sábado, 19 de marzo de 2016

NAZARENOS

A principios de este mes se estuvo representando en el Teatro de la Maestranza el ballet titulado “Sorolla”, a cargo del Ballet Nacional de España. La obra está inspirada en los cuadros -óleos sobre lienzos de gran tamaño- que el que artista valenciano pintara por encargo de la Sociedad Hispánica de Nueva York y de los que tuvimos la oportunidad de disfrutar en Sevilla en una memorable exposición celebrada en el Museo de Bellas Artes en 2008.

La música de este ballet, estrenado en 2013, fue encargada a Juan José Colomer, con la colaboración también de Paco de Lucía y Enrique Bermúdez. Colomer es un músico también valenciano, como Sorolla, aunque afincado actualmente en Estados Unidos, compositor de numerosas obras para orquesta, piano, bandas sonoras de cine, etc, y colaborador de Plácido Domingo en muchos proyectos.

Entre los catorce lienzos de la colección, conocida conjuntamente como “Visión de España”, hay nada menos que tres dedicados a Sevilla: “Los nazarenos”, “El baile” y “Los toreros”. Esto puede explicarse por la fascinación que Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society, sentía por nuestra ciudad. Hasta el punto que tanto él como su esposa , la escultora Anna Hyatt Huntington, autora de la estatua ecuestre del Cid, fueron declarados hijos adoptivos, en agradecimiento a diversas donaciones efectuadas, entre ellas la propia estatua del héroe castellano que luce en el Prado de San Sebastián.

En este último, datado en 1914, Sorolla representa a varios nazarenos con capirote y un penitente con cruz, con un paso de palio al fondo y una atisbo de la Giralda más allá. A simple vista uno puede decir de la Hermandad de la Carretería, por la cruz de Santiago de los antifaces y las formas del paso. Sin embargo esto es sólo un espejismo. Si nos fijamos bien se observa que el color de las túnicas es negro y más bien de ruan, con cinturón de esparto, que del terciopelo azul de los actuales hábitos carreteros, instaurados en 1886. Tampoco el palio es el de Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad, sino el en que por entonces procesionaba la Virgen del Rosario de Montesión. Así que Sorolla cogió algunas ideas de aquí y allá y pintó lo que le pareció, sin sujeción a la realidad de una procesión concreta.

Este cuadro, en cualquier caso, es sin duda de la Semana Santa sevillana, porque aquí fue pintado -en el convento de San Clemente por más señas- y porque de ella recoge sus elementos, incluido el paisanaje que contempla la imaginaria cofradía. Y es el que sugiere la pieza musical de Juan José Colomer, titulada “Nazarenos” y compuesta como parte integrante del citado ballet, que motiva este comentario. Escúchenla los conspicuos capillitas de paladar fino que esto lean y díganme si no se la imaginan acompañando un palio, en el recogimiento de la noche, con toda la candelería encendida, y el susurro de un leve repique de bambalinas a compás. Bien valdría la pena que alguien -¿quizá el propio autor?- adaptase esta pieza para banda de música y poder disfrutar de ella por las calles de Sevilla, cerrándose así el círculo marcado por su proceso creativo: lo que con tanto acierto nació inspirado por nuestra Semana Santa no podía tener mejor destino final, aunque no fuera esta intención directa de su creador, que el de ser interpretado en ella. 
 


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