A principios
de este mes se estuvo representando en el Teatro de la Maestranza el
ballet titulado “Sorolla”, a cargo del Ballet Nacional de España.
La obra está inspirada en los cuadros -óleos sobre lienzos de gran
tamaño- que el que artista valenciano pintara por encargo de la
Sociedad Hispánica de Nueva York y de los que tuvimos la oportunidad
de disfrutar en Sevilla en una memorable exposición celebrada en el
Museo de Bellas Artes en 2008.
La música
de este ballet, estrenado en 2013, fue encargada a Juan José
Colomer, con la colaboración también de Paco de Lucía y Enrique
Bermúdez. Colomer es un músico también valenciano, como Sorolla,
aunque afincado actualmente en Estados Unidos, compositor de
numerosas obras para orquesta, piano, bandas sonoras de cine, etc, y
colaborador de Plácido Domingo en muchos proyectos.
Entre los
catorce lienzos de la colección, conocida conjuntamente como “Visión
de España”, hay nada menos que tres dedicados a Sevilla: “Los
nazarenos”, “El baile” y “Los toreros”. Esto puede
explicarse por la fascinación que Archer Milton Huntington, fundador
de la Hispanic Society, sentía por nuestra ciudad. Hasta el punto
que tanto él como su esposa , la escultora Anna
Hyatt Huntington, autora de la estatua ecuestre del Cid, fueron
declarados hijos adoptivos, en agradecimiento a
diversas donaciones efectuadas, entre ellas la propia estatua del
héroe castellano que luce en el Prado de San Sebastián.
En este
último, datado en 1914, Sorolla representa a varios nazarenos con
capirote y un penitente con cruz, con un paso de palio al fondo y
una atisbo de la Giralda más allá. A simple vista uno puede decir
de la Hermandad de la Carretería, por la cruz de Santiago de los
antifaces y las formas del paso. Sin embargo esto es sólo un
espejismo. Si nos fijamos bien se observa que el color de las túnicas
es negro y más bien de ruan, con cinturón de esparto, que del
terciopelo azul de los actuales hábitos carreteros, instaurados en
1886. Tampoco el palio es el de Nuestra Señora del Mayor Dolor en
su Soledad, sino el en que por entonces procesionaba la Virgen del
Rosario de Montesión. Así que Sorolla cogió algunas ideas de aquí
y allá y pintó lo que le pareció, sin sujeción a la realidad de
una procesión concreta.
Este cuadro,
en cualquier caso, es sin duda de la Semana Santa sevillana, porque
aquí fue pintado -en el convento de San Clemente por más señas- y
porque de ella recoge sus elementos, incluido el paisanaje que
contempla la imaginaria cofradía. Y es el que sugiere la pieza
musical de Juan José Colomer, titulada “Nazarenos” y compuesta
como parte integrante del citado ballet, que motiva este comentario.
Escúchenla los conspicuos capillitas de paladar fino que esto lean y
díganme si no se la imaginan acompañando un palio, en el
recogimiento de la noche, con toda la candelería encendida, y el
susurro de un leve repique de bambalinas a compás. Bien valdría la
pena que alguien -¿quizá el propio autor?- adaptase esta pieza
para banda de música y poder disfrutar de ella por las calles de
Sevilla, cerrándose así el círculo marcado por su proceso
creativo: lo que con tanto acierto nació inspirado por nuestra
Semana Santa no podía tener mejor destino final, aunque no fuera
esta intención directa de su creador, que el de ser interpretado en
ella.
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