sábado, 15 de septiembre de 2012

LA IZQUIERDA REACCIONARIA


La semana pasada falleció el escritor Horacio Vázquez-Rial,  autor, entre otros muchos,  de un libro  de título tan rotundo  y atractivo como "La izquierda reacccionaria", en cuyas páginas se desmonta el mito de la izquierda ilustrada y se muestra cómo el socialismo es en verdad anti-ilustrado, reaccionario e irracional, con su acérrima defensa de la igualdad, como bien supremo, por encima incluso de la libertad.
Esto podrá parecer una blasfemia –me los imagino, rasgando sus vestiduras y retorciéndose como Drácula ante un crucifijo- para los pontífices del pensamiento único y políticamente correcto  que ahora se pretende imponer, por ejemplo, en las escuelas por parte de la Junta de Andalucía, que juega al totalitarismo, y se niega a asumir las correcciones introducidas por el Ministerio de Educación en la polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía. Pero no faltan precisamente argumentos, como expone Vázquez-Rial, para mantenerlo.  Son múltiples los ejemplos en que podemos apreciar cómo la verdadera reacción está hoy en muchos de los planteamientos y actitudes izquierdistas (léase el esclarecedor artículo de Alfonso Lazo en El Mundo de 14/09/2012 sobre la nostalgia franquista de nuestros actuales sindicatos mayoritarios), que son los que realmente se oponen al progreso.
Hasta tal punto es así que parece que vamos a tener que resignarnos a que un día si y otro también nos encontremos con comportamientos tan reaccionarios como los  boicots de actos (como el de la apertura de curso en la Complutense) o las agresiones  a quienes siguen levantando la bandera de la libertad frente a sus planteamientos colectivistas (como el tupper-molotov contra Esperanza Aguirre), protagonizados por la fauna de siempre. Claro, como ellos son “la izquierda” pueden hacerlo. Tienen legitimidad moral para eso y más (asaltar supermercados). Los demás no.
No ven que los demás, los que no vamos por la vida de "defensores" de la humanidad doliente, lo que tenemos es vergüenza y más educación, y somos más tolerantes, y cultivamos mucho más esas virtudes cívicas que durante años han pretendido patrimonializar en exclusiva. Y aunque haya tantas cosas que no nos gusten en la situación que vive el país –ahora y en los últimos ocho años- no vamos por ahí haciendo el cafre.
Pero que no se confundan ni nos confundan: no por gritar más se tienen más razones ni más derechos. ¡Lástima que ya no estará Horacio para desenmascararlos!



No hay comentarios:

Publicar un comentario