sábado, 14 de junio de 2014

¡QUE NOS LA LLEVAN! (PERO NO)

“Alejándome todo lo posible del centro de la villa, llegué a la plazuela de Palacio, donde me detuvo un obstáculo casi insuperable; un gran gentío, que bajando de las calles del Viento, de Rebeque, del Factor, de Noblejas y de las plazuelas de San Gil y del Tufo, invadía toda la calle Nueva y parte de la plazuela de la Armería. Pensando que sería probable encontrar entre tanta gente al licenciado Lobo, procuré abrirme paso hasta rebasar tan molesta compañía; pero esto era punto menos que imposible, porque me encontraba envuelto, arrastrado por aquel inmenso oleaje humano, contra el cual era difícil luchar.
Yo estaba tan preocupado con mis propios asuntos,  que durante algún tiempo no discurrí sobre la causa de aquella tan grande y ruidosa reunión de gente, ni sobre lo que pedía, porque indudablemente pedía o manifestaba desear alguna cosa. Después de recibir algunos porrazos y tropezar repetidas veces, me detuve arrimado al muro de Palacio, y pregunté a los que me rodeaban:
-¿Pero qué quiere toda esa gente?
-Es que se van, se los llevan -me dijo un chispero-, y eso no lo hemos de consentir…"

Así narra Benito Pérez Galdós, a través de su personaje Gabriel de Araceli,  cómo al amanecer del 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid se concentraba junto al Palacio Real intentando impedir la salida de los últimos miembros de la familia real que aún permanecían en España, entre ellos el infante Francisco de Paula,  camino de Bayona.

Algo así es lo que debió ocurrir en días pasados junto al Palacio de San Telmo. Cuando la gente supo por los periódicos (digitales y de papel, que aún los hay) que se barajaba llevarse a Susana Díaz a Madrid para hacerse cargo de lo que queda del PSOE, el pueblo llano poco menos que se amotinó y acudió en masa a pedir a la presidenta de la Junta “no te vayas todavía, no te vayas por favor..” Tal fue el revuelo popular que la dirigente socialista hubo de acudir con urgencia a una conocida cadena de radio para anunciar que de lo dicho no había ná, que ella se quedaba aquí porque se lo pedían sus votantes (se olvidaba la señora de que a ella no la ha votado nadie, pero eso es un detalle sin importancia). Lo que no consiguieron los madrileños lo habíamos conseguido los sevillanos.

Esta es poco más o menos la versión oficial, adornada con un poco de literatura. A diferencia de Galdós, que se basa fundamentalmente en hechos históricos, aquí casi todo es ficción. Pero quién sabe si en un futuro no se la contarán así a nuestros nietos. La verdad es que la gran lideresa, que es lista como el hambre, algo que habrá heredado de su casta fontanera, ha medido sus fuerzas antes de dar el salto, y como ha visto que se la podía pegar, ha dicho: de aquí no me muevo no vaya a ser que me pase que por irme de Sevilla, pierda mi silla. La medición de fuerzas –dentro del partido, por supuesto- es una de las asignaturas principales que debe aprobar un político de éxito. La de gobernar bien es una maría, da igual la nota que saque, pero esta otra es fundamental. De hecho a esta señora aún no se le conoce acción de gobierno, y sin embargo ahí está en el candelero optando a todo. Siempre se ha dicho, y nadie lo pone en duda, que Susana es una mujer de aparato. Su carrera política así lo demuestra. Y un político de aparato asciende porque tiran de él desde arriba, no porque le empujen desde abajo. Ella ha pretendido que desde arriba le despejasen el camino de su marcha triunfal, única manera de asegurarse la elección. Pero como no lo han conseguido, y mira que lo han intentado, pues ha dado el paso atrás. Ella no va a presentarse a un congreso donde se elija conforme a una votación abierta a toda la militancia (o eso dicen). Capaz es de perder y queda como la chata. Además, la cosa está tan malita en el PSOE que aún en el caso de ganar, con un panorama  tan feo quizá sea mejor esperar bien resguardada en su feudo andaluz donde tiene acreditada resistencia a cualquier circunstancia adversa. Ello es coherente también con que haya anunciado su neutralidad respecto de los candidatos que van surgiendo. Seguramente no querrá que el que gane lo haga con la suficiente fuerza como para cerrarle por mucho tiempo el camino hasta la cumbre, que ahora de momento ha reusado transitar. Pura táctica, que es lo importante en un político hoy en día.

Pero para la propaganda que tan bien maneja el régimen lo que quedará es que Susana Díaz -esa mujer que cuando habla parece que en cualquier momento puede arrancarse por peteneras, de lo sentía que es- ha sacrificado su imparable carrera política por salvarnos a los andaluces y las andaluzas, algo que nunca tendremos nosotros y nosotras -¿se dice así?- con qué pagarle y que tendremos que agradecerle eternamente.

1 comentario:

  1. Uff, por los pelos. Mira que habéis tenido suerte, eh? Ya sabes, para todo lo demás mastercard, jeje.

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