesta sinfónica y director titular en este tipo de repertorio.
La dirección del teatro se las ha aviado para  reunir en torno a esta producción del Teatro Regio de Parma a buena parte de lo más granado del panorama vocal nacional en estos momentos, y el resultado ha sido espectacular. Vaya por delante que no me gustó el inicio, con falta de ajuste entre el sonido en off y las voces en el escenario, y un “Questa o quella” que me resultó un tanto desvaído y falto de brío. Pero la cosa se fue entonando para alcanzar un primer momento álgido en el memorable “Caro nome” de Mariola Cantarero, que esta vez sí me convenció plenamente. Me impresionó enormemente Juan Jesús Rodríguez -aunque quizá le faltase imprimir algo más de histrionismo al personaje- en especial en sus intervenciones en “Povero Rigoletto” y “Tutte le feste al tempio” del segundo acto. En cuanto a Ismael Jordi cantó con la facilidad y soltura de los elegidos, con la excepción ya dicha del inicio, su corto pero comprometido papel, pues no debe ser fácil atacar la que probablemente puede ser el aria más conocida de la historia de la ópera, que cualquiera ha cantado alguna mañana en la ducha. Sparafucile y Maddalena estuvieron perfectamente representados por un Dimitry Ulianov de profundísima voz, y una sensual Mª José Montiel. Mi única pena es no poder escuchar al segundo reparto, nada menos que con Leo Nucci, Jessica Prat y Celso Albelo. Es lo malo que tiene ofrecer dos carteles tan bien rematados.

 Por lo demás habrá que admitir que en este apasionado  e incruento duelo que se viene desarrollando este año por todos los coliseos operísticos del mundo entre los dos colosales músicos cuyos bicentenarios celebramos, en Sevilla el público ha dictado su veredicto a favor de Verdi. Un público de aluvión, mayoritariamente no entendido, ruidoso y charlatán, pero que es para el que se ofrece el espectáculo Lo ha hecho de una manera muy sevillana, sin aspavientos, pero sin dejar lugar a dudas sobre sus preferencias. Si hace unos meses me quejaba de las butacas vacías en el Sigfrido de Wagner,  ayer el lleno era absoluto y creo que andan igual el resto de representaciones. Pero los wagnerianos estamos de enhorabuena porque se ha confirmado la conclusión de la tetralogía para el próximo curso con la representación de “El ocaso de los dioses”, con la producción de Caros Padrissa. Dentro de una programación corta y a mi modo de ver excesivamente conservadora, tenemos que felicitarnos al menos porque se vea cumplido este anhelo, que se ha visto amenazado por los problemas económicos de todos conocidos. Esperemos que vengan tiempos mejores, pero desde luego por lo pronto los aficionados en Sevilla no podemos quejarnos del nivel que se está manteniendo a pesar de las dificultades.   

viernes, 14 de junio de 2013

¿ESTAMOS DESCONCERTADOS?


