¿Pero alguien de verdad podía esperar otra cosa que el aborto
parido por la comisión parlamentaria de investigación sobre el fraude de los
ERE? ¿Puede ser investigador quien al mismo tiempo es investigado? ¿Puede el PSOE contribuir a esclarecer las vergüenzas del sistema que ellos mismos
han montado para asegurarse la hegemonía por los siglos de los siglos en
nuestra comunidad? Porque no se olvide que una de las características del
régimen político en Andalucía es la perfecta confusión entre la administración
y el partido que la domina desde hace más de treinta años. Legislativo,
ejecutivo y partido conforman una especie de nada misteriosa trinidad laica: tres personas
distintas y un solo poder verdadero. No se puede pedir a esta gente que se den
un tiro en el pie, cuando no más arriba, yéndole tan bien como les ha ido hasta
ahora con el negocio que tienen montado.
La única posibilidad residía en que
IU tuviese un ataque de decencia. Pero está claro que quienes van haciendo
bandera de la honestidad (dime de qué presumes y te diré de lo que
careces) la dejan en el felpudo de la puerta nada más acceden a los despachos
del poder. Parece evidente que entre los pactos secretos y vergonzantes de la
coalición social-comunista estaban el hacer la comisión, antes repetidamente
denegada, para contentar a las bases más recalcitrantes, pero sin llegar a
hacer sangre. Faena de aliño, paripé, y a otra cosa mariposa. Que no es
cuestión de ponerse a mal con el señorito que tan bien nos trata y tan bien nos
ha acogido en su cortijo. ¿Qué hay que taparse la nariz? Se tapa. ¿Qué hay que
construir explicaciones y discursos delirantes? Se construyen, que en eso somos
especialistas ¿Qué hay que acallar a los cuatro idealistas que todavía nos
quedan? Disponiendo de presupuesto todo es más fácil.
Hasta aquí, todo normal. Pero estos
tíos son tan artistas, que encima tienen le desfachatez de pretender endosarle
la responsabilidad del fracaso de la comisión al PP, única formación que,
aunque sólo fuera por razones partidistas, ha intentado con más o menos acierto
llegar al fondo del asunto. Pienso que por cuestiones básicamente de higiene no
se debe llegar a tanta desvergüenza, porque es que vamos a tener que ir con
mascarillas por las calles. Confórmense con que el Parlamento de Andalucía no
le haya sacado tarjeta roja al máximo responsable político de la trama y no
vayan encima vacilando como los chulos de barrio.
Al fin y al cabo, la verdad no es
democrática. A mi particularmente me es indiferente que la comisión hubiera
elaborado unas conclusiones y que esas conclusiones fueran aprobadas o no por
la cámara. Porque a mi las conclusiones que me importan son las mías, y entre
ellas están que se han levantado 1.200 millones de euros de nuestro dinero de
forma irregular para repartir entre amigos y afectos al régimen, que hubo hasta
quince informes de la intervención general denunciado los hechos y que los
responsables de hacerlo no movieron un solo
dedo para evitarlo. De lo cual sólo pueden derivarse dos consecuencias
alternativas: o su total incompetencia o su total connivencia. La primera de ellas
ya determina de manera inequívoca la responsabilidad política de quien fue
consejero de Economía primero y presidente de la Junta después, que
consiguientemente debería estar ya en su casa. Si hubo de la segunda lo
dilucidarán los tribunales en su momento, si es que las cosas no se tuercen, y
entonces el personaje a lo mejor tiene que cambiar nuevamente de residencia.
Estas conclusiones creo que pueden
ser compartidas por la mayoría de los andaluces medianamente informados. En
cualquier lugar de del mundo civilizado ello supondría el destierro de la vida pública
de todos los implicados. Pero aquí no passssa nada, como diría el maestro
Antonio Burgos. Todo esto se sabía ya más o menos en marzo, y no hubo mayoría
suficiente para desbancar a esta banda. Es lo que hay y va a ser difícil
cambiarlo. Por la habilidad de unos, por la torpeza de otros, o porque es
nuestro fatal destino. Por eso casi estoy por apoyar la iniciativa que Eduardo Maestre ha planteado a través de su
grupo de facebook "Fuera de la política" y pedir asilo político en algún
consulado, huyendo
del expolio y de la infamia, para simbolizar mi descontento, mi rechazo y mi
hartazgo por estos 30 años de corrupción indestructible.
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