viernes, 28 de diciembre de 2012

INOCENTES


Anda toda España espantada, escandalizada, consternada con el crimen de la pequeña de 16 meses asesinada en un pueblecito enclavado en las montañas de Almería, entre Sierra Nevada y la de los Filabres. Uno de esos pueblos encantadores que se avistan desde la A-92 cuando atraviesas por ella las sierras almerienses. Pasará sin embargo esta localidad, hasta ahora casi desconocida, a la historia de los horrores patrios que pusieron tristemente en el mapa a otros lugares  hasta entonces totalmente  desconocidos a nivel nacional y que quedarán asociados a la desgracia que les dio fama.
Se une este sentimiento de indignación al de otros casos de muertes violentas de niños, como el de la onubense Mari Luz o los cordobeses Ruth y José, presuntamente muertos estos últimos, para mayor horror,  a manos de su propio padre.
Es natural que a la gente se le revuelvan las entrañas ante acontecimientos brutales como estos. El alcalde de la localidad almeriense afectada por el suceso  lo ha expresado de esta manera: "Hay personas sin alma y sin corazón que son capaces hasta de matar a un ser tan indefenso y vulnerable como un bebé de apenas 16 meses".
Sin embargo, paradójicamente, en esta sociedad cada vez más esquizofrénica en que vivimos, muchas de esas personas que hoy con toda razón se escandalizan, si en vez de un bebé de dieciséis meses de vida contados desde su nacimiento se hubiera tratado de un ser -humano por supuesto- con  sólo unas semanas o meses desde su concepción, verían  con la mayor tranquilidad que su madre hubiera decidido interrumpir su vida (no utilizo el término matar para ser políticamente correcto y no herir susceptiblidades). Incluso nuestro actual ordenamiento jurídico esto lo contempla como un derecho, y en uso de ese derecho se  produjeron nada menos que  118.359 abortos durante el año 2011, según se ha informado recientemente.
Personalmente no puedo entenderlo. Para mi  tan execrable es  uno como otro supuesto, al menos, en el caso del aborto,  cuando no existe la más mínima justificación de la decisión más que la mera voluntad de la gestante. Se trata de seres inocentes e indefensos que mueren por acción o decisión de otros que simplemente están en una situación de superioridad y tienen por tanto la potestad para hacerlo fácilmente. No veo diferencia entre que el decisor sea un tercero o la propia madre, porque en cualquier caso se trata de una vida ajena, que no les pertenece, y la diferencia de la edad es un mero convencionalismo injustificable.
Quizá el monstruo de Fiñana también pensó, aunque sólo fuera por un momento, que tenía derecho a matar a la niña. Simplemente porque le molestaba. Simplemente porque era más fuerte.

2 comentarios:

  1. siguiendo el mismo razonamiento, tan lógico, en tu propia família hay casos de abortistas: todos esos óvulos desperdiciados,todo ese esperma no aprovechado como dios manda, toda esa potencialidad de vida no sustanciada! No dudo que celebras un bautizo cada año(con años buenos de dos), y que esa alegría te acompañará hasta el final de tus días fértiles. Te deseo salud, y buena fortuna.

    ResponderEliminar
  2. Gracias unknown por tus buenos deseos, que son recíprocos. Los agradezco sinceramente, sobre todo viniendo de un desconocido. En cuanto a tu tesis, simplemente te recuerdo que ni los óvulos ni los espermatozoides son seres humanos. Sólo a partir de la unión de ambos se genera uno, que lo es ya desde ese momento y hasta su muerte. No puede ser por tanto nunca lo mismo, en contra de lo que tu planteas, no engendrar que matar. Un saludo.

    ResponderEliminar