La enseñanza concertada en Andalucía está sufriendo un ataque sin precedentes –expresión que tanto le gusta utilizar a la izquierda- por parte de la Junta. Primero fue la supresión de conciertos a los centros de educación diferenciada –cuestión que merecería una reflexión aparte- y luego la eliminación de unidades en otros diversos centros, a pesar de contar con  sobrada demanda social.
El problema es grave –hasta los obispos han llamado la atención sobre ello- porque la supresión de unidades hoy se traduce en la de líneas completas en el futuro, y si esta tendencia se consolida, mañana pueden ser más. La Junta dice basar su decisión en el descenso demográfico: hay, en global, menos población a escolarizar, y consiguientemente la reducción de la oferta tiene que venir por el lado de la concertada, sea cual sea la demanda real que esta tenga por parte de los padres. Un planteamiento que pone en evidencia que para los que mandan en la educación en nuestra comunidad –responsables de las alarmantes tasas de fracaso escolar que padecemos, entre otras cosas- la enseñanza concertada es una enseñanza de segunda categoría, una fórmula molesta con la que hay que tragar cuando no se tiene más remedio, pero que a poco que se pueda hay que eliminarla. Este es sin duda el planteamiento oculto del PSOE y explícito –está en su programa- de IU.
A día de hoy la enseñanza concertada es la fórmula –podría haber otras, pero esta es la que tenemos- que permite a los padres que no somos ricos elegir el tipo de educación que queremos para nuestros hijos. Los padres tenemos ese derecho, y a que esa educación sea financiada con fondos públicos, porque todos pagamos impuestos para ello. Es un problema que afecta por tanto sobre todo a la libertad de elección de las familias, y consiguientemente a la libertad de la sociedad en general,  y así deberíamos considerarlo con independencia de que nos afecte o no de manera directa y concreta.
La situación ha propiciado la creación de una plataforma en defensa de la enseñanza concertada a la que se ha puesto el ingenioso nombre de ESTAMOS DESCONCERTADOS. La expresión tiene evidentemente un doble sentido. El primero haría alusión específicamente a los centros a los que se pretende dejar sin concierto. El segundo  al desconcierto que esta decisión unilateral de la Junta les produce a algunos. A mi particularmente no me lo provoca. Era lo esperable de un gobierno social-comunista, cuyo ideal debe estar cercano a que  el Estado sea el Único y Gran Educador, como es propio de los regímenes totalitarios. Pero es que además eso de que la enseñanza concertada es de segunda clase para la Junta no es nada nuevo. Desde siempre la enseñanza concertada ha sido sometida a un régimen de ninguneo, cuando no de acoso, por parte de las autoridades educativas socialistas, manteniéndoles una financiación de mera subsistencia y de casi asfixia económica. Desde siempre se ha impuesto que la enseñanza concertada no se mueva más allá del 20% de la oferta educativa, cuando podía ser mayor. Desde siempre se ha favorecido con  todo tipo de prebendas a la enseñanza pública, de manera que una plaza pública llega a costar más del doble que una concertada, a pesar de lo cual los colegios concertados siguen manteniendo altas cotas de calidad y gozando de la confianza de muchos padres como lo demuestra su elevada demanda  año tras año. Por lo tanto, quien se sorprenda de esto es que se ha caído de un guindo. Ahora la única novedad es que ya van a por todas, a eliminar la enseñanza concertada si les es posible, porque la coyuntura lo propicia. El PSOE consigue con ello contentar a quien le mantiene en el poder (IU) y al mismo tiempo abre un frente más de confrontación, que es a lo único que la Junta se dedica eficazmente desde hace dos años, con el gobierno central, promotor de una reforma educativa que no les gusta.
Habría que plantearse por tanto si no una reforma global del sistema, sí de cómo viene funcionando. El problema es que durante demasiado tiempo las propias entidades titulares de los centros concertados han venido condescendiendo con este tratamiento denigrante,  con tal de no romper con ese poder que les mantiene atenazados. Aún hoy me da la impresión de que muchos, víctimas del síndrome de Estocolmo, todavía dudan. Y protestan, pero sin levantar mucho la voz no vaya a ser que se enfaden los señoritos.  El problema es que los padres sólo nos preocupamos si les afecta directamente a nuestros hijos, cuando es un asunto que concierne a las libertades ciudadanas en general. Como en tantos otros campos ocurre, mientras que la enseñanza pública cuenta con experimentados profesionales de la protesta en su defensa, la libertad de educación sólo la defendemos torpes aficionados. Parece como si tuviéramos mala conciencia y nos avergonzáramos de luchar por nuestros derechos. De defender nuestra libertad. La libertad de una sociedad que camina borreguilmente hacia el adocenamiento igualitarista.


