sábado, 28 de marzo de 2015

BARENBOIM Y LA SEMANA SANTA

Daniel Barenboim es uno de los mejores directores de orquesta del mundo (para algunos el mejor) aparte de afamado y precoz pianista (debutó en su Buenos Aires natal a la edad de siete años). Como es lógico ha dirigido a las principales formaciones musicales, desde la English Chamber Orquestra a las Filarmónicas de Viena y Berlín, pasando por la New Philharmonia Orchestra, la Orquesta Sinfónica de Chicago, la Filarmónica de Londres, la Orquesta de París o la Staatskapelle de Berlín, aparte de haber fundado su propia orquesta, la West-Eastern Divan (WEDO). Como consumado wagneriano, a pesar de ser judío, ha dirigido repetidamente en Bayreuth, así como en el resto de los principales templos de la ópera.   Ha sido también director musical general de la Deutsche Staatsoper (la ópera estatal de Berlín conocida como Unter den Linden)  y  del Teatro alla Scala de Milán. Es en esta última ciudad donde ocurrió la anécdota que motiva este comentario.
 
En el prestigioso marco de la más famosa sala de conciertos y de ópera de Italia, Barenboim ofrecía como pianista probablemente su última actuación siendo aún director del teatro, antes de que tomase su relevo el milanés Riccardo Chailly. Era el 22 de diciembre del pasado año y como curiosidad diré que el precio de las entradas iba desde los muy módicos 6,5.-€ hasta los 85.-€. Iba a comenzar el concierto, con el que se completaba el ciclo de las sonatas de Franz Schubert, y a la derecha del escenario eran  repetidos los fogonazos de flash que rompían la penumbra ambiental que es habitual en estas ocasiones. El célebre pianista abordaba las primeras notas de la sonata D845 del compositor alemán, y los fogonazos no cesaban. Barenboim interrumpe de pronto la interpretación, se levanta y se dirige hacia la persona que perturbaba su concentración con el dichoso flash, que además al parecer no era la primera vez que lo hacía y había sido ya reprendida en días anteriores por el maestro, aparte de que  como es sabido, en las salas de concierto está habitualmente prohibido hacer fotos, con o sin flash. ”Señora -le espeta, genio y figura, Barenboim- yo intento darle lo mejor pero usted no lo respeta. Se lo he dicho en cada concierto, la primera vez en tono amable, pero esta vez ya va en serio. Los que hacen fotos durante los conciertos son maleducados” concluyó su reprimenda el artista entre los aplausos del público, antes de reemprender la sonata schubertiana.

No sé si Barenboim habrá contemplado alguna vez nuestra Semana Santa, a pesar de que hace ya tiempo que viene por aquí todos los años. La última vez en el mes enero para ofrecer el concierto con programa mozartiano –como director y pianista a un tiempo- que ya comenté. Si lo hiciera podría contemplar como en este caso no es una señora sino cientos o miles de criaturitas con teléfono o cámara en ristre los que rompen son sus flashes el recogimiento de la oscuridad en tantos rincones de la ciudad al paso de nuestras cofradías. A la estética barroca de nuestras hermandades no les va el exceso de luz eléctrica, y cuando solicitan incluso al Ayuntamiento que se apague el alumbrado público en tal o cual calle o plaza no es precisamente para que ahora venga a estropearse el ambiente de penumbra tenebrista que se crea con otros elementos lumínicos que no sea la propia luz de cirios y velas. A todos esos que con muestras de un egoísmo exacerbante no tienen reparo en molestar la visión de los demás para llevarse ellos su fotito a casa les diría:

“Señoras y señores, las cofradías intentan darles lo mejor que tienen, pero ustedes no lo respetan.  Los que hacen fotos con flash a los pasos, especialmente en lugares expresamente oscurecidos, son unos maleducados” 


(El discurso podría repetirse con otros elementos perturbadores: el móvil que suena en el momento de silencio, el aplauso a destiempo, la pandilla de niñatos que van armando jaleo… Escójanlos ustedes mismos y dense el gusto, como Barenboim, de cantarle las cuarenta a los impertinentes. Pero no se olviden de una cosa: disfruten todo lo que puedan mientras les dejen).





jueves, 26 de marzo de 2015

EL VOTO CAUTIVO



                                                                                     (Viene de la entrada anterior)

El triunfo electoral del PSOE en las elecciones del domingo  -acosado como nunca por los casos de corrupción, con dos expresidentes citados a declarar ante el Supremo, con nada que presentar en cuanto a resultados de su gestión, etc, etc-  no se debe en este caso, según veníamos diciendo en días anteriores, a sus propios méritos ´-aunque Susana Díaz ha tenido la habilidad de aparentar que ella no tiene nada que ver con el pasado-  sino fundamentalmente a la absoluta incapacidad hasta la fecha de sus adversarios de construir alternativas sólidas y fiables para desbancarlo del poder. Y esa  responsabilidad  principalmente correspondía al PP, vencedor en la anterior convocatoria electoral, y ha fallado estrepitosamente. Hasta tal punto de que incluso  es posible que ya en el futuro no le corresponda ese papel.
Ya está bien de echar las culpas al PSOE y a los votantes del PSOE. Cada uno vota según sus intereses. El PSOE, al menos en Andalucía, sabe muy bien lo que quieren sus votantes, y otros partidos parece que no saben, o no quieren saber,  lo que quieren los suyos.  Si,  ya sabemos que los socialistas hacen trampas, que el régimen es corrupto, que parten por ello en situación de ventaja –ahí está el vídeo escalofriante de la Sabalete: pura mafia-, pero no es posible que estén en contra de la corrupción quienes han hecho de ella  su modus vivendi. No vamos a convencer de que la corrupción es perversa  a quienes se benefician  de ella. De esto habrán de ocuparse los jueces –a ver si se dan un poco más de prisa-  pero mientras tanto habrá que descontarlo  políticamente. Pretender la conversión del pecador, si no es metiéndolo en la cárcel, es propio de la religión, no de la política.
Ahora bien, lo que no es verdad es que  Andalucía en su conjunto esté conforme con la situación deprimente en que vivimos ya por más de treinta años, siempre en la cola de todo, menos en paro y corrupción. Habrá muchos que sí, porque les va bien con ella (mejor de lo que hubieran podido nunca imaginar). Pero la mayoría de los andaluces en las últimas convocatorias electorales se inclina por otras opciones.  El PSOE, con todas sus malas artes, ha conseguido un millón cuatrocientos mil votos. Hasta seis millones y pico de electores hay una diferencia. El problema es que nadie es capaz de aglutinar la fuerza necesaria, en la misma dirección -y no en sentidos divergentes- para desbancar esa hegemonía.
Todo el mundo se queja del voto cautivo del PSOE. Pero es que el PP también ha jugado peligrosamente al voto cautivo, pensando que su fiel electorado iba a votarle “sí o sí” a la hora de la verdad, porque no tenía alternativas. La diferencia es que el PSOE al menos se ocupa de “regar” a su voto cautivo, y el PP al contrario, se ha dedicado en estos años a hacerle perrerías. Y al final el electorado de derechas se ha mostrado mucho más crítico con los suyos que lo que suele hacer la izquierda, siempre presta a cerrar filas. Al PP le ha salido mal su juego del voto cautivo, y más caro que le puede costar como Ciudadanos haga las cosas medianamente bien, porque la gente va a ver que no se trata  ya de un mero desahogo, de una canita al aire,  sino una verdadera alternativa.
En esa desafección de los votantes, como en la forma de elección del candidato,  también hay un responsable principal: Mariano Rajoy. No se puede gobernar en contra de los que te han elegido y que no pase nada. Afortunadamente esto es así, porque es que si no estaríamos hablando de que la gente es tonta. Es cierto que muchos de los sacrificios económicos han venido impuestos por la coyuntura y probablemente eran necesarios. Pero los ciudadanos no percibimos que haya habido un sacrificio equiparable por parte de la administración, cuya elefantiásica estructura sigue intacta y no parece que haya intención de tocarla. También ha habido otras muchas cuestiones que no eran económicas (reforma de la justicia, política antiterrorista, aborto….) y en las que sin embargo igualmente y con el mismo desahogo se han incumplido las promesas. 

