Han coincidido las declaraciones
del alcalde filoterrorista de San Sebastián posicionándose en contra de la Fiesta
Nacional con mi viaje veraniego por tierras españolas. Andaba yo por ahí, ajeno
a casi toda actualidad, y a pesar de ello me llegó el eco de esta polémica. Según parece, a este individuo no le gustan los toros, y por consiguiente, mostrando un talante
nada democrático, está dispuesto a hacer que no les gusten a ninguno de sus
vecinos, o al menos a actuar como si esto fuera así. Se basa para ello en una
supuesta compasión hacia los animales
que paradójicamente no muestra hacia las personas; quizá sea porque entre sus
partidarios haya más de los primeros que de las segundas, dicho sea sin ánimo
de ofender…a los nobles animales.
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Plaza de Toros de San Martín del Castañar (Salamanca). |
La fiesta sin
embargo está bien arraigada en nuestro país, ahora que incluso se ha producido la
vuelta de la retransmisión de corridas en directo en TVE, recibida, como no,
con las protestas de los “sensibles” nacionalistas catalanes. Allá donde he pasado
–provincias de Badajoz, Cáceres o Salamanca- no he dejado de toparme con una
figura omnipresente: el toro. Campos donde pastan las ganaderías bravas, carteles
de festejos de todo tipo y nivel con
motivo de las fiestas patronales en cada pueblo, plazas para celebrarlos, bien
sean de fábrica permanente o de efímero acondicionamiento para tal uso,
costumbres diversas ligadas al toro…
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Cabezas de toros en una balconada de la plaza de Mogarraz (Salamanca) |
Supongo
que en todos esos sitios se jugará también al fútbol, al tenis o al baloncesto;
incluso habrá cine y teatro, y otros espectáculos. Pero de lo que no me cabe
ninguna duda, porque es imposible no enterarse, es de que hay toros. Lo mismo
se puede decir de otros muchos rincones
de nuestra geografía. Valga como muestra el simpático “encierro infantil” con que coincidí en la bonita localidad salmantina de La Alberca.
Los niños juegan al toro con
la mayor naturalidad del mundo, porque es un elemento integrado en su cultura.
No por eso son ni más ni menos violentos que lo que los hacen otros espectáculos
de mucho menos enjundia y trasfondo cultural que acostumbran a ver continuamente
en televisión o en internet. Y citan, y recortan, y quiebran…e incluso hay
quien se ve forzado a coger el olivo, aunque se trate en este caso de inofensivos
toros de carreta con puntas bien emboladas.

Amén.
ResponderEliminarUn saludo