Desde pequeños hemos
aprendido por estos lares a soñar con la blanca Navidad -aunque en mi tierra no es que vemos nevar mucho- con las calles iluminadas, con los hombres gordos
vestidos de rojo, con las burbujas del champán, el calor del hogar, con
turrones y mazapanes, los regalos y los Reyes Magos. Pero no en todas partes la
Navidad es blanca, ni aún en sueños, porque no hay paz, ni hay lucecitas de
colores allí donde faltan otras cosas mucho más básicas. Es otro estilo de
Navidad. En países como Irak, o Siria, la población cristiana -perseguida e
incluso masacrada por los yihadistas, un auténtico genocidio que sin embargo
pasa como desapercibido a los denunciadores habituales de genocidas en
occidente- ha tenido que abandonar sus hogares y refugiarse en lugares donde al
menos puedan conservar la vida, aunque hayan perdido todo lo que tenían, y en
los que viven hacinados y en condiciones mínimas de subsistencia. Pero esto no
les ha impedido celebrar con alegría esta festividad del Nacimiento de Jesús. Cuentan
quienes por allí han estado que es la Iglesia fundamentalmente quien les
suministra lo necesario para sobrevivir en estas condiciones, de ahí que es
importante que cuenten con la ayuda y la solidaridad de los cristianos y de las personas de buena voluntad del
resto del mundo. Esto dicen Xiskya Valladares (@xiskya) y Josué Villalón (@JosueVillalon), dos españoles que han
estado en la zona estos días enviados por la Fundación Pontificia “Ayuda a laIglesia Necesitada”, comprobando in situ
la realidad de los campos de refugiados, y que han colgado en internet este
video que comparto. Pero lo que yo observo en el vídeo es que frente a la carencia de recursos materiales que sufren estos cristianos, de lo que están sobrados es de fe.
De otra forma no puede comprenderse la alegría que se refleja en sus rostros y
en sus celebraciones. La alegría en la abundancia es perfectamente asequible,
puede incluso comprarse a modo de máscara festiva, aunque se trate de pura impostura. Pero la alegría en la
adversidad sólo puede salir de algún rincón muy profundo del ser humano. Estos
cristianos iraquíes nos están enseñando -¿cuál es realmente la Iglesia
necesitada?- que la auténtica Navidad o se vive en el corazón o no es
Navidad.
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