Navegando
distraidamente por la red, recalando aquí y allá por los diarios digitales, de
enlace en enlace, me topo con un articulito publicado hace unos meses por Julio Anguita recordándonos
algo que ya algunos sabíamos: para él, como para todos los de su ideología,
democracia es igual a comunismo, de lo que se sigue necesariamente según esta
concepción que sin comunismo no hay democracia posible. Democracia “real” le
llaman. Anguita, y otros como él, incluso muchos que ni siquiera llegan a su
extremo, abomina de los mercados. Piensa que deben ser sometidos por la
política. Este es un lugar común que muchos han esgrimido durante la crisis:
los malvados mercados son los culpables de cuanto de malo nos pasa.
Tengo yo otra percepción bastante diferente. Para mi
el mercado es la expresión de la libertad económica, lo mismo que la democracia
lo es de la libertad política. Con todos sus defectos y sus limitaciones, lo
mismo en un caso que en otro. Hay quienes sacralizan la democracia como si esta
no tuviera defectos, algunos corregibles y otros intrínsecos a la condición
humana. Yo no lo hago, y tampoco sacralizo el mercado, pero creo que no hay
menos democracia en este que el ámbito político.
Me recordaba un alumno en clase, objetando mi
planteamiento, que entre poco más de setecientas empresas controlan
el 80% de la economía mundial, con lo que ellas son realmente las dueñas del
mercado. No sé si esto es realmente cierto, pues se refiere a las conclusiones
de un reciente estudio no del todo contrastado, como tantos que salen por ahí.
Pero aunque así fuera, me pregunto ¿y entre cuantas “empresas” dominan la
política en España? ¿No tenemos los ciudadanos mucha más capacidad de elección
y de decisión en el terreno económico que en el político? En política sólo
podemos votar, normalmente, cada cuatro años, y entre un número de opciones
ciertamente limitado. En el mercado votamos cada día comprando o no comprando
aquello que nos gusta o nos desagrada, y las empresas suelen ser mucho más
receptivas a los deseos de sus clientes que los partidos políticos a los de sus
propios votantes. Sí, es cierto que a veces, las menos, no tenemos posibilidad
de elección. En política casi nunca: o carne o pescado, con lo que si eres
vegetariano…
En definitiva la oposición que algunos quieren hacer
entre democracia y mercado, de manera que sólo existiría la primera cuando los
segundos estuvieran dominados por el poder político, es puramente artificiosa, porque
ambos son expresiones, cada una en su campo, de una misma cosa: la libertad. A
quien no le gusta la libertad no puede gustarle el mercado, pero tampoco le
gusta la democracia. Si acaso utilizan esta, vendiéndonos la ilusión de que
decidimos nosotros, para la consecución
de sus fines, que no son otros que controlarlo todo. Y esto último, me temo, es
una pretensión bastante extendida entre los políticos en general, no sólo
comunistas.
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