domingo, 24 de diciembre de 2023

LA GRANDEZA DE LO PEQUEÑO

 




En este exacto lugar, marcado hoy por una estrella de plata de catroce puntas y rodeada de lámparas de iconostasio, en el suelo de lo que fue una cueva o gruta, cuenta la tradición cristiana que nació Jesús. Está lógicamente en Belén (donde ya no hay pastores ni nieva habitualmente, y esta Navidad será especialmente triste), en una cripta bajo el altar mayor de la Basílica de la Natividad. Es este un templo al cual se accede, muy a contraestilo de lo que generalmente es la entrada a los grandes recintos sagrados de todas las religiones, por una puerta muy diminuta. Tiene su historia y su porqué, sobre lo que no me voy a detener ahora. Pero también tiene una consecuencia práctica muy significativa: para entrar en este lugar tienes que hacerte pequeño. Al menos la gente de mi estatura tiene necesariamente que agacharse. Os lo aseguro. Si no, te quedas fuera.


 

Será verdad o no que ese es el sitio exacto en que María dio a luz y depositó al Niño. Se cuestiona incluso si Jesús nació en Belén o en Nazaret, o en quién sabe dónde, o si nació siquiera. Pero si tantos hermanos que nos precedieron en la fe lo creyeron, no sólo católicos sino de las demás confesiones cristianas, no voy precisamente yo a tener la soberbia de decir rotundamente que no.

Este año que ahora acaba he tenido la fortuna de poder de estar allí. Y a pesar de toda mi mentalidad racionalista de hombre occidental ilustrado del siglo XXI, con todas mis interrogantes, mis dudas y mis incertidumbres, con todas mis lecturas e informaciones en tal o cual sentido, pero también con mi fe y mi esperanza puestas en el mensaje del Nazareno, no he podido menos que postrarme y orar ante él, haciendo memoria del acontecimiento que en estos días celebraremos los creyentes.


Porque los hombres, en nuestra pequeñez, nuestra debilidad y nuestra inconsistencia, de las que tantas veces nos olvidamos, necesitamos signos sensibles que nos acerquen al Misterio del Altísimo. Sólo haciéndonos pequeños y alejando nuestra soberbia podremos hacer que Dios nazca en nuestros corazones.

La diminuta puerta de la Basílica de la Natividad en Belén y la recoleta  gruta donde luce la estrella conmemorativa del nacimiento  del Salvador nos invitan a ello.

 

¡¡Feliz Navidad!!