martes, 4 de junio de 2013

QUE NOS QUITEN LO BAILAO

Está claro que de fútbol entiendo muy poco. Como de tantas otras cosas a pesar de escribir sobre ellas. Me permito hacerlo porque creo que aquí no molesto a nadie. El que quiera que me lea y el que no pues eso que se ahorra.
Como a principio de temporada tuve la osadía de escribir sobre mi Sevilla con grandes expectativas, tengo ahora que reconocer que me equivoqué de la a a la z. Hoy ha sido un día triste para el sevillismo. La oficialización de la más que esperada venta de Navas es la constatación del fracaso, por ahora, del objetivo de consolidar al club entre los grandes. Se supo llegar, pero no mantenerse. El mérito de una cosa no quita la decepción por la otra. Navas no es un jugador cualquiera, como aquellos que se vendieron en su día para crecer, pero que o bien no eran de la casa, o bien no habían llegado aún a su plenitud. Navas lo ha dado todo y lo ha conseguido todo. ¡Diez años! Y qué diez años. Ha sido santo y seña del Sevilla en sus temporadas más gloriosas, esas que según el propio presidente, han acabado. A la vista está. Ninguna prueba más elocuente que tener que vender a este futbolista en las condiciones en que se ha hecho. Comprendo que se vaya. Tal como están las cosas es lo mejor para el club y para el jugador. Pero los que simplemente disfrutamos viéndolo correr vistiendo nuestra camiseta en pos de la portería contraria con la ligereza de una gacela lo lamentamos.
Del Nido dijo una vez que lo único imprescindible en el Sevilla eran el escudo, la bandera y la afición. Se equivocaba. Cuando se ha conseguido la cuadratura del círculo que consiguió el Sevilla en los años 2006-2007 no era cuestión de prescindir de nadie de los que habían alcanzado tamaño éxito. Lo normal hubiera sido hacer todo lo necesario para mantener aquél invento el máximo tiempo posible. Él no lo vio así, y empezó a desmontársele el tinglado demasiado pronto. Su ambición fue determinante para la consecución de los mayores logros en la historia del club, difícilmente igualables, pero al mismo tiempo su soberbia le llevó a creer que sería capaz de repetir la fórmula, prescindiendo de los principales ingredientes. Ahí estuvo su error: pensar que porque una vez había acertado iba a acertar siempre. El suyo y supongo que el de Monchi, a quien el mal de altura le jugó malas pasadas a la hora de elegir algunos futbolistas en los que se dilapidó de mala manera la hucha conseguida gracias, todo hay que decirlo, a su eficaz gestión anterior. 
Ahora, como ya se ha dicho, hay que empezar de nuevo. No es mal punto de partida hacerlo habiendo llegado a semifinales de Copa, y pudiendo entrar otra vez en competición europea, aunque sea de carambola, dos circunstancias a las que nos hemos habituado en los últimos años. Hay que volver al discurso de la humildad que tanto se ha echado en falta últimamente, cuando todos hemos ido viendo palpablemente que la cosa iba para abajo. Puede que sean las exigencias de ser el mejor equipo de Andalucía. En cualquier caso, que nos quiten lo bailao.

