La semana pasada
ocurrieron cosas muy graves en nuestra comunidad autónoma que sólo contribuyen al desprestigio y
desacreditación de la democracia como sistema político, propiciadas paradójicamente
por quienes deberían ser sus principales defensores.
Me refiero en primer
lugar al hecho vergonzoso del cese de la actividad en el Parlamento de
Andalucía con motivo de la huelga general convocada para el 14 de noviembre por
los sindicatos UGT y CCOO y un grupo de oscuras organizaciones agrupadas en la
autodenominada Cumbre Social. Partiendo del respeto por el derecho de huelga
–por más que este no pueda amparar cualquier tipo de conductas- y del papel que
cada uno de los agentes sociales ha de jugar en nuestro sistema, cuando el
propio poder parlamentario piensa que hay que dar prioridad a la protesta callejera es que está
cuestionando su propia legitimidad, incurriendo en una peligrosísima dejación
de funciones, pues se transmite la idea de que a través de determinadas presiones se puede tergiversar
la voluntad popular expresada en el único lugar conocido hasta la fecha en que
no existe trampa ni cartón, que es en las urnas.
El segundo hecho se dio
dos días después, cuando el presidente de la Junta de Andalucía ninguneó en la
cámara parlamentaria –esa que se paraliza por una minoritaria protesta
sindical- al portavoz del partido
político ¡¡¡que ganó las últimas elecciones en Andalucía!!! nada menos que en el debate de presupuestos. El señor Griñán no puede decir, con el cinismo que le
caracteriza, que él sea el presidente de todos los andaluces –y las andaluzas-,
cuando ni siquiera escucha los planteamientos de la opción política que hoy por
hoy, mal que le pese, es la mayoritaria
en la comunidad.
Es comprensible que a
Griñán le moleste escuchar reclamaciones tan de sentido común como que se pague a los proveedores, que
se pague a las escuelas infantiles, que se
pague a los colegios concertados, que se pague a las universidades, que se pague a los abogados de turno de oficio, que
se pague a los empresarios de la construcción que mantienen miles de empleos, que
se pague a los Ayuntamientos por servicios básicos que prestan en nombre de la
Junta de Andalucía….Porque es muy fácil decir que no se recorta cuando se deja
simplemente de pagar a todo quisqui. O que le fastidie tener que oír la demanda
de que se utilicen los presupuestos para dinamizar la economía y no para
mantener la estructura de paniaguados que han montado, ahora incrementados con
los de sus cómplices comunistas. Pero no hacerlo supone
la más palmaria evidencia de que el debate parlamentario en Andalucía es pura
pantomima, y se da la razón a quienes preferirían mejor prescindir de tales
“exquisiteces”. Y es que con “amigos” así, que se han apropiado del poder para
su exclusivo interés y beneficio, la democracia no necesita enemigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario