Con
ésta he llegado a mi centésima entrada en este blog. Iniciado hace
aproximadamente dos años, el 8 de marzo de 2012, sale a una media de casi entrada por semana. No está
mal, para ser un mero hobby sin mayor propósito. En este tiempo he tratado muy
diversos temas. Cuando comencé no tenía una idea clara acerca de lo que iba a
escribir. Los temas profesionales los he dejado para otros ámbitos más
especializados. La política ha sido un componente importante, sobre todo al principio. Pero a veces llega a aburrirme tanto –relación de amor/odio- que he preferido ocuparme de otras
cuestiones más agradables como puedan ser el deporte, algo de cofradías –pero poco-, otros
temas de actualidad ocasional, una pizca de literatura, y especialmente de una
de mis mayores aficiones como es la ópera, terreno en el que muy osadamente me
he ido adentrando y del que ahora no sé bien cómo salir. Sé que esta variedad
perjudica el posicionamiento de un blog
en los rankings -aprendiz de mucho, maestro de nada-, pero eso me permite
escribir de lo que me venga en gana, y no ceñirme a una temática concreta.
Además, yo escribo fundamentalmente para mí, porque necesito poner negro sobre
blanco algunas ideas que me rondan la cabeza y cuando las veo en la pantalla me
dejan espacio en las neuronas para otras. Pero está claro que no lo haría para
publicarlo sin el apoyo de los que de vez en cuando o asiduamente me leéis. En
más de una ocasión me he planteado dejarlo, porque no sé hasta que punto merece
la pena exponerte a que cualquiera que te lea por ahí diga “vaya las tonterías
que escribe este tío”. Pero aunque habrá muchos que lo piensen, siempre ha
habido alguien que por el contrario me
ha dicho “te sigo” o “me gustó lo que escribiste” o cualquier cosa parecida. Y
por su culpa he seguido haciéndolo, hasta hoy. Son ellos los responsables
últimos de que esto ocurra. Por mi parte sólo puedo decir que lo siento.
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