sábado, 28 de febrero de 2015

28F: EL GRAN QUEO

Según el DRAE “queo” es una interjección que se utiliza para dar aviso de la presencia de algo o de alguien, especialmente si constituyen un peligro. Dar el queo a alguien sería pues avisarlo, ponerlo en guardia ante alguna amenaza. En Andalucía sin embargo utilizamos habitualmente la expresión con otro sentido, proveniente del verbo quedar. Volviendo nuevamente a la autoridad del DRAE, dicho verbo puede utilizarse coloquialmente (decimoquinta acepción) y en forma reflexiva como sinónimo de engañar a alguien o abusar diestramente de su credulidad. Quedarse con alguien es engañar a alguien, normalmente en plan de broma y sin mala intención. De ahí los andaluces, tan aficionados a quitar “des” pasamos a quear o quearse y por ese camino se llega a queo como broma consistente en engañar a alguien, hacerle creer algo falso, para después sacarlo con humor de su error.
          Entre la variada programación “cultural” de la inefable televisión pública de Andalucía (Canal Sur: la suya) encontramos un programa que utiliza esta expresión: se trata del “El gran queo” un programa de entretenimiento basado en la grabación de bromas con cámara oculta presentado por el caricato malagueño Manolo Sarria (ex Dúo Sacapuntas) y la actriz sevillana Ana Ruiz (supongo yo que por aquello la paridad y los equilibrios territoriales). Jamás he visto ni un minuto de dicha bazofia, como de casi nada de lo que se produce en esa casa tirando el dinero de todos, pero me imagino que servirá para entretener a cientos de miles de criaturitas que no tienen otra cosa mejor que hacer. Además, si te lo pierdes en la fecha de emisión televisiva siempre te queda la posibilidad de verlo en la web “a la carta”. Según se explica en esta página “el programa nos muestra el buen humor de todos los andaluces” (el subrayado es mío). Es decir, contribuye a la conformación de nuestras señas de identidad colectivas, una de las cuales, sin duda, es el buen humor. El que no sea grasioso no es buen andaluz. El que no aguante las bromas, no es buen andaluz....
                Con tan elevados planteamientos resulta de lo más natural que los prebostes del principal aparato propagandístico del régimen hayan tenido la brillantísima, descarada y genial idea de emitir un programa especial con motivo de la celebración del Día de Andalucía. Y han tenido todo el arte y toda la  frescura  descaro de llamarlo “El gran queo 28F”. Así, como lo leen. Con todas sus letras. El 28F fue, ha sido a la postre, un gran queo. Y se sienten tan seguros en su posición hegemónica que no tienen reparo en reconocerlo, aunque sea bajo el velo del humor. 
             Si señor, nos engañaron. Decían los socialistas que buscaban lo mejor para Andalucía, pero en realidad lo que perseguían era su mejor acomodo. Montar un sistema clientelar, con las menos injerencias externas posibles, que sustituyera los esquemas sociológicos del régimen anterior por otro parecido pero sosialihta. Nos sacaron a los andaluces a la calle para ir a las urnas aquél 28F haciéndonos creer que luchábamos por romper las cadenas que impedían la prosperidad de que nos creíamos capaces y por dejar atrás centurias de postración y atraso. Nos grabaron con cámaras, ocultas o no, yendo a votar en masa aquella histórica jornada. Las imágenes inundaron telediarios y portadas de periódicos. Nos utilizaron para conseguir las mayores cuotas de autonomía posible y así se consiguió. Por fin Andalucía era dueña de su propio destino. Por fin estaría en nuestra mano remover los obstáculos que perpetuaban nuestro secular atraso. Los primeros tiempos fueron de ilusión. No era fácil, había que mejorar muchas cosas, ir paso a paso. Nuestros amigos europeos vinieron en nuestra ayuda. Cientos de miles de euros en ayudas comunitarias. Pero aquello no tiraba. Empezaban a advertirse graves carencias. Mas con habilidad, los actores del programa nos mantenían en el farsa ¡Es que Franco!¡Es que la derecha!¡Es que los señoritos!¡Es que Aznar o Rajoy (nunca Felipe Gonzalez)!....Han pasado los años, las décadas, y Andalucía sigue ahí. Ha avanzado, porque todo el mundo lo ha hecho. Pero comparativamente continúa en la cola de todos los indicadores de bienestar y progreso (a excepción hecha del clima y el medio natural, que estaban antes de la Junta). Los dineros para procurar nuestra mejora se gastaron en pagar favores y comprar votos, en colocar a toda la familia y  en mantener una paz social que no perturbase la tranquilidad de los nuevos dueños del cortijo. En seguir controlando al personal por la vía de la dependencia económica del poder, ya fuese a través de subvenciones, subsidios, concesiones o cualesquiera otra formas de intervencionismo. Una forma subliminal de dominio, más sofisticada desde luego que la policial, pero igualmente criminal como se están encargando de poner de manifiesto los jueces. Eso sí, los nuevos señoritos, los que están detrás de las cámaras, han progresado muchísimo y están divinamente. Tanto se han reído ya de nosotros que han decidido descubrirnos el pastel y reconocer sin tapujos: ¡Pero si era una broma! ¡El 28F era un queo! ¡Un grandísimo queo! Jajajajaja! A los andaluces, con nuestro proverbial sentido del humor, tan sólo nos cabe, al parecer, reirnos y seguir la broma. Otra cosa no se espera de nosotros, que somos taco de buena gente. ¿Nos vamos a enfadar con estos señores tan simpáticos que nos dan tan buenos programas de televisión? Que no hombre, que no. Y menos ahora con la reina-madre, tan del pueblo. ¡Niño, pon aquí otra ronda para estos señores que nos han tomado el pelo con tanto arte! 

