El Pleno del Ayuntamiento de Sevilla aprobó inicialmente ayer viernes el
presupuesto general de 2014 con el voto favorable del PP y contrario del PSOE e
IU. Esto no es ninguna noticia, puesto que era previsible que fuera la que fuera la propuesta que presentase el gobierno
municipal su leal oposición iba a
votar en contra. Pero sí es noticia, en estos tiempos que corren, que esos
presupuestos contemplan la que ha sido calificada como la mayor rebaja
impositiva de la historia de los municipios democráticos, ya anticipada con la
reciente aprobación de las ordenanzas fiscales para el próximo año.
Dicha rebaja alcanza los 34 millones de euros,
y va acompañada de la consiguiente minoración en las partidas de gasto. Esto
es, se bajan los impuestos, pero sin dejarles la roncha a los que vengan detrás incrementando la deuda, sino manteniendo la prestación de los
servicios municipales mediante una mejor y más eficaz gestión de los recursos
públicos.
Hasta ahora las políticas de ajuste llevadas a
cabo han consistido por lo general en apretarnos el cinturón a los ciudadanos.
Es por tanto alabable que una administración, la local en este caso, comience a
apretárselo ella misma y nos deje a nosotros respirar un poco, que ya llevamos
bastante castigo. Y es doblemente alabable porque lo fácil para un político es
seguir gastando a diestro y siniestro, con la excusa de la crisis y aunque ello
suponga ir en contra de sus promesas electorales. Pero es que para superar esta
crisis es necesario que revivan la capacidad de consumo y la iniciativa privada.
Y para la salud de la democracia es exigible que los políticos cumplan sus
compromisos con quienes los han elegido.
Esta
rebaja de impuestos es además indicativa
de que las cuentas municipales vuelven a la senda de la que nunca debieron
haber salido. La senda del equilibrio, de la prudencia, de la contención del
gasto, del saneamiento de todas las trampas que dejaron corporaciones anteriores.
Esto evidentemente no es fácil, supone
sacrificios, pero hay que reconocer el esfuerzo porque sólo así se puede
garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas y por lo tanto el futuro
de la prestación de los servicios públicos municipales.
Pero
los presupuestos aprobados tienen también sus sombras. La más llamativa, la que
más resalta, es la reducción de la aportación de la Junta de Andalucía, que se sitúa nada más y nada menos que en 7,8 millones de euros menos respecto al ejercicio anterior. Minoración que
además afecta a partidas tan sensibles en estos momentos como son el fomento de
empleo y los servicios sociales. En mi opinión ensucian la vida pública con su
cinismo quienes critican airadamente el descenso en estas partidas del
presupuesto municipal cuando saben sobradamente que se debe a esa falta de
financiación por parte de la administración autonómica, en actuaciones, esto
hay que subrayarlo, que son de su competencia, y no del Ayuntamiento.
En
esa línea de cinismo, a la que por otra parte estamos ya acostumbrados, le he
escuchado decir a algún responsable socialista, despreciando la rebaja
impositiva, que al fin y al cabo por término medio supone sólo un ahorro de
unos cincuenta euros por sevillano. Pues si es así, en mi casa somos cuatro
sevillanos, así que hagan la cuenta. Y aunque sea la mitad, o la cuarta
parte. Mejor están esos euros en mi bolsillo que no para que se
despilfarren de cualquier manera, como se ha hecho en esta ciudad hasta hace
bien poco tiempo.
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