miércoles, 22 de junio de 2016

CRÓNICAS DEL HETEROPATRIARCADO


Los lunes no son buenos para ir a la ópera. Los lunes en realidad no son buenos para casi nada. El disfrute de las embriagadoras delicias finisemanales se ve roto de manera brutal con el enfrentamiento de nuevo con la hostil habitualidad laboral. De manera que tras ese imponente shock, casi de lo único que uno tiene ganas cuando llega la noche es de volverse a acostar para reponerse del mal trago. Bien que lo sabe esto, por ejemplo, el sector de la hostelería. Sales un lunes por noche en Sevilla y los bares, las cervecerías, las tascas, los restaurantes....todos están tan vacíos que te dan ganas de entrar a tomarte algo por lástima del camarero de turno que, a pesar de todo, está allí al pie del cañón esperando algún cliente al que atender.
Pero este lunes tocaba rematar la temporada en el Maestranza, nada menos que con el estreno en España de Der Konig Kandaules, obra inacabada de Alexander von Zemlinski, músico austriaco, maestro de Schönberg o Korngold, del que ya degustamos aquí otras piezas como El enano o Una tragedia florentina. Kandaules era la rareza en una temporada bastante conservadora (como la próxima ya anunciada). Confieso que cuando salió la programación yo no tenía ni idea de la existencia de esta ópera, que tuvo que esperar para su estreno hasta 1996, más de cincuenta años después de la muerte de su creador, tras ser completada, sobre todo en su instrumentación, por el musicólogo Anthony Beaumont.
Hay óperas que están fuera del repertorio habitual por derecho propio (algunas de ellas he escuchado últimamente). Pero esta no. Se trata de una obra muy potable y ha sido todo un acierto de Pedro Halffter, que ya la dirigió en versión concierto en el Festival de Canarias hace unos años, su escenificación ahora en Sevilla. Su música es impactante, de gran dramatismo y diversidad de dinámicas, desde lo más oscuro a lo más brillante y colorista. La orquesta sonó de maravilla, consiguiendo unos ambientes y unas texturas excepcionales. Aunque creo que a Halffter se le fue algo la mano en los volúmenes, que taparon a las voces más de lo deseable.
Dentro de los personajes principales, el mejor para mi gusto fue Martin Gantner (Gyges), magnífico en toda la representación. La voz de Peter Svensson (Kandaules) me sonó inicialmente algo leñosa, para ir después ganando en flexibilidad y recorrido. En cuanto a la soprano -única voz femenina- Nicola Beller Carbone quizá le faltara algo de más peso vocal para un papel de exigencia dramática, pero estuvo también a gran altura. La producción del Teatro Massimo de Palermo, ideada por Manfred Schweigkofler, resultó adecuada e interesante, sobre todo por el atractivo juego de la iluminación.
La historia de Candaulo, rey de Lidia, recogida por Heródoto y versionada de diversas maneras hasta André Gide, de donde bebe el libreto, es una manifestación, podríamos decir, hablando en el lenguaje político de moda, del heteropatriarcado. Dos personajes tan diferentes como Candaulo y Gyges coinciden sin embargo en considerar a la mujer como un mero objeto susceptible de posesión. El uno, el pescador, para su personal y exclusivo disfrute (o eso piensa él). El otro, el rey, para exh
ibirlo ante los demás hasta extremos inapropiados y peligrosos. Ambas formas de dominación llevarán a un fatal desenlace de muerte, aunque con víctimas dispares. Pero la emancipación femenina está ya en marcha cuando Nyssia, tras empujar a Gyges a dar muerte a Candaulo, se niega a volver a vestir el velo que antes la cubría de las miradas ajenas.

Y yo, que para mi....¿desgracia? soy hetero y padre de familia, me voy del teatro con carga de conciencia (mea culpa, mea culpa...) que es lo que toca.      

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