viernes, 5 de octubre de 2012

A CONTRA ESTILO


Tuve hace unos años la oportunidad de mantener una breve conversación con Cristóbal Montoro con motivo de un encuentro celebrado en Sevilla con profesionales de diversos sectores, cuando él era responsable de asuntos económicos en el Partido Popular, entonces en la oposición.
Me pareció una persona que tenía las ideas muy claras en cuanto a que un gobierno, para mejorar la situación económica, tiene que apoyar y apoyarse en los sectores más dinámicos de la sociedad. Aunque esto esté fuera de lo políticamente correcto decirlo, venía a traducirse en que el gobernante en un momento de crisis a quienes fundamentalmente tiene que incentivar es a aquellos que pueden tirar del carro, que son los que podrán sacar a flote a todos los demás.
Montoro ya había sido fiel a este principio en su anterior etapa como ministro, entre otras cosas porque hizo algo por lo que siempre tendremos que estarle agradecidos los profesionales y empresarios autónomos en nuestro país: eliminar el Impuesto de Actividades Económicas para estos colectivos. Un impuesto que gravaba el mero ejercicio de un trabajo o actividad empresarial. Antes de aquello fui especialmente combativo con este engendro impositivo, sobre el que tengo publicado incluso algún artículo académico en el que cuestionaba su constitucionalidad, puesto que se trataba de un gravamen no sobre la renta o rendimiento del trabajo, sino sobre el trabajo en sí. Es decir, los profesionales teníamos que pagar por trabajar, y no sólo por lo que ganásemos trabajando. El que tuviera la iniciativa de trabajar por su cuenta, en vez de esperar a que alguien le diera trabajo, tenía que empezar pagando. Con esto acabó el gobierno de Aznar, siendo entonces Montoro ministro de Hacienda.
Esto para mí ya era bastante para tener la mejor opinión de este señor, al que lógicamente voté como cabeza de lista del PP por Sevilla en las últimas elecciones generales. Motivo por el cual ahora me sorprende más que D. Cristóbal parezca haberse convertido a la socialdemocracia  en esta su nueva etapa ministerial. Desde que ha vuelto al Gobierno, en lugar de quitar impuestos, como hizo antes, lo que ha hecho es subirlos, y me temo que tiene toda la pinta de no dudar en seguir haciéndolo si no le cuadran las cuentas. Si las primeras medidas en este sentido nada más tomar posesión del cargo podían tener el pase de la herencia y el déficit oculto, las de este año y las previstas para el que viene ya no tienen excusa.
El proyecto de presupuestos para el año próximo no trae sino más de lo mismo, es decir, de lo mismo que hizo Zapatero –cuando se dio cuenta de que había crisis- y de lo mismo que viene haciendo este Gobierno: más gastos, más impuestos y menores servicios. ¿Se puede hablar de austeridad cuando crecen los gastos un 6.3%?¿Se puede hablar de austeridad cuando la deuda pública se va a disparar hasta el 90% del PIB? Aquí la austeridad sólo es para nosotros, los sufridos ciudadanos, que pagamos más y recibimos menos, pero el Estado sigue sin reducir sustancialmente su hipertrofiada estructura.
En contra de lo que me transmitía cuando aquella conversación, hoy parece que Montoro cree que subiendo los impuestos va a recaudar más, cuando lo único que está haciendo es que la gente aquella en quien él confiaba para activar la economía no tenga la más mínima posibilidad de hacerlo. Porque crédito no van a tener mientras sea el Estado, con su endeudamiento galopante, el que acapare los escasos recursos financieros, y encima la presión impositiva hace que lo único que crezca sea la economía sumergida.
Esperaba yo de Montoro otro tipo de recetas contra la crisis. A lo peor es que la situación no lo admite, pero así me temo que no vamos a hacer que esa situación cambie. Y que conste que no estoy hablando de gastar más dinero como “estímulo”, como se pide desde otras instancias,  sino, muy al contrario, de reducir el improductivo y onerosísimo  sector público y de dejar respirar al sector privado, que es el que verdaderamente tiene capacidad de crear riqueza. Estoy seguro que el ministro piensa lo mismo. Sólo hace falta que ponga esas ideas en práctica...en cuanto las circunstancias lo permitan.

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