lunes, 23 de febrero de 2015

POLÍTICA RASTRERA

Una de las cosas que más me asquean de la política son los políticos sin escrúpulos que no tienen el más mínimo empacho en defender una cosa y la contraria con tal de meterle el dedito en el ojo al adversario. Es lo que en mi opinión está ocurriendo con el asunto de la ampliación de la zona azul decidida por el Gobierno Municipal en el verano pasado, ya la que con tanto ahínco se oponen PSOE e IU, por motivos claramente partidistas. Se puede estar de acuerdo o no con que haya que pagar por aparcar en determinadas zonas de la ciudad. La medida tendrá siempre sus beneficiados y sus perjudicados. A mi particularmente me viene muy bien que haya zona azul en el Prado, impuesta hace ya bastante tiempo no precisamente por este gobierno, porque me permite encontrar aparcamiento para hacer gestiones rápidas, cosa que de otra forma no ocurriría. Distinto es cuando tengo un juicio o alguna actuación que requiera más tiempo, pero entonces busco otras soluciones. Lo mismo les ocurre ahora a mis clientes cuando acuden a mi despacho en la zona de Nervión. Antes no tenían más opción que dar vueltas y más vueltas hasta encontrar un sitio libre, o aparcar en parking de pago. Ahora sobran las plazas por todos sitios. Evidentemente es más barato pagar la zona azul, que un estacionamiento privado. Pero supongo que habrá otras personas a las que les fastidie, por los motivos que sea.  Lo que no tiene defensa alguna es que políticos de la oposición PSOE- IU se pongan al frente de esa manifestación de una forma totalmente hipócrita y oportunista. Porque si algo es indudable es que la medida ha tenido un efecto disuasorio para la utilización del vehículo privado. Ha sido entrar en funcionamiento la regulación  y desaparecer decenas y decenas de vehículos de los estacionamientos. Y no por ello han dejado ni los alumnos de ir a clase,  ni la gente de ir a los juzgados, etc. Habrá quien haya optado por aparcar más lejos, pero también muchos que han decidido dejar su coche en casa optando por otros medios de transporte. No resulta por tanto de recibo que quienes constantemente hacen bandera del transporte público y persiguen de manera incluso enfermiza la utilización del privado, cuando les conviene para hacer pupa al contrario se rasguen las vestiduras porque se restrinja el aparcamiento como medida de racionalización de su uso. Lo mismo cabe decir de los sindicatos mayoritarios. Todo el día reivindicando transporte público, pero sus trabajadores y trabajadoras quieren aparcar su propio coche en la puerta del tajo. Desconozco en profundidad la problemática de Bami, pero la de Nervión es de las zonas mejor comunicadas de la ciudad: autobús, bicicletas, tranvía, metro y tren de cercanías ¿se puede ofrecer más? ¿Entonces con qué argumentos pueden Espadas y….(¿quién lleva ahora los asuntos de IU en el Ayuntamiento?) reclamar que se derogue? ¿Cuántas zonas azules más no hubieran implantado ellos, de continuar en el poder, para construir su "modelo de ciudad" sin coches?  Piden que haya consenso, un consenso por ejemplo, que no se intentó siquiera con los vecinos del casco antiguo cuando se impuso el Plan Centro manu militari, con la oposición expresa, por ejemplo, de la mitad de la Junta Municipal del Distrito. Entonces, como gobernaban ellos, se permitían hacer lo que les venía en gana. Ahora que gobiernan otros es cuando se acuerdan de los consensos. Vergüenza y asco me dan.      

