martes, 23 de enero de 2018

EL DÍA QUE CORRÍ CON SEBASTIAN COE

El domingo participé en la XXXVI edición del Cross de Itálica. No en la carrera internacional, lógicamente, sino en la de carácter popular en la que los trotones como yo hacemos de teloneros de los pura sangre que se disputan una de las pruebas más prestigiosas del calendario atlético invernal. Porque para los que no lo conozcan, la cita de Itálica no es sólo las carreras de élite, masculina y femenina, en la que cada año participan muchos de los mejores especialistas mundiales, y que da fama al evento, sino que es una gran fiesta del atletismo, en la que desde primeras horas de la mañana se suceden las carreras de todas las categorías, desde los pequeñines sub10 hasta los master, con atletas venidos de todas partes de España y Portugal, especialmente.
Este año no obstante, la carrera popular absoluta ha tenido un carácter especial, con un participante de lujo. Nada menos que uno de los ídolos atléticos de mi juventud: el dos veces campeón olímpico de 1.500 y actual presidente de la IAAF, Sebastián Coe. Igual que la final de Barcelona 1992, con el oro de Fermín Cacho, tengo grabada en mi memoria una bastante anterior: la de Los Ángeles 1984, en que José Manuel Abascal se colgó el bronce. Recuerdo al comentarista de TVE (José Ángel de la Casa) confirmando una y otra vez que aquellos tres atletas que apuraban la última curva y enfilaban ya hacía la meta eran 'Coe, Cram, Abascal....Coe, Cram, Abascal.." con un Joseph Chesire apretando por detrás al atleta cántabro, tras haberse retirado en la última vuelta otro de los candidatos al podio, el también británico Steve Ovett. Ovett y Coe se disputaban entonces el primado del medio fondo (800 y 1500) en lucha con su compatriota Steve Cram y los españoles José Manuel Abascal y José Luis González. Ellos son los que, con permiso de Mariano Haro y Antonio Prieto, me engancharon al atletismo.

Cuando supe que Coe iba a estar en Sevilla como presidente de la IAAF con motivo de la prueba de Santiponce, le dije a un amigo en Twitter "podría ponerse las zapatillas y correr con nosotros la popular". Aquello fue una simple ocurrencia, pero cual fue mi sorpresa cuando el sábado por la noche saltó la noticia de que se iba a convertir en realidad. A pesar de que hice una carrera muy mala (creo que mi capacidad de sufrimiento está ya aún más disminuida que la física, y me lo tomé con calma), para mí fue una grata experiencia. No tuve oportunidad de darle la mano en carrera como mi compañero de aventuras Javier Gil, porque iba más adelante, pero podré contar a mis nietos que yo corrí una vez con el bicampeón olímpico Sir Sebastian Coe. Había pensado que este sería mi último cross, pero después de ver a Coe corriendo con sesenta y tantos años, quien sabe si el año que viene...