Acabo de asistir a través de internet al estreno mundial de Babylon, la nueva ópera del compositor Jörg Widmann
con libreto del polémico filósofo Peter Sloterdijk, representada esta tarde en la Ópera
Estatal de Baviera. Una historia de amor con trasfondo religioso, en que se
mezclan las leyendas babilónicas (de las que también bebe por ejemplo La Flauta Mágica) con los relatos
bíblicos de las trompetas de Jericó, el exilio y el diluvio, junto con el mito
de Orfeo y Eurídice. Antiguas narraciones para una creación de nuestros días que se ofrece al mundo a través de las TIC.
La música no puede
decirse que sea arrebatadoramente bella…según los cánones clásicos. Más bien
puede resultar extraña, a veces chocante, y por momentos insoportable, a pesar
de la excelente dirección de Kent Nagano, un maestro en repertorios
contemporáneos. A mi personalmente hay pasajes que me gustaron más que otros. Pero
la puesta en escena de Carlus Pradissa (La Fura dels Baus) es de una
creatividad y de una fuerza visual impactantes, con fuego y lluvia en el
escenario incluidos, y con elementos tan familiares a nuestra cultura como un retablo de ánimas en
la escena del descenso de Inanna al submundo para rescatar a su amado Tammu de entre
los muertos, o la presencia del toro (¿podrá representarse en el Liceo?). Esto me
hace mantener elevadas mis expectativas respecto al Sigfrido del que disfrutaremos el próximo mes en Sevilla.
En el elenco de
cantantes destacó Anna Prohaska como Inanna, bellísima y con gran soltura en lo musical y en lo escénico,
y William Willard en su doble papel de Rey-sacerdote y Muerte, hierático y
mayestático en el primero con su voz de bajo profundo, y con gran mérito interpretativo en un
registro de voz incalificable en el segundo. Reseñable también Claron McFadden
en el papel de Alma. El resto bastante hizo con no naufragar en unas partituras
realmente exigentes.
Esta fue la primera transmisión
de la temporada desde el teatro muniqués, de un buen número de ellas que se anuncian
para este año. Y a pesar de la fama germánica resulta que falló el servidor,
con lo que el streaming en los primeros minutos no funcionaba, aunque después
ha ido perfectamente. Lo que no fueron
posibles son los subtítulos anunciados, lo cual hacía algo más difícil seguir
el desarrollo de la obra. Pero en cualquier caso ha resultado un espectáculo grandioso,
como sólo la ópera puede ofrecer.
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