sábado, 7 de julio de 2012

COMISIÓN ERE: FRAUDE SOBRE FRAUDE


El de los ERE es un fraude masivo, inmenso, descomunal, en el que las arcas de los dineros públicos han sido saqueadas por los dirigentes de la Junta de Andalucía con el objetivo de  mantener la paz social, favoreciendo de paso a los amiguetes, que es  uno de los ingredientes básicos –otro es el de la manipulación desinformativa permanente de los medios de comunicación afines-  de su pócima mágica para conseguir el mantenimiento eterno en el poder.
La imagen de la felicidad infinita que proporciona el régimen socialista andaluz –Andalucía imparable, la cuadragésima modernización, etc- no podía verse perturbada por la ruidosa algarabía que habitualmente generan los conflictos laborales asociados a los procesos de restructuración de plantillas de empresas en crisis. Allí donde una situación de conflicto laboral podía estropear esa imagen, aparecían los mediadores y conseguidotes para, prescindiendo de cualquier procedimiento de publicidad y concurrencia en el otorgamiento de ayudas, favorecer a los agraciados de forma arbitraria con la manguera del dinero del poder. Lógicamente a cambio de sustanciosas comisiones cuyo destino final está aún por descubrir.
Nótese que si al tendero de la esquina le iban mal las cosas y tenía que despedir a alguien, debía  arreglárselas por su cuenta, porque ese tipo de problemas no producen ruido. Para este no había ayudas. Estas sólo eran proporcionadas a empresas medianas y grandes, que son las que tramitan ERE,  dado el número de trabajadores afectados. 
El volumen del asunto y la extensión de la corrupta práctica en el tiempo son tan grandes que nadie con sentido común puede dudar de la implicación –por acción o por omisión-  de los más altos cargos de la Junta en el asunto, de la cual vamos conociendo sólo gracias a la ímproba y casi heroica labor de una sola persona como la juez Mercedes Alaya, a pesar de  la constante  resistencia y ocultación de la administración.
Llegados a este punto no sé muy bien qué sentido tiene ya que el Parlamento de Andalucía investigue las responsabilidades políticas del  fraude. En parte creo que estas han sido ya dilucidadas. La mayoría de los andaluces han preferido continuar conviviendo con este sistema de corrupción antes que dar una oportunidad a un señorito de la derecha. Es lo que hay. Aquí ya lo único que valen son las responsabilidades penales. A lo mejor llega el día en que haya que celebrar un Consejo de Gobierno en la cárcel, y aún así Griñán seguirá diciendo que el no tiene nada que ver con el tema. Y lo que es peor: serán muchos los que sigan sin ver esa viga, siempre ocupados en buscar la paja en la alternativa.
Por eso me parece que la recién creada comisión de investigación es perfectamente prescindible. Y sobre todo sería perfectamente evitable la doble tomadura de pelo que supondrá el fraude de la comisión sobre el fraude de los ERE. Esta comisión para lo único que servirá es para que IU lave ante su militancia sus vergüenzas por apoyar a los responsables de la corrupción a la que antes tanto, y tan de boquilla, combatió. ¿O es que alguien piensa que una investigación dirigida por PSOE e IU, tan responsable el uno como cómplice la otra desde que comparte tareas de gobierno, va a arrojar algún tipo de luz al respecto?  Por si acaso los investigadores-investigados ya se han asegurado que su trabajo tenga la menor repercusión posible, no vaya a ser que haya sorpresas: un par de semanitas en pleno verano, reparto equitativo de comparecientes –a ver si conseguimos que parezca que al final el responsable del fraude es el PP- faenita de aliño con el personal pensando más en las vacaciones que en otra cosa, y si hubo algo,  pelillos a la mar. Cubierto el expediente,  cumplido el trámite a que obligaban algunas molestas promesas electorales,  a seguir disfrutando del idilio “progresista” que tan buenos réditos les reporta a ambas formaciones. Encima, a poco que se les de bien, incluso sacarán pecho y e intentarán  dar lecciones.
Tan previsible todo, tan aburrido, que dudo incluso que haya merecido la pena haber escrito sobre ello.  

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