sábado, 15 de noviembre de 2014

ZOIDO Y LOS IMPUESTOS

Mis compañeros del Consejo Económico y Social de Sevilla aprobaron recientemente, por ajustada mayoría de 21 votos a favor frente a 19 en contra, el preceptivo dictamen sobre el proyecto de ordenanzas fiscales del Ayuntamiento para el ejercicio 2015. En dicho dictamen se contienen, sin fundamentación fáctica alguna, dos afirmaciones primordiales que marcan su contenido y motivan mi comentario. La primera dice que “el notable incremento de la carga distributiva de los sevillanos...de los ejercicios 2012 y 2013 ...globalmente y salvo excepciones no han sido absorbidos con las Ordenanzas de 2014 y las previstas para 2015”. La segunda dice que “la suavización de la presión fiscal ha ido encaminada al tejido empresarial de Sevilla, pero globalmente no hacia el resto de la ciudadanía”. Como era de esperar, algún portavoz de la oposición municipal utilizó posteriormente los mismos o similares argumentos en el Pleno de esta semana en que quedó, a su pesar, aprobada inicialmente dicha normativa. Esta lectura, meramente voluntarista y política según se ha denunciado en el voto particular emitido por la CES y al que se han adherido otros consejeros, es la que ha propiciado la ruptura y la división en el seno del Consejo, que en los últimos años solía venir alcanzando acuerdos de consenso en sus dictámenes.
         La verdad, sustentada en datos, es que cuando realmente subieron los impuestos municipales en Sevilla, y lo hicieron de una forma desmesurada, fue en el periodo 2007-2011. Según información facilitada por la Agencia Tributaria, el recibo medio del IBI en 2007 se situaba en el importe de 291,86.-€, mientras que en 2010 llegó a alcanzar los 354,53.-€, descendiendo en 2011 a 350,34.-€. Es cierto que en 2012 y 2013 subió a 385,02.-€, por las razones que después veremos, pero en 2014 y 2015 bajan a 335,15.-€. Por consiguiente es claro que por este tributo, probablemente el más generalizado de entre los locales y el que más se nota en nuestros bolsillos, los sevillanos pagaremos menos no sólo que en 2013 y 2012, sino menos incluso que en 2009. En el impuesto de plusvalías (por incremento del valor de los terrenos) los mismos datos arrojan que al final del anterior mandato había experimentado un incremento del 10,22% , al final del presente habrá descendido un 1,66%. En el ICIO, que grava la actividad de la construcción, en el año 2008 el tipo pasó del 2,88 al 4 por ciento, lo que supone una subida del 38,8%, y así se ha mantenido hasta que en 2014 se ha bajado al 3,75, que se mantiene para 2015. Por no hacerme pesado con las cifras referiré como último ejemplo el del IVTM (circulación para entendernos), que para los turismos, en el mandato anterior subió un 7%, mientras que en el presente baja (salvo para las gamas altas) un 1,86%.
          Pues bien, los señores que regían nuestro Ayuntamiento hasta 2011 no sólo nos subieron de esta manera los impuestos, sino que al marcharse dejaron una deuda de más de 700 millones de euros que pesaba como una losa insoportable sobre la economía del municipio. De manera que hubo que hacer un Plan de Ajuste, y un Plan de Pago a Proveedores para pagarles a quienes se les debía desde no se sabe cuando (porque aunque algunos piensen que no, las deudas hay que pagarlas por ley, y por decencia) y otra serie de encajes de bolillos, motivos por los cuales, y en virtud del Real Decreto-Ley 20/2011 -norma por tanto estatal- el IBI subió un 10% en 2012 y se mantuvo en 2013 hasta bajar un 14,7 en 2014.
             Por lo tanto, nadie con seriedad puede decir que en los ejercicios 2014 y 2015 los impuestos en Sevilla no hayan bajado a niveles inferiores a los que había en 2011 e incluso más atrás. Y si es cierto que en 2012 y 2013 se pagaron más impuestos por algunos conceptos se debe explicar por qué y a quiénes se lo debemos. Por otra parte si han bajado el IBI, fundamentalmente, y el IVTM, que son los más comunes, es claro que la bajada ha beneficiado a los ciudadanos en general y no sólo al “tejido empresarial”.
              Pero además esa bajada de impuestos, combinada con una gestión más austera y una más eficaz recaudación, junto con un mayor énfasis en la lucha contra el fraude y la evasión fiscal, no ha impedido mejorar los ingresos, y al tiempo que se mantienen los servicios, reducir la deuda al rango de los 460 millones de euros, haber salido ya recientemente del Plan de Ajuste y colocar el periodo medio de pago a proveedores en torno a los veinte días.
             A Zoido pues se le podrán achacar otras deficiencias en su gestión, en la que en todo caso no se puede obviar el manifiesto y continuo boicot sufrido en muchas de sus iniciativas por parte de la Junta de Andalucía, pero desde el punto de vista económico , de saneamiento de la hacienda municipal y de asentamiento de las bases que permitan la continuidad de los servicios que la administración local debe prestar a los ciudadanos, creo que sólo se puede calificar de sobresaliente. Es cierto que aún se podría, y en mi opinión debería, incidir más en esas rebajas fiscales, por ejemplo, situando el tipo de IBI en el mínimo permitido, pero al menos se está en esa dirección y no en la del descontrol del gasto y el despilfarro que caracterizaron a corporaciones anteriores. Hay por ahí quien dice que Zoido no ha hecho “nada” en estos ya casi cuatro años. Pues para mí -dadas las circunstancias, y aunque por supuesto no quiero decir que sea así- sólo con haber hecho esto ya sería “bastante”, y creo que los sevillanos haríamos bien en no dar la más mínima oportunidad para que vengan otros manirrotos a machacarnos de nuevo con los impuestos o a dejarles la cuenta por pagar a nuestros hijos o a nuestros nietos.                      

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