sábado, 14 de marzo de 2015

BIENVENIDOS AL SIGLO XXI

Me preguntaba una vez un amigo, no muy versado en estos temas "¿ah, pero se siguen componiendo óperas actualmente? Yo creía que eso era cosa del siglo XIX". Pues claro que se sigue componiendo ópera en la actualidad, y bastante. Lo que ocurre es que no llega habitualmente al gran público. Se estrenan, normalmente por un encargo o en festivales especializados,  y después vete tú a saber si vuelven a reponerse. La ópera  no es hoy tan popular como pudiera serlo en centurias pasadas, porque ha sido desplazada por otras formas de arte y entretenimiento más asequibles al bolsillo, y además la contemporánea padece  el problema de todo el arte de este tiempo, bastante más difícil en su comprensión que las formas tradicionales. He tenido sin embargo la suerte de poder conocer en los últimos años, gracias a internet, un buen número de títulos contemporáneos. Empezando por las ya “clásicas”  “Einstein on the beach” (P. Glass, 1976) o “Nixon in China” (J.Admas, 1987) y siguiendo por las más recientes “Babylon” (J. Widmann, 2012), “Written on skin” (G. Benjamin, 2012), "The perfect american" (P.Glass, 2013) "In the penal colony" (P. Glass, 2000) "Mileva" (A. Brevalov, 2011), "Broukeback Mountain" (C. Wuorinen, 2014)  o "El público" (Mauricio Sotelo, 2015, que tuve la oportunidad de ver la semana pasada sin ir más lejos) entre las que recuerdo en este momento. También conocía  Doctor Atomic  la ópera de John Adams con libreto de Peter Sellars, estrenada en  San Francisco en 2005,  pero nunca había contemplado una de estas obras en directo. El Teatro de la Maestranza me ofrecía esta posibilidad el viernes con el estreno en España  de esta última obra,  que suponía además la primera vez que en Sevilla se representaba una ópera de este mismo siglo.
Doctor Atomic es una ópera evidentemente diferente a cuanto habíamos visto por aquí antes. La música de Adams se basa sobre todo en el minimalismo, pero bebe eclécticamente de otras muchas fuentes, hasta de la música religiosa (¿qué es sino un miserere la intervención de Oppenheimer, con texto de los Sonetos Sacros de J. Donne, al final del primer acto?).  No es una ópera de amores, ni de héroes, ni de embrollos cómicos …es una ópera de  terror.  Del terror que siente la humanidad  al asomarse al abismo de la posibilidad del  holocausto nuclear. Una ópera de terror en la que no obstante hay lugar para la ternura que aportan los personajes femeninos de Kitty Oppenheimer (el amor debe imaginar elmundo..) y Pasqualita. Trata sobre el  primer ensayo de explosión de una bomba atómica, llevado a cabo en 1945 en Los Álamos (Nuevo México), como paso previo a su utilización en la guerra contra Japón, si bien el libreto incide más en la reflexión que en la acción, y esto quizá lo haga difícil de seguir en ocasiones.  Tenía yo mis dudas acerca de cómo me resultase la experiencia, porque en mi anterior audición no me había llamado mucho la atención,  pero la verdad es que el espectáculo me atrapó desde el primer compás, me sobrecogió por momentos y acabó emocionándome con el recuerdo y homenaje final a las víctimas de Hiroshima y Nagasaki.
Volvía Pedro Halfter al foso tras no ser renovado como titular de la ROSS. Su labor me pareció notable, como la de la propia orquesta, con una formación inusual con gran presencia de percusión, que tiene un gran protagonismo. Acaso le achacaría algún exceso de decibelios en algún momento. También el coro tuvo una gran actuación, acoplándose a perfectamente a las particularidades de la partitura. Las voces solistas estuvieron a muy buen nivel, aunque bien es verdad que cantaron con  amplificación.  A  Peter Sidhow  y a Jovita Vaskeviciute (Gral Leslie Groves y Pasqualita) ya los conocía de su interpretación en Estrasburgo el año pasado. Me gusta especialmente el papel de la criada india. En cuanto a los dos personajes principales (Robert y Kitti Oppenheimer), Lee Poullis y Jessica Rivera son  especialistas en estos papeles y lo demostraron.  Especialmente Jessica Rivera, para quien Adams  reescribió especialmente su papel, que inicialmente era para mezzo,  con motivo de la primera reposición de la ópera en Amsterdam. ¡Cuantas veces no hemos leído eso de “fulanito escribió el papel, o tal aria, para tal soprano”! Pues aquí podemos ver en vivo y en directo a la soprano para la que Adams ha escrito esta música.  
Respecto a la producción escénica, firmada por Yuval Sharon,  diferencia muy claramente los dos actos de la ópera. El primero es trepidante, con abundancia de efectos de video. En el segundo todo se ralentiza, en una escena estática aunque con gran movimiento de actores. Es precisamente lo que marca el ritmo del libreto, que sitúa la acción del primer acto un mes antes del ensayo, mientras que el segundo lo hace en las horas previas, en las que el peso de las dudas, los miedos y las angustias de los personajes, que crecen a medida que el momento crucial se acerca, parecen lastrar todo lo que acontece hasta el conmovedor final.   
En definitiva, yo disfruté plenamente con la ópera, y espero que esto no sea flor pasajera  de un día, sino que tengamos la oportunidad de poder seguir apreciando en directo en nuestra ciudad al menos una muestra de lo que en el siglo XXI se compone para este género, lo mismo que junto con el Museo de Bellas Artes tenemos también el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Me temo sin embargo que no todo el público asistente piense igual, pero de esto quizá hable otro día, porque aquí ya me he extendido demasiado.


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