Se te espera, Esperanza.
En esta mañana de Jueves Santo sin sol, de cielo triste y gris, sin mantillas
que pasean orgullosas visitando las iglesias, sin colas para verte por la calle
Bécquer, sin chaquetas con lacitos en la solapa, sin plumas de los armaos que
hacen guardia en la Basílica…A pesar de todo, se te espera. Y han colocado los
vecinos adornos en balcones y escaparates para que nadie se olvide de qué día
es hoy.
Se te espera en calle
Feria. Se te espera junto al Arco. Se te espera en la Cruz Verde y la Alameda.
Y por San Juan de la Palma, y en la Plaza de los Carros. Se te espera en Sor
Ángela y Espíritu Santo..…Toda Sevilla te espera, pero más aquí, en tu barrio,
pese a tenerte tan cerca, que siempre que podemos vamos a verte a casa.
Sí, ya sé que este año no
vendrás tú a visitarnos. Que estás encerrada. Confinada como tu gente. A través
de la red puedo verte en tu camarín. Que ni siquiera hubo lugar a entronizarte en
tu paso. Este año el atrio está desierto y las puertas están cerradas. Y no se
abrirán. No vendrán nazarenos de negro a pedir venia alguna desde San Lorenzo.
Ni la centuria hará su ronda anunciando la Madrugá.
Este año me tendré que
conformar con soñarte, que es otra forma de tenerte cerca. Te soñaré girando lentamente
en Resolana junto a los Altos Colegios y viniéndote hacia mí de lejos, ascua de
luz en la noche por la calle ancha, hasta llegar al balcón de José, con sus
mejores galas. Soñaré ver venir esos ciriales en frágil equilibrio, movidos por
la bulla que se arracima delante de tu paso. Soñaré la saeta y soñaré la marcha
y el rumor de tus bambalinas a compás, en ese silencio que se hace siempre
cuando tú pasas, que sólo se rompe para gritarte “guapa” cuando ya alguien no
puede contenerse y proclama la verdad de lo que todos estamos pensando. Te soñaré,
me soñaré, caminando un ratito junto a ti, embelesado en tu rostro
resplandeciente en ese trocito bajado del cielo que es el espacio que delimita
tu palio, mientras se mueven las mariquillas verdes en tu pecho, que parece que
vas respirando... Soñaré ver las caras de la gente que no tiene ojos nada más
que para ti. Miradas que suplican, miradas que rezan. Te soñaré pasando a los
sones del maestro Gámez Laserna y dejándote ir camino de Sevilla…Y luego, a la
mañana, te soñaré de vuelta por Montesión, y Omnium Sanctorum y el Mercado…. Con
la candelería baja, las flores arrebatadas, los mocos renegríos de la cera y
una luz diferente en tu cara, pero igual de hermosa. Que de frente y de perfil,
por la noche o por el día, ¡más buena moza no cabe!. Te soñaré esperándote junto a los míos en Relator,
junto a los azulejos que os representan a ti y a tu Hijo. No es extraño que en
ese momento, aún en sueños, se me escape alguna lágrima, con tantas emociones
ya acumuladas. Soñaré verte marchar hacia Parras, y acaso otra vez cuando pases
por la esquina de mi calle, porque nunca me canso de mirarte, hasta que tu
manto y último guardabrisa de tu candelabro se pierden de vista.
Estoy seguro, Esperanza, de
que no nos abandonarás esta noche. Que estarás en nuestros sueños y en nuestros
corazones. Que estarás en esos hospitales donde tanta falta haces. Que estarás
consolando a los que sufren la enfermedad y a los que han perdido a seres
queridos. Que estarás junto a los que luchan en primera línea contra el mal. A tí,
Esperanza, suspiramos en este valle de lágrimas. Y después de este destierro,
el año próximo si Dios quiere, muéstranos de nuevo al fruto bendito de tu
vientre por las calles de Sevilla, y vuelve a mostrarte cercana a nosotros y en
toda tu belleza, para que podamos gozar otra
vez de tu presencia en una nueva Madrugada. Podemos esperar un año más. Te
esperaremos siempre, Macarena.
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