sábado, 1 de junio de 2013

UN PASEO POR EL ALJIBE


Como habíamos previsto, el domingo 19 de mayo salí con unos amigos a dar una  vuelta por la montaña. El objetivo era alcanzar la cima del Aljibe, situada a 1091 m de altitud en el Parque Natural de los Alcornocales, en el límite de las provincias de Cádiz y Málaga.
Llegamos por Jerez de la Frontera y Alcalá de los Gazules, feudo tradicional del socialismo andaluz -que incluso ha dado a España ministra de imperecedera memoria- donde pudimos observar una de las obras emblemáticas que caracterizan a este régimen: un costeadísimo carril bici… que no lleva a ninguna parte.
Desde Alcalá nos dirigimos hacia el puerto de Gáliz. A la salida del pueblo pudimos divisar fugazmente nuestro destino, perdiendo después su vista por el juego de curvas y contracurvas y la frondosa arboleda que rodea la carretera. Dentro del coche  sonaba en la radio la Consagración de la Primavera de Stravinski, y fuera la contemplábamos.
Al Aljibe puede accederse por dos rutas: la primera que encontramos en  nuestro camino es la que arranca desde el área recreativa del Picacho, desde donde puede accederse también al pico del mismo nombre. La dejamos atrás porque buscamos la ruta que transita por la aldea de la Sauceda, más al norte. Unos cuantos kilómetros y bastantes curvas más allá ya estábamos en el punto de partida de nuestra excursión a pie.
El bosque misterioso
Casi toda la ascensión, que iniciamos en una altitud de unos quinientos metros, va transcurriendo por un hermoso a la vez que inquietante bosque de quejigos y alcornoques, salpicado aquí y allá  de viejos ejemplares de formas complicadas y singulares. A poco de empezar, se llega al lugar donde estuvo la aldea de la Sauceda, refugio documentado de forajidos y bandoleros desde el siglo XVI. Hasta aquí vino Argote de Molina, que luego se quedó con una afamada calle en Sevilla,  a combatirlos. Siglos después, en la Guerra Civil, fue escenario de una sangrienta acción contra partidarios republicanos que allí se habían refugiado. Hoy sólo quedan los restos de una capilla y unas casitas recientes a modo de albergues, donde también se habrá gastado un dinero, y actualmente están abandonadas. Algunas tienen hasta camas. Quien no tenga miedo a los espíritus puede  pasar allí la noche.
La Sauceda
Continuamos la ascensión por el bosque sombreado y húmedo, en el que abundan helechos y musgos, y corrientes de agua que descienden por los canutos, cuyo rumor, junto al canto de los pájaros, se unen a la banda sonora de esta película. Como se sabe, un aljibe es una cisterna o depósito para recoger agua, y aquí no falta. De pronto, junto al principal arroyo que surca la ladera, aparecen los primeros ejemplares de rododendros, en pleno periodo  de floración. Mi afición al rododendro me viene de la época en que era lector asiduo del filósofo José Antonio Marina, gran amante y cultivador de este arbusto. Desde que supe que en estos bosques se encontraban algunos de los escasos y amenazados ejemplares silvestres en la península, lo marqué entre mis objetivos. Sus  flores de llamativo color rosado, agrupadas en ramilletes, ponen una  nota de exotismo entre los verdes y ocres predominantes.
Rododendros
Conforme se  gana altura van desapareciendo los rododendros. En este tramo, buena parte de la senda transcurre por los propios arroyos, lo que dificulta un tanto la marcha, y sobre todo hay que tenerlo en cuenta en época de lluvias. Es ya muy cerca de la cima cuando comienza a desaparecer la frondosa vegetación y es entonces cuando, mirando al sureste,  pudimos avistar Gibraltar. Aquí reinaba el viento de poniente del que durante la subida nos había protegido la propia montaña, y la temperatura cambió de repente, teniendo que hacer uso de la ropa de abrigo, hasta ese momento superflua. Ya prácticamente el camino es llano, salvo la última protuberancia rocosa que es donde se encuentra el vértice geodésico, Desde lo alto de estas rocas la vista es impresionante, aunque el viento pega fuerte. Desde el Torreón, en la sierra del Pinar, hasta el Jebel Musa, en la vecina África. Desde la bahía de Cádiz, al Torrecilla, en la Sierra de las Nieves. En los días auténticamente claros, nos contaron, se ven hasta los barcos en el estrecho. Será por eso que allá un poco más abajo hay un observatorio militar, para controlar por si acaso.
Las legendarias columnas de Hércules, vigiladas desde el observatorio militar.

Dicen que aquí estuvo y se bañó la reina Isabel la Católica, cuando anduvo por estas tierras luchando con los moros, en un sitio –oquedad excavada o formada naturalmente en la roca con forma de bañera- que le llaman por eso la pilita de la reina. Si la reina subió allí, que lo dudo,  desde luego no creo que lo hiciera para bañarse. Nosotros no vimos la pilita porque nos despistamos. Sí otras oquedades de más reducida dimensión que bien pudieran ser el bidet y el lavabo de la regia sala de baño.
Sanitarios de roca

         A la vuelta, para no pasar otra vez por donde Herodes, nos fuimos por Ubrique. Pero no vimos a Jesulín. Lo que a pesar de todo no empañó nuestra satisfacción por haber podido contemplar la belleza de los rododendros en flor.