martes, 15 de marzo de 2016

EL PALCO

Estoy hasta la punta del pelo de estos individuos y estas individuas que se creen que han inventado la democracia, la dignidad y la ética en la vida pública, cuando no son más que unos manipuladores y demagogos a la caza del incauto. Ya no hablan tanto de la casta, porque ellos han empezado también a serlo, pero quieren marcar distancias aparentemente con la vieja política, “renunciando”-dicen- a algunos de lo que ellos consideran “privilegios”.
Primero fueron las “renuncias” de sueldo. Un ejemplo, el de Teresa Rodríguez, la líder podemita en nuestra comunidad, que presumía durante su corto periplo como eurodiputada de renunciar a parte de su suculento salario bruselense en favor de no sé qué causas, que se iba encargando de publicitar cada mes a bombo y platillo. “Bienvenida al ejercicio de la caridad cristiana -le puse en un tuit- Hay gente que lleva mucho tiempo practicándola y sin tanta propaganda para ganar unos votos”. A mi lo que haga un político con su sueldo es que me importa un pimiento. Cada uno hará lo que le parezca. No soy de los que piensa que haya que pagarle poco a los políticos, si son competentes. El problema es cuando son tan mediocres tirando a malísimos y encima se llevan un pastón que en su vida hubieran podido soñar conseguir en otra actividad donde tuvieran que demostrar verdadera valía, y no sólo palabrería y malas artes. Pero, volviendo a la cuestión que nos ocupa, renunciar al privilegio -que lo es si verdaderamente no se justifica- sería renunciar a percibir el sueldo, no repartirlo entre la clientela.

Ahora, en la misma senda de “ejemplaridad” estomagante, salen los primos hermanos de Podemos en el Ayuntamiento de Sevilla, quienes rechazan utilizar el palco que les corresponde en Semana Santa y lo van a ceder por sorteo a quien lo solicite, o algo así, porque ellos dicen que no quieren este privilegio. Pero ceder un palco a quien a ti te de la gana -se trate de quien se trate, con movilidad reducida o no, pobre o rico, allegado o extraño, sobrino o cuñado, a dedo o por sorteo- no es renunciar a ningún privilegio. Es hacer un uso político interesado de ese privilegio. Renunciar al privilegio sería renunciar a cualquier tipo de disposición sobre el dichoso palco. Teniendo en cuenta además que a los miembros de Participa no se les supone ningún sacrificio por el hecho de no poder presenciar nuestras cofradías en lugar tan señalado como la Plaza de San Francisco (¡por Marx, encima con nombre de santo!) o en cualquier otro. Distinto es el caso de IU, que aunque su portavoz diga llorar con la Macarena (eso he leído) renuncian de verdad al palco, y que el Ayuntamiento haga con él lo que le parezca. Pero lo de Participa es de tomadura de pelo, que es a lo que mayormente han venido estas criaturas.

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