jueves, 9 de abril de 2020

SE TE ESPERA, ESPERANZA


Se te espera, Esperanza. En esta mañana de Jueves Santo sin sol, de cielo triste y gris, sin mantillas que pasean orgullosas visitando las iglesias, sin colas para verte por la calle Bécquer, sin chaquetas con lacitos en la solapa, sin plumas de los armaos que hacen guardia en la Basílica…A pesar de todo, se te espera. Y han colocado los vecinos adornos en balcones y escaparates para que nadie se olvide de qué día es hoy.

Se te espera en calle Feria. Se te espera junto al Arco. Se te espera en la Cruz Verde y la Alameda. Y por San Juan de la Palma, y en la Plaza de los Carros. Se te espera en Sor Ángela y Espíritu Santo..…Toda Sevilla te espera, pero más aquí, en tu barrio, pese a tenerte tan cerca, que siempre que podemos vamos a verte a casa.

Sí, ya sé que este año no vendrás tú a visitarnos. Que estás encerrada. Confinada como tu gente. A través de la red puedo verte en tu camarín. Que ni siquiera hubo lugar a entronizarte en tu paso. Este año el atrio está desierto y las puertas están cerradas. Y no se abrirán. No vendrán nazarenos de negro a pedir venia alguna desde San Lorenzo. Ni la centuria hará su ronda anunciando la Madrugá.

Este año me tendré que conformar con soñarte, que es otra forma de tenerte cerca. Te soñaré girando lentamente en Resolana junto a los Altos Colegios y viniéndote hacia mí de lejos, ascua de luz en la noche por la calle ancha, hasta llegar al balcón de José, con sus mejores galas. Soñaré ver venir esos ciriales en frágil equilibrio, movidos por la bulla que se arracima delante de tu paso. Soñaré la saeta y soñaré la marcha y el rumor de tus bambalinas a compás, en ese silencio que se hace siempre cuando tú pasas, que sólo se rompe para gritarte “guapa” cuando ya alguien no puede contenerse y proclama la verdad de lo que todos estamos pensando. Te soñaré, me soñaré, caminando un ratito junto a ti, embelesado en tu rostro resplandeciente en ese trocito bajado del cielo que es el espacio que delimita tu palio, mientras se mueven las mariquillas verdes en tu pecho, que parece que vas respirando... Soñaré ver las caras de la gente que no tiene ojos nada más que para ti. Miradas que suplican, miradas que rezan. Te soñaré pasando a los sones del maestro Gámez Laserna y dejándote ir camino de Sevilla…Y luego, a la mañana, te soñaré de vuelta por Montesión, y Omnium Sanctorum y el Mercado…. Con la candelería baja, las flores arrebatadas, los mocos renegríos de la cera y una luz diferente en tu cara, pero igual de hermosa. Que de frente y de perfil, por la noche o por el día, ¡más buena moza no cabe!.  Te soñaré esperándote junto a los míos en Relator, junto a los azulejos que os representan a ti y a tu Hijo. No es extraño que en ese momento, aún en sueños, se me escape alguna lágrima, con tantas emociones ya acumuladas. Soñaré verte marchar hacia Parras, y acaso otra vez cuando pases por la esquina de mi calle, porque nunca me canso de mirarte, hasta que tu manto y último guardabrisa de tu candelabro se pierden de vista.

Estoy seguro, Esperanza, de que no nos abandonarás esta noche. Que estarás en nuestros sueños y en nuestros corazones. Que estarás en esos hospitales donde tanta falta haces. Que estarás consolando a los que sufren la enfermedad y a los que han perdido a seres queridos. Que estarás junto a los que luchan en primera línea contra el mal. A tí, Esperanza, suspiramos en este valle de lágrimas. Y después de este destierro, el año próximo si Dios quiere, muéstranos de nuevo al fruto bendito de tu vientre por las calles de Sevilla, y vuelve a mostrarte cercana a nosotros y en toda tu belleza, para que podamos  gozar otra vez de tu presencia en una nueva Madrugada. Podemos esperar un año más. Te esperaremos siempre, Macarena.

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