Aquí iré escribiendo lo que se me ocurra y quiera compartir con el mundo.
lunes, 19 de enero de 2015
LA MAGIA DE LA MÚSICA
lunes, 12 de enero de 2015
JE NE SUIS PAS CHARLIE, MAIS J'AIME LA LIBERTÉ
![]() |
Foto Gtres vía Vozpopuli |
A mi no me
gustan las publicaciones del estilo de Charlie Hebdomadaire. No
comparto ni sus ideas, exponentes quizá de un trasnochado
sesentayochismo, ni su estética, en muchas
ocasiones innecesariamente grosera. Algunas de sus publicaciones me
parecieron irrespetuosas con las creencias de muchas personas, que
lógicamente se sintieron ofendidas. Por lo tanto yo no puedo decir
que soy Charlie porque no puedo identificarme con Charlie. Pierda
cuidado al respecto “Willem”, uno de los caricaturistas de la
revista satírica, afortunadamente superviviente de la matanza, quien ha declarado sentirse “sorprendido” de la cantidad de nuevos “amigos” que le han surgido al semanario en los tristes
últimos días y que antes no le tenían tanto cariño. Yo no voy a
ser su “amigo”. Ni lo fui antes ni voy a serlo después del
atentado. Pero a pesar de ello lamento profundamente la muerte de
sus compañeros, que no hacían otra cosa que escribir o dibujar, y
la de las restantes víctimas, hasta diecisiete, de estos días en
París, y defiendo su derecho a expresarse libremente, y que se
tomen todas las medidas que sean necesarias para garantizar ese derecho,
aunque a mí personalmente no me gusten sus expresiones u opiniones.
Yo no soy amigo de Charlie Hebdo, soy amigo de la vida y de la
libertad. Vivimos en un mundo civilizado, en el que si alguien tiene
que poner límites a esa libertad han de ser las leyes y los
tribunales. Ningún individuo ni grupo puede ponerse por encima de
esas instituciones y decidir qué es lo que se puede expresar o
manifestar y qué es lo que no. Los autores de estos atentados
pertenecen a otro mundo, el de la barbarie y el fanatismo, y tenemos
que defendernos de ellos, porque nos han declarado la guerra. Todos
los que amamos la vida y la libertad somos sus potenciales objetivos,
porque para ellos no tienen ningún valor, las desprecian y nos
desprecian a nosotros que las hemos puesto como valores supremos de
nuestro marco de convivencia. Quien quiera integrarse en nuestra
sociedad tiene que aceptar estos valores, y quienes no quieran
hacerlo tienen que ser expulsados o al menos estrictamente
controlados como medida de autodefensa. No podemos consentir en
nuestro territorio guetos de integrismo que supongan una amenaza
permanente. Pero voy a más: a mi me duelen tanto las muertes que
puedan producirse en París, Madrid, Londres o Nueva York como las
de los periodistas degollados, los cristianos crucificados, los
homosexuales arrojados al vacío o las mujeres y las niñas mutiladas
por estos animales en otros países no occidentales. Al Qaeda y el
Estado Islámico y todos sus satélites son organizaciones
terroristas que tienen que ser combatidas allí donde se encuentren y
con los medios que sea preciso. Yo defiendo la libertad de expresión
de Charlie Hebdo, aunque no me guste el uso que de ella hace, y también la vida y
la libertad de tantos miles de inocentes que diariamente están
muriendo en el mundo (Siria, Irak, Nigeria, Pakistán...) a manos de
estos criminales. Ojalá de la foto de unidad de la manifestación de
ayer en París salga la voluntad firme y sin fisuras de los líderes
mundiales, cosa que dudo, de perseguir a estas ratas hasta el último
rincón del planeta donde puedan esconderse.
lunes, 5 de enero de 2015
CONCIERTOS DE AÑO NUEVO
Debe haber mucha gente en el mundo, melómanos y no tan melómanos, que como yo piense que es una costumbre muy sana festejar el cambio de año dándose un atracón de buena música, algo que no provoca ardores ni resacas. No me refiero lógicamente a esos insoportables programas musicales de lentejuelas y matasuegras, o muchachas enseñando las bragas que no son de oro, a los que nos tienen acostumbradas las televisiones públicas y privadas –con campanadas y pifias incluidas- en Nochevieja. Me refiero a esa otra música que por su calidad trasciende las modas, y que por ello hemos convenido en llamarla clásica, algo que nada tiene que ver con lo aburrido o lo caduco. Seguramente es por esto que por todas partes ha proliferado la celebración de conciertos especiales, marcados por su carácter festivo, en estas fechas de recopilaciones y balances, proyectos y buenos propósitos.
Gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación hemos podido disfrutar en estos días del Concierto de la Víspera de Año Nuevo en Dresde, con Christian Thielemann dirigiendo la Staatskapelle, acompañando nada menos que a Anna Netrebko –diva entre las divas- y a mi admirado Juan Diego Flórez, centrado en la opereta “La princesa gitana” de Imre Kálmán; del Silvesterkonzert de la Filarmónica de Berlín, con su titular Simon Ratle al frente y la participación de Menahem Pressler como solista, que interpretó el concierto para piano nº 27 de Mozart, y en el que también sonaron piezas de Dvorak, Brahms o Khachaturian; del Concerto di Capodanno en el Teatro de La Fenice de Venecia, dirigido por Daniel Harding, con un programa íntegramente italiano con diversas arias y dúos de ópera (Verdi, Donizetti) interpretadas por el tenor Mathew Polenzzani y la soprano Maria Agresta; y cómo no, del tradicionalísimo (setenta y cinco años ya) Neujahrstkonzert ofrecido desde la Musikverein por la Filarmónica de Viena bajo la batuta del maestro Zubin Mehta con el consabido repertorio straussiano.
Es este último sin duda el más famoso y conocido por ser el pionero de todos ellos y el que ha sabido encontrar una fórmula que, bajo la premisa de la calidad que siempre es distintiva de la formación vienesa, lo hacen diferente de cuantos otros conciertos se interpretan a lo largo del año, al tiempo que asequible y disfrutable por un muy amplio espectro de público. Esto hace que en otros lugares se haya imitado el formato de conciertos a base de valses y polkas para la ocasión. En Sevilla hace ya unos años que se viene haciendo en el Teatro de la Maestranza, y en días pasados también se celebró un concierto de Año Nuevo, con notable éxito de crítica y público. Considero un gran acierto que en el programa de este año se haya dado más peso a la música española, porque aunque nuestra Real Orquesta Sinfónica es versátil y capaz, no le veo mucho sentido imitar a un original que es difícilmente igualable.
Pero el Concierto de Año Nuevo de Viena es, aparte de un acontecimiento musical, un evento potentísimo de promoción turística. Los vieneses aprovechan para vender los encantos de su ciudad a través de la retransmisión televisiva que siguen millones de espectadores en todo el mundo. Ojalá Sevilla fuera capaz de dar con la tecla de un concierto extraordinario anual singular y al mismo tiempo de proyección universal, por lo tanto no localista, que sirviera para promocionarla entre los aficionados a la música de todo el mundo, y que fuera además reflejo de una pujante actividad en este campo. Creo que no cabe mejor tarjeta de presentación y que puede haber mimbres para ello. Se me ocurre por ejemplo un concierto en torno a la Hispanidad, aprovechando nuestra vinculación transatlántica, que incluyera preferentemente música española y sudamericana, un repertorio rico y escasamente programado en Europa, de la mano de las batutas hispanas de mayor reconocimiento mundial, empezando por Daniel Barenboim, habitual ya en esta plaza y al que tendremos nuevamente con nosotros dentro de unos días, y siguiendo por los Gustavo Dudamel, Andrés Orozco Estrada, Pablo Heras-Casado, Jesús López Cobos…, con participación de nuestras grandes voces: Domingo, Flórez, Álvarez, Arteta, Villaroel, Vargas, Camarena, Herrera, Machado, Villazón…etcétera, etcétera, etcétera (Zubin Mehta dixit). En fin, aprovechando la fecha y la ilusión de niño que aún pueda quedarme se lo voy a pedir a los Reyes Magos, y después me iré a dormir, y a soñar, que es gratis. ¡Feliz y musical 2015!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)