sábado, 14 de mayo de 2016

UN DULCE ELIXIR

Cuadro de la serie "El Circo" de Fernando Botero, en el Museo de Antioquía (Colombia)
Yo esperaba el viernes una velada de fiesta y reivindicación al mismo tiempo. Fiesta campestre, como es habitual en el Maestranza, con el respetable comiendo bocadillos envueltos en papel de aluminio durante el descanso entre actos. Pero también de reivindicación ante los delicados momentos que afectan al futuro del teatro y especialmente de la orquesta que habitualmente cubre sus funciones líricas. Pero el público pareció no darse por aludido. Pocos fueron los lazos verdes que se vieron entre los espectadores. Sí por supuesto en el foso y en otros responsables de la función que saludaron a su finalización. Antonio Muñoz, único político activo que vi por allí.y responsable de la cosa en el Ayuntamiento debió salir aliviado. “Aquí podemos hacer lo que queramos” pensaría “nadie se va a echar a la calle si liquidamos la Sinfónica y ponemos a la Banda de la Sopa”. Sorprendentemente no pareció que los aficionados estén desde luego por partirse la cara para defender lo que hemos venido disfrutando en los últimos veinticinco años.
Quizá es que “L' elisir...” sea una ópera tan amable, tan bonita, que a la gente le diera pereza salirse de ese confort para acordarse de cuestiones más problemáticas. Efectivamente, la representación estuvo a la altura de la belleza del belcanto y del encanto naif de la historia de amor feliz entere Nemorino y Adina, tan diferente a la trágica de Tristán e Isolda que toma como referente. Contribuyó a ello en gran medida la dirección de escena de Víctor García Sierra, ambientada en el circo y con una escenografía y vestuario inspirados en la pintura de Fernando Botero. El muy conseguido cromatismo propio del pintor y escultor colombiano se conjugó con un entretenido movimiento e interpretación de los actores, con apuntes de números circenses incluidos. Lo que todavía me estoy preguntando es a qué venía la figura del prelado acompañado de su acólito en semejante ecosistema. La dirección musical corrió a cargo de Yves Abel. Me pareció bien en líneas generales, compenetrando muy adecuadamente las voces con la orquesta, pero en mi opinión adoleció de cierta falta de brío en algunos pasajes. La granadina María José Moreno brilló como la gran soprano lírica ligera que es encarnando a Adina. Al joven Joshua Guerrero, estadounidense a pasar de su apellido, no tenía el gusto de conocerlo, pero venía avalado por su mentor Plácido Domingo y los premios Operalia. Fue de menos a más, alcanzando su cenit, como todos esperábamos, en “Una furtiva lagrima” que dejó buen sabor de boca. Los barítonos Manolov y Cavaletti (Dulcamara y Belcore) también estuvieron a la altura vocal e interpretativamente, aunque el segundo con cierta tendencia al engolamiento. El coro también fue protagonista tanto por su canto como por su trabajo teatral -¡ay quien yo me sé, agitando alegremente el pañuelito!- contribuyendo al éxito general de la representación.

jueves, 12 de mayo de 2016

LAZOS VERDES POR LA MÚSICA

Ni el brillo de producciones exitosas como la del bicentenario de “El barbero de Sevilla”, ni la reciente celebración de sus respectivos veinticinco aniversarios pueden tapar la difícil situación económica por la que atraviesan el Teatro de la Maestranza y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Ambas instituciones se han visto afectadas en los últimos ejercicios por una considerable merma la financiación de las administraciones implicadas. En el caso del teatro son cuatro, Ministerio de Cultura, Junta, Diputación y Ayuntamiento de Sevilla, y su aportación se ha reducido más del cincuenta por ciento en apenas seis años, pasando de 8,6 millones de 2009 a los poco más de 4,2 millones de 2015. El resultado es que aparte de los ineludibles recortes en diversos conceptos, se ha generado una deuda de cerca de dos millones de euros. La cantidad parece ridícula en comparación con las cifras que se manejan para otros asuntos, legales o criminales. Sin embargo las administraciones se han negado en redondo a incrementar su aportación, provocando la salida anticipada de la gerente Remedios Navarro. Es extraño en los tiempos que corren que cuatro administraciones con diferente color político se pongan de acuerdo en algo. Sin embargo la falta de transparencia es total al respecto. Como ya ocurriera con el culebrón del nombramiento de director de la ROSS hace dos años, los ciudadanos nos vamos enterando a cuenta gotas, y me da la impresión de que nunca al completo, de lo que ocurre entre bastidores, nunca mejor dicho. Si la negativa tajante a ampliar las dotaciones se debe, por suponer, a una nefasta gestión debería saberse de forma clara y señalar a sus responsables, y a partir de ahí poner nuevas bases para el futuro. Pero aquí nadie da explicaciones. O al menos gente como yo, que nos interesamos por el tema, no las conocemos. Encima los políticos quieren que se incremente la aportación privada, para ellos seguir manejando a su antojo y con su general incompetencia.
La situación de la ROSS es similar. En este caso son dos las administraciones implicadas: Ayuntamiento y Junta, al 50%. Mientras el Ayuntamiento ha venido manteniendo a duras penas su aportación en los últimos años (unos tres millones de euros), la Junta, tan amable siempre con Sevilla, la ha reducido hasta 2,2 millones, que además, según dicen, no paga a tiempo. Así, el déficit generado en esta institución es de 1,3 millones, hallándose incluso en causa de disolución según la normativa mercantil. Para paliar la situación, el Consejo de Administración de la orquesta no ha tenido otra idea más original que rebajarle el sueldo un 15% a los músicos.
Es por esto que desde que se anunciara la medida se viene generando un movimiento de protesta cuyo símbolo son los lazos verdes, que han sido exhibidos ya en varios conciertos. No sólo no he apoyado sino que he criticado a los señores profesores de la orquesta en algunas reivindicaciones laborales anteriores. Sin embargo creo que lo que ahora está en juego es, aparte de su propia dignidad profesional, el futuro de estas dos instituciones que son la base principal de la cultura musical en Sevilla.
No es de extrañar que en Sevilla, de grandioso pasado pero capital al fin y al cabo hoy de una región sumida en un atraso del que no hay visos de que vaya a salir en las próximas décadas, no haya dinero para muchas alegrías. Pero entre los logros más importantes de los tiempos recientes están sin duda la consolidación de este teatro y de esta orquesta como verdaderos faros culturales que alumbran sobremanera la vida musical de esta ciudad. Dejarlos caer ahora sería un auténtico dislate, por muchos que sean los problemas presupuestarios. Si algún lujo podemos y debemos permitirnos es este. Si en algún objetivo cultural hay que centrar todos los esfuerzos en este momento, es aquí. Seguro que encontramos veinte mil “cosillas” de esas en las que se tira desahogadamente el dinero para negárselo a los proyectos realmente importantes. El teatro y la orquesta necesitan un compromiso claro de cara al futuro, y no vivir en la permanente provisionalidad en que lo hacen en los últimos años. Pienso en este sentido que es el Ayuntamiento de Sevilla quien tiene que tomar el liderazgo y arrastrar a las restantes administraciones implicadas. Precisamente ahora que nos acercamos a la celebración del veinticinco aniversario de la Expo 92, no podemos consentir que algunos de sus principales y mejores legados entren en decadencia.


