Lo más
destacable en la toma de posesión del nuevo ejecutivo andaluz,
aparte de los tontos del imperativo legal -no lo digo yo, lo dice
el maestro Javier Caraballo- ha sido sin duda la intervención
estelar del nuevo Consejero de Justicia. Igual que hay jueces
estrella, el ministerio público no quiere ser menos y también tiene
sus fiscales estrella (recordemos por ejemplo la famosa fiscal Olga
“valeyá” del caso 11M).
En esta
ocasión ha sido el fiscal Emilo Llera -voluntaria o
involuntariamente, porque es que los periodistas hacen demasiadas
preguntas y el hombre no está acostumbrado- quien ha acaparado el
protagonismo mediático.
Vaya por
delante que conozco personalmente al fiscal Llera y me merece la
mejor opinión. Pero esto no quita para que exprese la sorpresa que
me producen sus manifestaciones en el mismo día en que se ha hecho
cargo de la Consejería. En primer lugar acerca de la juez Mercedes
Alaya. Dice Llera que como jurista no comparte algunas de sus
decisiones en el caso EREs. Me sorprende, digo, porque yo como
jurista no tengo opinión sobre la actuación de Alaya, en tanto
carezco del conocimiento detallado del asunto como para emitir
cualquier parecer jurídico al respecto. Puedo tener una opinión
como ciudadano, pero como profesional del derecho no me permitiría
hacer juicios técnicos de aquello que sólo conozco por la prensa.
Entonces me pregunto ¿tiene o no tiene Llera conocimiento del caso
EREs y por qué? Él ha negado que haya tenido que ver en el caso como
fiscal, con lo cual me cuestiono cómo puede formarse una opinión
como jurista. ¿Una ligereza?.
El otro
tema es el de la Ciudad de la Justicia. Como Llera no es político no
le va el papel de andar enredando y diciendo tonterías sobre el
asunto. Pero también me sorprende que deje las cosas claras tan
pronto y de forma tan tajante, cuando ni siquiera se ha sentado aún en
su nuevo despacho de Consejero. Cabe por tanto preguntarse si su
postura obedece a un análisis y estudio serios del proyecto y sus
circunstancias, que no lo parece, o más bien a una consigna marcada
ya desde el inicio en la agenda oculta del pacto
socialcomunista de que “a Zoido, ni agua”. ¿O quizá otra
ligereza? Pues si es así, ¡sí que va ligero el Consejero!.
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