El
Consejo Económico y Social de Sevilla, que tras superar diversos escollos ha
retomado su actividad ordinaria bajo la presidencia de mi compañero y amigo
Joaquín Revuelta García, aprobó la semana pasada una importante declaración en favor de la revitalización del río Guadalquivir, que pasa por su dragado en
profundidad, largamente proyectado y demorado y que supondría un relanzamiento
de la actividad económica en torno a esta fundamental arteria fluvial al permitir el acceso de barcos de mayor calado.
En la declaración se pone de relieve, entre otras
cosas, la trascendencia del río en el
desarrollo histórico de nuestra ciudad, la contribución fundamental que otros
puertos similares han aportado a la mejora de las condiciones económicas en sus
entornos, el interés en la Unión Europea por el fomento del transporte
marítimo, y por consiguiente la necesidad imperiosa de aprovechar –y hacerlo
ya- este recurso estratégico que la naturaleza y la geografía ofrecen a la
ciudad de Sevilla y toda su área metropolitana.
De esta forma se expresa el apoyo unánime de las
fuerzas sociales de la ciudad –sindicatos, patronal, asociaciones de vecinos y
consumidores…- a este proyecto, instándose a las diversas administraciones
implicadas a que se pongan manos a la obra y remuevan todos los obstáculos
existentes que por el momento impiden que el mismo se vea hecho realidad.
Los sevillanos deben
saber que el desarrollo económico de Sevilla -especialmente el industrial con sectores
como el aeronáutico, la automoción o el metalúrgico, pero también otros como el agrario,
el logístico o el turístico- depende en gran medida de este proyecto, y que
cada día que pasa se están perdiendo oportunidades de negocio en nuestra
ciudad. Con su indefinida demora no sólo
es que se esté dificultando la llegada de nuevas empresas, sino que incluso
algunas de las que están ponen en duda su continuidad.
Lamentablemente ese apoyo social unánime no fue
correlativo en el terreno político, en el que dos de las formaciones presentes en
el Consejo (IU y PSOE) se desmarcaron de la iniciativa. De manera que a día de
hoy, en el espectro político con representación institucional se puede decir
que por desgracia sólo el Partido Popular está por la labor. En concreto IU
presentó una enmienda a la totalidad según la cual no está a favor del dragado
“ahora” -cuando en realidad quiere decir “nunca”- basándose para ello en no sé
cuántos remilgos medioambientales, carentes de cualquier fundamento riguroso.
Hemos descubierto ahora que a IU le importan mucho los arroceros del bajo
Guadalquivir y muy poco los trabajadores industriales de Sevilla, cuyos
sindicatos apoyaron sin fisuras y con entusiasmo la declaración. El único apoyo
que obtuvo en su oposición fue el del PSOE, que está claro que se siente más
cómodo “subvencionando” EREs que poniendo las bases para el mantenimiento y
desarrollo del turismo y la industria
sevillanos. Se puede llegar a pensar que e estos señores en realidad no les
importa el empleo, sino que el que haya dependa directamente de ellos para así
poder mantener sus redes clientelares.
Evidentemente la declaración no dice en ningún momento
que el dragado haya de hacerse en contra de nadie, ni de cualquier manera, puesto que todos los
intereses han de ser conciliados. Para ello están, entre otros instrumentos, la
Declaración de Impacto Ambiental que integra el proyecto y que ya contempla
todas las medidas correctoras necesarias. Lo que pasa es que cuando nos
dedicamos a jugar a la política en vez
de a solucionar los problemas, hay que buscar excusas donde sea
con tal de diferenciarse, dar la nota y poner palitos en la rueda del
adversario, aunque el perjudicado final sea el ciudadano. Como dijo el
presidente de la Autoridad Portuaria, asistente a la sesión, “el puerto de Hamburgo –uno de los
mayores de Europa y del mundo- está en medio de un parque natural, y nadie
dice nada. Aquí es que somos…campanudos”.
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