Me preguntaba una vez un amigo, no muy versado en
estos temas "¿ah, pero se siguen componiendo óperas actualmente? Yo creía que
eso era cosa del siglo XIX". Pues claro que se sigue componiendo ópera en la
actualidad, y bastante. Lo que ocurre es que no llega habitualmente al gran
público. Se estrenan, normalmente por un encargo o en festivales
especializados, y después vete tú a
saber si vuelven a reponerse. La ópera no es hoy tan popular como pudiera serlo en
centurias pasadas, porque ha sido desplazada por otras formas de arte y
entretenimiento más asequibles al bolsillo, y además la contemporánea padece el problema de todo el arte de este tiempo,
bastante más difícil en su comprensión que las formas tradicionales. He tenido sin
embargo la suerte de poder conocer en los últimos años, gracias a internet, un buen número de títulos contemporáneos.
Empezando por las ya “clásicas”
“Einstein on the beach” (P. Glass, 1976) o “Nixon in China” (J.Admas,
1987) y siguiendo por las más recientes “Babylon” (J. Widmann, 2012), “Written
on skin” (G. Benjamin, 2012), "The perfect american" (P.Glass, 2013) "In the penal
colony" (P. Glass, 2000) "Mileva" (A. Brevalov, 2011), "Broukeback Mountain" (C. Wuorinen,
2014) o "El público" (Mauricio Sotelo,
2015, que tuve la oportunidad de ver la semana pasada sin ir más lejos) entre
las que recuerdo en este momento. También conocía Doctor Atomic
la ópera de John Adams con libreto de Peter Sellars, estrenada en San Francisco en 2005, pero nunca había contemplado una de estas
obras en directo. El Teatro de la Maestranza me ofrecía esta posibilidad el
viernes con el estreno en España de esta
última obra, que suponía además la
primera vez que en Sevilla se representaba una ópera de este mismo siglo.
Doctor Atomic es una ópera evidentemente
diferente a cuanto habíamos visto por aquí antes. La música de Adams se basa
sobre todo en el minimalismo, pero bebe eclécticamente de otras muchas fuentes,
hasta de la música religiosa (¿qué es sino un miserere la intervención de Oppenheimer, con texto de los Sonetos
Sacros de J. Donne, al final del primer acto?).
No es una ópera de amores, ni de héroes, ni de embrollos cómicos …es una ópera de terror. Del terror que siente la humanidad al asomarse al abismo de la posibilidad del holocausto nuclear. Una ópera de terror en la que
no obstante hay lugar para la ternura que aportan los personajes femeninos de
Kitty Oppenheimer (el amor debe imaginar elmundo..) y Pasqualita. Trata sobre
el primer ensayo de explosión de una
bomba atómica, llevado a cabo en 1945 en Los Álamos (Nuevo México), como paso
previo a su utilización en la guerra contra Japón, si bien el libreto incide
más en la reflexión que en la acción, y esto quizá lo haga difícil de seguir en
ocasiones. Tenía yo mis dudas acerca de
cómo me resultase la experiencia, porque en mi anterior audición no me había
llamado mucho la atención, pero la
verdad es que el espectáculo me atrapó desde el primer compás, me sobrecogió
por momentos y acabó emocionándome con el recuerdo y homenaje final a las
víctimas de Hiroshima y Nagasaki.
Volvía Pedro Halfter al
foso tras no ser renovado como titular de la ROSS. Su labor me pareció notable,
como la de la propia orquesta, con una formación inusual con gran presencia de
percusión, que tiene un gran protagonismo. Acaso le achacaría algún exceso de
decibelios en algún momento. También el coro tuvo una gran actuación,
acoplándose a perfectamente a las particularidades de la partitura. Las voces
solistas estuvieron a muy buen nivel, aunque bien es verdad que cantaron con amplificación.
A Peter Sidhow y a Jovita Vaskeviciute (Gral Leslie Groves y
Pasqualita) ya los conocía de su interpretación en Estrasburgo el año pasado.
Me gusta especialmente el papel de la criada india. En cuanto a los dos
personajes principales (Robert y Kitti Oppenheimer), Lee Poullis y Jessica
Rivera son especialistas en estos
papeles y lo demostraron. Especialmente
Jessica Rivera, para quien Adams reescribió especialmente su papel, que
inicialmente era para mezzo, con motivo
de la primera reposición de la ópera en Amsterdam. ¡Cuantas veces no hemos
leído eso de “fulanito escribió el papel, o tal aria, para tal soprano”! Pues
aquí podemos ver en vivo y en directo a la soprano para la que Adams ha escrito
esta música.
Respecto a la producción
escénica, firmada por Yuval Sharon, diferencia muy claramente los dos actos de la
ópera. El primero es trepidante, con abundancia de efectos de video. En el
segundo todo se ralentiza, en una escena estática aunque con gran movimiento de
actores. Es precisamente lo que marca el ritmo del libreto, que sitúa la acción
del primer acto un mes antes del ensayo, mientras que el segundo lo hace en las
horas previas, en las que el peso de las dudas, los miedos y las angustias de
los personajes, que crecen a medida que el momento crucial se acerca, parecen
lastrar todo lo que acontece hasta el conmovedor final.
En definitiva, yo disfruté
plenamente con la ópera, y espero que esto no sea flor pasajera de un día, sino que tengamos la oportunidad
de poder seguir apreciando en directo en nuestra ciudad al menos una muestra de
lo que en el siglo XXI se compone para este género, lo mismo que junto con el Museo de
Bellas Artes tenemos también el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Me temo sin
embargo que no todo el público asistente piense igual, pero de esto quizá hable
otro día, porque aquí ya me he extendido demasiado.
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