Está claro que hace ya un tiempo que
en cuestión de cofradías hay muchos que han perdido el sentido de la medida. El
problema es grave, pues ya hasta los que se quejan de la desmesura caen en
ella. Lo hemos podido comprobar estos
días atrás con motivo de la celebración -fallida a medias- del Via Crucis del
Año de la Fe. La mayoría de los capillitas estaban verdaderamente revolucionados.
Si se les hubiera ocurrido a ellos sería gloria bendita, pero como no, pues
leña. Yo, que debo ser lego en la materia, no sé qué tiene de extraño –sí de extraordinario-
organizar un via crucis un domingo de cuaresma en Sevilla con la participación
de catorce hermandades con sus correspondientes pasos representativos de los momentos de la pasión. Si a las hermandades
se les ocurre sacar catorce via crucis cada una por separado, como los que nos
asolan todos los fines de semana por estas fechas a los vecinos del centro,
pues entonces bien, y que nadie les tosa. Si se le ocurre a Palacio, entonces la cosa varía.
Que conste que no soy muy partidario
de este tipo de actos, aunque estuve en Madrid en la JMJ y puedo hablar con
mayor conocimiento de causa que los que lo hacen de oídas. Pero si el Arzobispo
de Sevilla hace esta propuesta a las hermandades ¿a qué viene tanta escopeta
cargada?¿cómo se puede decir que el Arzobispo utiliza a las hermandades? ¿es
que las hermandades no estamos al servicio de la Iglesia?¿es que es un
desafuero pretender un acto de gran repercusión incluso mediática en un mundo
en el que la tendencia es a que la religión desaparezca de la vida pública? Se
podrá decir que la primera desmesura es la de Monseñor Asenjo, pero yo veo
mucho más desmesuradas las críticas que se han dirigido a la iniciativa desde su
mismo anuncio.
El error no creo que esté tanto en la
idea como en su ejecución. Y ahí entran ya una serie de señores que se suponen
que tienen que saber mucho de cofradías -no en vano las representan- y que
realizan una selección de hermandades con el pedestre criterio de contentar a
todos los días, que no es otra cosa que a sus delegados para que queden bien
con sus respectivos hermanos mayores, y no se pueda decir que unos tienen más
mano o más influencia que otros. Criterio que siempre me pareció pueril y
absurdo, pero que cuenta mucho en este tipo de decisiones en el Consejo. Luego
vino el problema meteorológico, que por las características del acto conjunto
tenía que tener un tratamiento muy diferente del que se suele en el caso de
decisiones aisladas de cada hermandad, y tampoco en esto estuvieron acertados
ni el Consejo ni algunas juntas de
gobierno.
Dicen que la mañana del domingo fue “de locos”.
No lo se porque estuve en mi hermandad participando en la celebración de la misa y teniendo
después una reunión con un grupo de jóvenes que jurarán este año las reglas por
alcanzar la mayoría de edad. Con eso me evité el disgusto, no tuve tiempo de
estar pendiente de chascarrillos ni de lo que ha dicho uno y lo que ha dicho el
otro. No me enteré de nada. Sólo pasada ya la una de la tarde alguien me dijo
que se habían suspendido las salidas de los pasos. Me extrañó entonces ver a
tanta gente agolpada a la puerta de Santa Marina cuando regresaba a casa.
Después supe lo que pasó. En mi opinión la actuación de la hermandad no fue
acertada, y es indicativa de que tras la mejor de las voluntades nos
encontramos con una gran empanada mental (falta de formación le llaman) acerca del sentido que tiene todo esto. Los
sentimientos se impusieron a la razón.
Pero tampoco pasa nada grave. No es para rasgarse las vestiduras. Hay que
ponerse en la piel de la gente –equivocada, pero de buena fe- de Torreblanca, y
buscar las responsabilidades en otra parte.
Puedo decir que hubo otras
hermandades que en mi opinión tampoco estuvieron a la altura, y sin embargo
nadie se ha enterado. Con todo pienso que la jornada fue singular y en positivo.
Las muchísimas personas que, incluso de fuera de Sevilla, acudieron a la cita, a
cada una de las iglesias y también a la Catedral, dieron un testimonio ¿de
fe?¿de afición?¿de sentimiento? ¿de curiosidad? ¿puede eso medirse?¿puede
diferenciarse con nitidez si no es en la intimidad de cada uno? ¿acaso puede
apreciarse mejor bajo la cobertura de un
antifaz?¿es que todo el que asiste a nuestras procesiones de Semana Santa lo
hace impregnado de fervor religioso?¿vamos por eso a dejar de salir? ….Si las
hermandades tenemos este poder de movilización es lícito aprovecharlo. Lo que
habría es que saber hacerlo mejor, encauzarlo hacia lo que realmente importa. Pero
eso no lo conseguiremos perdiéndonos en discusiones absolutamente anecdóticas y
secundarias y en furibundas diatribas de unos contra otros. Esto es lo que
verdaderamente puede escandalizar y en lo que habría que trabajar para corregir
en el futuro. Si de alguna manera es posible reconducir esto a sus debidas
dimensiones, desde luego no es con actitudes tremendistas, sino poniendo mucha
cordura y mucha mesura por parte de todos.
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