lunes, 19 de noviembre de 2012

DEGRADACIÓN DE LA DEMOCRACIA


La semana pasada ocurrieron cosas muy graves en nuestra comunidad autónoma  que sólo contribuyen al desprestigio y desacreditación de la democracia como sistema político, propiciadas paradójicamente por quienes deberían ser sus principales defensores.
Me refiero en primer lugar al hecho vergonzoso del cese de la actividad en el Parlamento de Andalucía con motivo de la huelga general convocada para el 14 de noviembre por los sindicatos UGT y CCOO y un grupo de oscuras organizaciones agrupadas en la autodenominada Cumbre Social. Partiendo del respeto por el derecho de huelga –por más que este no pueda amparar cualquier tipo de conductas- y del papel que cada uno de los agentes sociales ha de jugar en nuestro sistema, cuando el propio poder parlamentario piensa que hay que dar  prioridad a la protesta callejera es que está cuestionando su propia legitimidad, incurriendo en una peligrosísima dejación de funciones, pues se transmite la idea de que a través de  determinadas presiones se puede tergiversar la voluntad popular expresada en el único lugar conocido hasta la fecha en que no existe trampa ni cartón, que es en las urnas.
El segundo hecho se dio dos días después, cuando el presidente de la Junta de Andalucía ninguneó en la cámara parlamentaria –esa que se paraliza por una minoritaria protesta sindical- al portavoz  del partido político ¡¡¡que ganó las últimas elecciones en Andalucía!!! nada menos que en el debate de presupuestos. El señor Griñán no puede decir, con el cinismo que le caracteriza, que él sea el presidente de todos los andaluces –y las andaluzas-, cuando ni siquiera escucha los planteamientos de la opción política que hoy por hoy, mal que le pese,  es la mayoritaria en la comunidad.
Es comprensible que a Griñán le moleste escuchar reclamaciones tan de sentido común como que se pague a los proveedores, que se pague  a las escuelas infantiles, que se pague a los colegios concertados, que se pague a las universidades, que  se pague a los abogados de turno de oficio, que se pague a los empresarios de la construcción que mantienen miles de empleos, que se pague a los Ayuntamientos por servicios básicos que prestan en nombre de la Junta de Andalucía….Porque es muy fácil decir que no se recorta cuando se deja simplemente de pagar a todo quisqui. O que le fastidie tener que oír la demanda de que se utilicen los presupuestos para dinamizar la economía y no para mantener la estructura de paniaguados que han montado, ahora incrementados con los de sus cómplices comunistas. Pero no hacerlo supone la más palmaria evidencia de que el debate parlamentario en Andalucía es pura pantomima, y se da la razón a quienes preferirían mejor prescindir de tales “exquisiteces”. Y es que con “amigos” así, que se han apropiado del poder para su exclusivo interés y beneficio, la democracia no necesita enemigos. 

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