Debe haber mucha gente en el mundo, melómanos y no tan melómanos, que como yo piense que es una costumbre muy sana festejar el cambio de año dándose un atracón de buena música, algo que no provoca ardores ni resacas. No me refiero lógicamente a esos insoportables programas musicales de lentejuelas y matasuegras, o muchachas enseñando las bragas que no son de oro, a los que nos tienen acostumbradas las televisiones públicas y privadas –con campanadas y pifias incluidas- en Nochevieja. Me refiero a esa otra música que por su calidad trasciende las modas, y que por ello hemos convenido en llamarla clásica, algo que nada tiene que ver con lo aburrido o lo caduco. Seguramente es por esto que por todas partes ha proliferado la celebración de conciertos especiales, marcados por su carácter festivo, en estas fechas de recopilaciones y balances, proyectos y buenos propósitos.
Gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación hemos podido disfrutar en estos días del Concierto de la Víspera de Año Nuevo en Dresde, con Christian Thielemann dirigiendo la Staatskapelle, acompañando nada menos que a Anna Netrebko –diva entre las divas- y a mi admirado Juan Diego Flórez, centrado en la opereta “La princesa gitana” de Imre Kálmán; del Silvesterkonzert de la Filarmónica de Berlín, con su titular Simon Ratle al frente y la participación de Menahem Pressler como solista, que interpretó el concierto para piano nº 27 de Mozart, y en el que también sonaron piezas de Dvorak, Brahms o Khachaturian; del Concerto di Capodanno en el Teatro de La Fenice de Venecia, dirigido por Daniel Harding, con un programa íntegramente italiano con diversas arias y dúos de ópera (Verdi, Donizetti) interpretadas por el tenor Mathew Polenzzani y la soprano Maria Agresta; y cómo no, del tradicionalísimo (setenta y cinco años ya) Neujahrstkonzert ofrecido desde la Musikverein por la Filarmónica de Viena bajo la batuta del maestro Zubin Mehta con el consabido repertorio straussiano.
Es este último sin duda el más famoso y conocido por ser el pionero de todos ellos y el que ha sabido encontrar una fórmula que, bajo la premisa de la calidad que siempre es distintiva de la formación vienesa, lo hacen diferente de cuantos otros conciertos se interpretan a lo largo del año, al tiempo que asequible y disfrutable por un muy amplio espectro de público. Esto hace que en otros lugares se haya imitado el formato de conciertos a base de valses y polkas para la ocasión. En Sevilla hace ya unos años que se viene haciendo en el Teatro de la Maestranza, y en días pasados también se celebró un concierto de Año Nuevo, con notable éxito de crítica y público. Considero un gran acierto que en el programa de este año se haya dado más peso a la música española, porque aunque nuestra Real Orquesta Sinfónica es versátil y capaz, no le veo mucho sentido imitar a un original que es difícilmente igualable.
Pero el Concierto de Año Nuevo de Viena es, aparte de un acontecimiento musical, un evento potentísimo de promoción turística. Los vieneses aprovechan para vender los encantos de su ciudad a través de la retransmisión televisiva que siguen millones de espectadores en todo el mundo. Ojalá Sevilla fuera capaz de dar con la tecla de un concierto extraordinario anual singular y al mismo tiempo de proyección universal, por lo tanto no localista, que sirviera para promocionarla entre los aficionados a la música de todo el mundo, y que fuera además reflejo de una pujante actividad en este campo. Creo que no cabe mejor tarjeta de presentación y que puede haber mimbres para ello. Se me ocurre por ejemplo un concierto en torno a la Hispanidad, aprovechando nuestra vinculación transatlántica, que incluyera preferentemente música española y sudamericana, un repertorio rico y escasamente programado en Europa, de la mano de las batutas hispanas de mayor reconocimiento mundial, empezando por Daniel Barenboim, habitual ya en esta plaza y al que tendremos nuevamente con nosotros dentro de unos días, y siguiendo por los Gustavo Dudamel, Andrés Orozco Estrada, Pablo Heras-Casado, Jesús López Cobos…, con participación de nuestras grandes voces: Domingo, Flórez, Álvarez, Arteta, Villaroel, Vargas, Camarena, Herrera, Machado, Villazón…etcétera, etcétera, etcétera (Zubin Mehta dixit). En fin, aprovechando la fecha y la ilusión de niño que aún pueda quedarme se lo voy a pedir a los Reyes Magos, y después me iré a dormir, y a soñar, que es gratis. ¡Feliz y musical 2015!
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