Parece que fue ayer cuando el inefable ZP andaba ufano
por los foros internacionales presumiendo del sistema financiero español. El
pobre es que no sabía de lo que hablaba, pero alguien se lo habría dicho, y él
¡hala! a fardar por ahí y a reírse del mundo por no tener una institución como
el Banco de España y un sistema de regulación bancaria tan preciso como el
nuestro. Él, para alivio de los que lo sufrimos, ya no está, pero quien le
contó esta patraña ahí sigue. El ínclito MAFO, puesto unilateralmente por el ejecutivo
socialista en el cargo de gobernador del
organismo que debía velar por la salud de nuestras entidades financieras.
La verdad del cuento la sabemos hoy: nuestros bancos
están a pique de un repique, nadie se fía de ellos tras tantos embustes -¿se
acuerdan de aquello de los test de stress y demás mamelas que hemos venido
oyendo?- y lógicamente nadie de fuera va a aportar la financiación que sería
necesaria para que llegase el crédito
del que tan necesitadas están nuestras empresas.
Al final, la cuarta entidad del país ha acabado siendo
nacionalizada. Ha tenido que ser un gobierno de la derecha quien haya
dado cumplimiento al sueño casi erótico de tantos socialistas en las
noches de cualquier estación del año. No se quejarán. Ellos que tanto han
achacado la crisis a la falta de regulación del negocio bancario –cuando es la
actividad económica más regulada de todas- resulta que quien falla es el controlador que
tiene que hacer cumplir esa regulación. Por supuesto que también falla la
pericia y la moralidad de muchos
gestores –más en el caso de los políticos que de los estrictamente
profesionales-. Pero ya vemos de qué sirve tanta regulación para evitarlo.
El caso es que ahora a Bankia, y quien sabe si a otros
más, hay que salvarlo como sea. Y alguna gente se escandaliza porque se destine
dinero para salvar a los bancos y haya sin embargo que hacer recortes en
educación y sanidad. Conviene no engañarse y no caer en la demagogia. Ayudar a
Bankia no es ayudar a los banqueros –no estaría de más que alguno vaya a la
cárcel, si ha lugar-, es salvar nuestra economía. Sin esa economía no hay
estado de bienestar que valga. Nacionalizar un banco no es algo que entre en mis
preferencias de lo que debe hacer un gobierno. Tampoco las ayudas públicas. Pero no hagamos falsas disyuntivas bancos-estado de bienestar, porque sin los
primeros no hay de lo segundo.
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