viernes, 30 de noviembre de 2012

LA COMISIÓN PARIÓ UN RATÓN



¿Pero alguien de verdad podía esperar otra cosa que el aborto parido por la comisión parlamentaria de investigación sobre el fraude de los ERE? ¿Puede ser investigador quien al mismo tiempo es investigado?  ¿Puede el PSOE contribuir a esclarecer  las vergüenzas del sistema que ellos mismos han montado para asegurarse la hegemonía por los siglos de los siglos en nuestra comunidad? Porque no se olvide que una de las características del régimen político en Andalucía es la perfecta confusión entre la administración y el partido que la domina desde hace más de treinta años. Legislativo, ejecutivo y partido conforman una especie de nada  misteriosa trinidad laica: tres personas distintas y un solo poder verdadero. No se puede pedir a esta gente que se den un tiro en el pie, cuando no más arriba, yéndole tan bien como les ha ido hasta ahora con el negocio que tienen montado.
La única posibilidad residía en que IU tuviese un ataque de decencia. Pero está claro que quienes van haciendo bandera de la honestidad (dime de qué presumes y te diré de lo que careces) la dejan en el felpudo de la puerta nada más acceden a los despachos del poder. Parece evidente que entre los pactos secretos y vergonzantes de la coalición social-comunista estaban el hacer la comisión, antes repetidamente denegada, para contentar a las bases más recalcitrantes, pero sin llegar a hacer sangre. Faena de aliño, paripé, y a otra cosa mariposa. Que no es cuestión de ponerse a mal con el señorito que tan bien nos trata y tan bien nos ha acogido en su cortijo. ¿Qué hay que taparse la nariz? Se tapa. ¿Qué hay que construir explicaciones y discursos delirantes? Se construyen, que en eso somos especialistas ¿Qué hay que acallar a los cuatro idealistas que todavía nos quedan? Disponiendo de presupuesto todo es más fácil.
Hasta aquí, todo normal. Pero estos tíos son tan artistas, que encima tienen le desfachatez de pretender endosarle la responsabilidad del fracaso de la comisión al PP, única formación que, aunque sólo fuera por razones partidistas, ha intentado con más o menos acierto llegar al fondo del asunto. Pienso que por cuestiones básicamente de higiene no se debe llegar a tanta desvergüenza, porque es que vamos a tener que ir con mascarillas por las calles. Confórmense con que el Parlamento de Andalucía no le haya sacado tarjeta roja al máximo responsable político de la trama y no vayan encima vacilando como los chulos de barrio.
Al fin y al cabo, la verdad no es democrática. A mi particularmente me es indiferente que la comisión hubiera elaborado unas conclusiones y que esas conclusiones fueran aprobadas o no por la cámara. Porque a mi las conclusiones que me importan son las mías, y entre ellas están que se han levantado 1.200 millones de euros de nuestro dinero de forma irregular para repartir entre amigos y afectos al régimen, que hubo hasta quince informes de la intervención general denunciado los hechos y que los responsables de hacerlo no movieron  un solo dedo para evitarlo. De lo cual sólo pueden derivarse dos consecuencias alternativas: o su total incompetencia o su total connivencia. La primera de ellas ya determina de manera inequívoca la responsabilidad política de quien fue consejero de Economía primero y presidente de la Junta después, que consiguientemente debería estar ya en su casa. Si hubo de la segunda lo dilucidarán los tribunales en su momento, si es que las cosas no se tuercen, y entonces el personaje a lo mejor tiene que cambiar nuevamente de residencia.
Estas conclusiones creo que pueden ser compartidas por la mayoría de los andaluces medianamente informados. En cualquier lugar de del mundo civilizado ello supondría el destierro de la vida pública de todos los implicados. Pero aquí no passssa nada, como diría el maestro Antonio Burgos. Todo esto se sabía ya más o menos en marzo, y no hubo mayoría suficiente para desbancar a esta banda. Es lo que hay y va a ser difícil cambiarlo. Por la habilidad de unos, por la torpeza de otros, o porque es nuestro fatal destino. Por eso casi estoy por apoyar la iniciativa que Eduardo Maestre ha planteado  a través de su grupo de facebook "Fuera de la política" y pedir asilo político en algún consulado, huyendo del expolio y de la infamia, para simbolizar mi descontento, mi rechazo y mi hartazgo por estos 30 años de corrupción indestructible.

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