sábado, 7 de febrero de 2015

SIN PENA NI GLORIA

Murió joven Vincenzo Bellini (Catania 1801, Puteaux 1835). Pero apenas treinta y cuatro años le dieron para escribir unas pocas óperas que han pasado entre las mejores de la historia y que permanecen  entre las indispensables del repertorio. Quienes gozan del favor de las musas no necesitan una larga existencia para alcanzar la inmortalidad. De entre esas obras imperecederas la que para algunos es la cumbre del belcantismo, Norma, estrenada en La  Scala en 1831 con no mucho éxito pero a la que el compositor tenía en gran estima y que con el tiempo fue apreciada en su verdadero valor. Acaso a esto contribuyeron en gran medida, ya en la pasada centuria, las grandes divas como Joan Sutherland, Montserrat Caballé o María Callas que interpretaron el papel protagonista dándole una dimensión inigualable. El caso es que Norma sigue siendo hoy día uno de los títulos más atractivos que se pueden presentar en un teatro de ópera, y en el Maestranza esta era la segunda vez que ocurría. Un recuerdo por cierto para María Guleghina, protagonista en aquella ocasión, a quien recientemente pudimos ver en Génova interpretando Tosca con nuestro Carlos Álvarez como Scarpia.
           Acudíamos a la representación bajo el síndrome de la sustitución por enfermedad  de la inicialmente prevista Angela Meade por la más desconocida Daniela Schillaci, catanesa ella y paisana por tanto del compositor. No es extraordinario esto de las sustituciones en la ópera. Muchas de las que después fueron figuras tuvieron su primera oportunidad a través de este medio. Pero a veces sale y otras no. Y esta vez fue no. Schillaci no carece de virtudes canoras pero a día de hoy no da el nivel de exigencia de una Norma. Norma es "Casta diva", y su "Casta diva" pasó absolutamente sin pena ni gloria. A mí me dejó frío, y supongo que a todo el teatro. Debe ser muy duro para la cantante afrontar esta pieza, supongo que dando todo de lo que es capaz, y no arrancar ni un atisbo de aplauso entre el respetable, que en muchos de estos casos lo hace incluso por inercia. Tiene que ser un palo, y ya es meritorio seguir defendiendo el papel con dignidad después de tal decepción. No había empezado bien la cosa, Para colmo, en el dúo que sigue entre Pollione y Adalgisa se produjo un incidente entre el público que desconcertó totalmente mi atención sobre lo que pasaba en la escena. Alguien se indispuso (espero que quedara en el susto) en las primeras filas del balcón de mi derecha, con el consiguiente revuelo de gente para arriba y para abajo hasta que la persona afectada fue evacuada. Entre decepciones y distracciones  se pasó el primer acto.
Por si había posibilidad de remontar en el segundo, el coro de toses, carraspeos y ruidos varios del inefable público maestrante (sonó hasta un portazo durante la representación), que ya diera la nota en el reciente concierto de Barenboim, se encargó de hacer lo posible para acompañar inoportunamente al tremendo monólogo de Norma y el subsiguiente dúo con Adalgisa. Sonia Ganassi, triunfadora aquí en anteriores comparecencias como Rossina o Leonora, me ratificó la impresión, ya apreciada en su papel de Romeo el mes pasado en “I Capuleti e i Montecchi” (del propio Bellini) en La Fenice,  de no estar en su mejor momento. Tampoco sobresalió Rubén Amoretti (Oroveso), casualmente compañero también de  Ganassi en la representación veneciana. Es curiosa la historia de este burgalés que fue inicialmente tenor (creo que cantó como tal en Sevilla hace  ya bastantes años) y ahora ha cambiado radicalmente de tesitura. Cumplidor, sin más. En cuanto a Sergio Escobar (Pollione), toledano debutante por estas latitudes, posee una voz potente y clara pero falta de la debida  modulación en muchas ocasiones.  Con estos mimbres en una ópera belcantista no se puede hacer mucho más que cumplir decorosamente. A pesar de ello Maurizio Benini se empeñó en mi opinión (seguramente equivocada porque el maestro sabrá más que yo de esto) en tiempos lentos que hacen lucir las voces cuando las hay, pero que las dejan al descubierto más de lo necesario cuando fallan. La escenografía me pareció correcta pero algo ñoña. Muy a la italiana. Se movían más las rocas de las grutas que los intérpretes. El resultado final arrancó los aplausos de cortesía, pero sin entusiasmo.

Era una buena opción escuchar a la Meade en este mítico papel, pero los numi  no quisieron. Otra vez será. Espero resarcirme mañana  con la Lucía que nos anuncian en directo desde la Bayerische Staatsoper con Diana Damrau como protagonista.