Cerca
ya de cumplirse el año desde su constitución no pasa un día en que no se confirme
que el gobierno bipartito de socialistas y comunistas en la Junta es la peor
calamidad que podía haber sufrido Andalucía como remate a los ya largos treinta
años de régimen que mantienen a nuestra comunidad en la más absoluta postración,
ocupando uno de los últimos lugares en todos los indicadores de desarrollo de
la Unión Europea. En la última semana, son varios los ejemplos de declaraciones
de sus máximos responsables, que cuando menos provocan vergüenza ajena y que
resultarían hilarantes si no fuera por la complicada encrucijada en la que nos
encontramos.
Para empezar encontramos al vicepresidente Valderas
quejándose porque, a su juicio, el asunto de los ERE no puede marcar la agenda del bipartito. ¿Pero de qué agenda habla? ¿Tiene alguna que no sea oponerse a
todo lo que se haga o proponga desde el gobierno central? Rajoy no para de tomar
medidas, por discutibles que sean, en su intento de sacar al país de la crisis.
¿Ha tomado su gobierno alguna medida relevante en los casi doce meses que lleva
ya ejerciendo?¿Qué otra cosa están haciendo que no sea tapar la podredumbre que
brota por todas partes en la administración andaluza? A Valderas lo que le gustaría
es que todo el mundo se olvidase de la corrupción que inunda la Junta, de la
que no ha tenido reparo en convertirse en cómplice con tal de gustar de las
mieles del poder. Hoy su responsabilidad política en esta materia es ni más ni menos
que la misma que la de su socio de gobierno, y por eso le molesta que se hable
tanto de ella.
La segunda perla se la debemos a la señora consejera
de Fomento y Vivienda. Dice que si no fuera consejera, participaría en los escraches. Esta señora tiene de demócrata que yo de geisha, y ninguno de los
dos nos preocupamos por disimularlo. Ella, como la formación a que pertenece,
no cree ni en la democracia ni en las instituciones. Porque el escrache, como
el terrorismo, no atenta sólo contra las personas a quienes directamente ataca,
sino de forma general contra la democracia y sus instituciones. Pero a esta
señora ambas cosas le importan un pimiento. Ella simplemente las utiliza a su
mejor conveniencia. Como hoy es consejera, se aprovecha de ello, aunque -¡lástima!-
le impida hacer escrache. Pero si mañana deja la poltrona, no tendrá
inconveniente en hacerlo, posiblemente incluso contra el consejero o consejera
que ocupe su lugar. En manos de gente como esta ¿a dónde podemos ir?.
La última se la hemos dejado al señorito mayor del
cortijo, el presidente Griñán. Ha dicho esta semana que rechaza “la política que prima la economía sobre el interés general”. Claro está, a ellos la economía
no les preocupa. Que la gente no tenga trabajo no les preocupa. Por esto
tenemos el paro que tenemos, que crece incluso cuando baja en el resto de España. Ellos prefieren mantener la pazzz social a base de subvenciones y
prebendas que reparten arbitrariamente allí donde haya bocas que tapar. Recuerdo
una letra flamenca, denuncia del señoritismo andaluz, que decía “desgraciaíto el come el pan por
manita ajena, siempre mirando la cara, si la ponen mala o buena”. Pues así es
como el amigo Pepe Griñán, tan campechano él, nos quiere tener a los andaluces
por los siglos de los siglos. Pendientes siempre de su mano benefactora que
reparte el maná de la Junta. Es la mejor manera de asegurarse la perpetuidad en
el poder, y a la vista está.
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