jueves, 5 de mayo de 2016

EL FRACASADO



Foto EFE

Dentro del  fracaso colectivo que para la clase política española, y en especial para los dos partidos que han venido gobernando el país en las últimas décadas, supone la convocatoria de nuevas elecciones para el próximo mes de junio, por su incapacidad de ponerse de acuerdo para formar un gobierno, hay un protagonista  que resalta sobremanera y sin lugar a dudas como el gran fracasado, y  no es otro que Pedro Sánchez. Es cierto que Rajoy tampoco sale muy bien parado, al no haberle servido de nada a la postre el haber ganado las elecciones de diciembre, pero al menos ha tenido algo más de inteligencia, aunque su postura no haya sido muy gallarda, al zafarse del desgaste que para el socialista ha supuesto su frustrada investidura y su indecente pordioseo de votos aquí y allá.  No me vale aquello de “al menos lo ha intentado” porque lo que ha intentado no tenía otro fundamento que su propio interés personal. Por  lo que hace a Rivera y a Iglesias, ellos han jugado sus cartas, como mejor hayan sabido a su criterio, pero no creo que se les pueda considerar fracasados porque su responsabilidad era secundaria en este escenario, y está por ver qué es lo que puedan haber ganado o perdido con sus estrategias.
Lo de  Sánchez sin embargo ha sido un fracaso en toda regla y sin paliativos. Desde la noche electoral se autoerigió  en intérprete de la voluntad popular, sacando la lectura simple de que esa voluntad era de cambio, y que con quien únicamente no había que contar para ese cambio era con el partido en el gobierno y que había resultado, mire usted por dónde,  el más votado en los comicios.  Se olvidó el caballero de que para avanzar en política y para gobernar  no sólo hay que estar en contra de algo, sino que hay que saber hacia dónde se va. Por lo tanto no basta una etérea voluntad de cambio, sino que hay que tener claro en qué dirección tiene que tomarse el nuevo rumbo. Esta premisa tan elemental de que no se puede andar al mismo tiempo en dos direcciones contrarias Sánchez la obvió. Fue de farol con el Rey, pues no contaba ni mínimamente, según se vio luego, con apoyos suficientes para la investidura, y a partir del encargo real se puso a buscarlos yendo como pollo sin cabeza de un lado a otro, mendigando los votos de todo el espectro político, ahora a la derecha, ahora a la izquierda, a excepción del “apestado” Partido Popular, con el resultado ya conocido.
Sánchez ha demostrado ser un político insolvente, perdido en su laberinto de eslóganes y prejuicios, que no cuenta ya a estas alturas con el apoyo ni de su propio partido. Su discurso es de una vacuidad que produce náusea. Se habla ya de que con él al frente el PSOE puede ser superado por las formaciones a su izquierda que ya le pisan los talones. No es que me alegre precisamente de ello, pero es lo que se puede esperar cuando un partido político se pone en manos de un botarate  como este. No sabemos quién será presidente del Gobierno después de las nuevas elecciones, pero al bello Sánchez deberíamos darlo ya por descartado, aunque el muchacho siga en sus trece. Sus carencias han quedado a la vista. Hay que tener la cabecita mejor amueblada para aspirar a tanto. Los demás no sé, pero este ya ha  demostrado lo que da de sí.