lunes, 12 de enero de 2015

JE NE SUIS PAS CHARLIE, MAIS J'AIME LA LIBERTÉ

Foto Gtres vía Vozpopuli
A mi no me gustan las publicaciones del estilo de Charlie Hebdomadaire. No comparto ni sus ideas, exponentes quizá de un trasnochado sesentayochismo, ni su estética, en muchas ocasiones innecesariamente grosera. Algunas de sus publicaciones me parecieron irrespetuosas con las creencias de muchas personas, que lógicamente se sintieron ofendidas. Por lo tanto yo no puedo decir que soy Charlie porque no puedo identificarme con Charlie. Pierda cuidado al respecto “Willem”, uno de los caricaturistas de la revista satírica, afortunadamente superviviente de la matanza, quien ha declarado sentirse “sorprendido” de la cantidad de nuevos “amigos” que le han surgido al semanario en los tristes últimos días y que antes no le tenían tanto cariño. Yo no voy a ser su “amigo”. Ni lo fui antes ni voy a serlo después del atentado. Pero a pesar de ello lamento profundamente la muerte de sus compañeros, que no hacían otra cosa que escribir o dibujar, y la de las restantes víctimas, hasta diecisiete, de estos días en París, y defiendo su derecho a expresarse libremente, y que se tomen todas las medidas que sean necesarias para garantizar ese derecho, aunque a mí personalmente no me gusten sus expresiones u opiniones. Yo no soy amigo de Charlie Hebdo, soy amigo de la vida y de la libertad. Vivimos en un mundo civilizado, en el que si alguien tiene que poner límites a esa libertad han de ser las leyes y los tribunales. Ningún individuo ni grupo puede ponerse por encima de esas instituciones y decidir qué es lo que se puede expresar o manifestar y qué es lo que no. Los autores de estos atentados pertenecen a otro mundo, el de la barbarie y el fanatismo, y tenemos que defendernos de ellos, porque nos han declarado la guerra. Todos los que amamos la vida y la libertad somos sus potenciales objetivos, porque para ellos no tienen ningún valor, las desprecian y nos desprecian a nosotros que las hemos puesto como valores supremos de nuestro marco de convivencia. Quien quiera integrarse en nuestra sociedad tiene que aceptar estos valores, y quienes no quieran hacerlo tienen que ser expulsados o al menos estrictamente controlados como medida de autodefensa. No podemos consentir en nuestro territorio guetos de integrismo que supongan una amenaza permanente. Pero voy a más: a mi me duelen tanto las muertes que puedan producirse en París, Madrid, Londres o Nueva York como las de los periodistas degollados, los cristianos crucificados, los homosexuales arrojados al vacío o las mujeres y las niñas mutiladas por estos animales en otros países no occidentales. Al Qaeda y el Estado Islámico y todos sus satélites son organizaciones terroristas que tienen que ser combatidas allí donde se encuentren y con los medios que sea preciso. Yo defiendo la libertad de expresión de Charlie Hebdo, aunque no me guste el uso que de ella hace, y también la vida y la libertad de tantos miles de inocentes que diariamente están muriendo en el mundo (Siria, Irak, Nigeria, Pakistán...) a manos de estos criminales. Ojalá de la foto de unidad de la manifestación de ayer en París salga la voluntad firme y sin fisuras de los líderes mundiales, cosa que dudo, de perseguir a estas ratas hasta el último rincón del planeta donde puedan esconderse.

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