Argumenta Junqueras, en
su petición de libertad recientemente cursada a la juez Lamela que lo mantiene
en prisión desde el pasado 2 de noviembre, que él no puede pecar, viene a
decir, porque es católico. Gran sofisma: los católicos somos, al menos los
normalitos, los del montón, los mayores
pecadores del mundo, precisamente porque tenemos la conciencia del pecado, de
la que otros carecen.
Esta gente, en su delirio,
confunde el culo con las témporas. La
magnesia con la gimnasia. El ser con el debe ser. Como están en la matraca de
que están presos por sus ideas políticas, especulan con que quizá sus ideas
religiosas puedan salvarlos. Piensan que sus creencias los redimen de sus actos.
La justificación por la fe, sin embargo, es un concepto más bien protestante.
Junqueras entonces, que
esto debe saberlo, lo que quiere decir no es ya que sea católico, sino que es
santo. No está pidiendo sólo que lo saquen de la cárcel. Quiere la
internacionalización del prusés por
la vía vaticana. Quiere que eleven su causa no al Supremo, sino a
Roma. Está pidiendo directamente que lo canonicen. Amén.
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