sábado, 26 de mayo de 2012

LA PITADA


Le oí una vez decir a José Bono que España es simplemente lo mejor para los españoles. Creo que esta apreciación es acertada. Más allá de cuestiones históricas, jurídicas o incluso sentimentaloides, la defensa de la nación española y su unidad es racional, y si se quiere, utilitariamente,  lo que más conviene a los ciudadanos que formamos parte de ella, que al fin y al cabo somos lo que importamos, para asegurarnos un mejor presente y futuro. Imaginemos por ejemplo lo que sería de cualquiera de nuestras endebles autonomías en medio de este temporal económico-financiero que nos azota si no fuera porque formamos parte de un país demasiado grande para dejarlo caer.
Lamentablemente hay quien incluso nos ha gobernado pensando que el concepto de nación es algo discutido y discutible. Con lo cual nos encontramos no  sólo con regiones de España en las que se viene fomentado el odio a lo español en las escuelas durante treinta años, sino que en muchos otros ambientes la cuestión nacional se ha contemplado cuando menos con cierto desapego e indiferencia. De manera que hemos dejado el campo libre para que la defensa de la patria sea vista como una  cosa de cuatro loquitos cabezas rapadas y unos cuantos tíos con olor a naftalina.
Así, por el odio de unos y el desinterés de otros, llegamos a una situación en la que me temo que para una gran mayoría del país  España no es más que un equipo de fútbol. Ese equipo para el que además se han inventado un apodo de lo más significativo: “la roja”. Podemos animar a "la roja" sin tener que animar a España. 
Por esa deriva llegamos a espectáculos vergonzosos como el de anoche en el que más que la pitada incluso, me preocupó el interés de las autoridades españolas por que pasara desapercibido el himno nacional, reduciéndolo a su mínima expresión.
En la misma línea me resulta inaudita la polémica levantada por las declaraciones de Esperanza Aguirre -al final la mala de la película- que simplemente se limitaron a reclamar la aplicación del Código Penal, lo cual parecería que debiera  entrar dentro del comportamiento esperable de cualquier autoridad responsable.
Pero claro, si resulta que España es poco más que un equipo de fútbol, ¿quién se va a extrañar o se va a molestar porque los hinchas del equipo contrario le piten el himno?

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