Harían bien las cabezas pensantes del partido en mirar un poquito hacia abajo, hacia la sufrida y fiel militancia que ha asistido más perpleja que otra cosa a toda esta peripecia. Olvidarse de la unidad forzada, abrir el debate y ponerse al día en los usos políticos,  porque quizá los del pasado ya no sirvan en el futuro. La gente de abajo del PP (votantes, militantes) ha perdido gran parte de la ilusión. Votar a alguien porque no hay más remedio es algo que el personal no está ya muy por la labor de hacer. Hay que buscar los resortes para relanzar esa ilusión o se buscará en otra parte. Porque somos muchos los andaluces que no nos resignamos a que nuestra tierra, por incapacidad de unos y otros,  siga siendo una de las regiones más atrasadas de Europa cuando debía ser de las punteras. Se lo debemos a nuestros hijos.             

miércoles, 25 de marzo de 2015

EL CANDIDATO

(Viene de la entrada anterior)

Así que Arenas, tras su amarga victoria de 2012,  pegó la espantá, tomó el olivo y se subió al tendido de Madrid para seguir no obstante, desde allí, intentando controlar la lidia de aquél toro que no había querido ni ver de cerca. A Juan Ignacio Zoido le esperaba una difícil tarea que además le restaba mucho tiempo a su ocupación fundamental que debía haber sido siempre el Ayuntamiento de Sevilla.
Yo escribí entonces que Zoido me parecía el que mejores condiciones reunía en tales circunstancias, indeseadas, pero siempre pensando en que sería una situación transitoria hasta dar con el nuevo líder que pudiera optar a la presidencia de la Junta. El problema es que esa transitoriedad duró demasiado. Fueron dos años perdidos, en los que las estructuras del partido se renovaron poco, siempre con la premisa de la unidad, la unidad y la unidad. La inútil y estéril unidad que anula el sano debate político.
Para mí hubo un momento clave: cuando la dimisión de Griñán habría sido una oportunidad idónea para al menos optar a la investidura y hacer ver que seguía habíendo un proyecto alternativo para Andalucía. Pero la formación  mayoritaria en la cámara no estaba para nada, perdida aún en su laberinto.
 Mientras tanto en Madrid andaban tan ocupados intentando sacar a España de la crisis que se olvidaban de los compromisos adquiridos con los votantes, e incluso de los principios del partido. Pero Rajoy sí que tuvo tiempo para finalmente dedicarnos unos minutos a los andaluces para imponer a su candidato. Creo que ahí  Zoido se equivocó  al empecinarse en la alternativa única de José Luis Sanz, afectado ya por el caso Tomares, que lo hacía muy vulnerable. Lo ideal es que se hubiera concurrido a un congreso con dos o tres candidatos, pero la sacrosanta consigna de la unidad no lo permitió. El propio Sanz no se atrevió a tomar la iniciativa y esperó y esperó el dedazo, hasta que el dedo apuntó hacia otro lado. Zoido, que al final ha sido uno de los damnificados del proceso, tuvo que soportar que le pagaran los servicios prestados imponiéndole un candidato que no era el suyo.

 Y  aquí viene Juanma Moreno, un señor encantador, un anti prototipo de señorito andaluz, un tipo que ha demostrado poder estar por encima de Díaz,  pero que, partiendo con el estigma de venir impuesto de Madrid, hasta ahora creo que pocos han llegado a poder catar  si es carne o pescado. Desde que llegó no se ha visto muy claro si lo que quiere es acabar con el régimen instaurado por los socialistas en Andalucía o más bien heredarlo. ¡Si hasta llegó  a ofrecer su apoyo a Susana Díaz en sustitución del de IU cuando la crisis de la Corrala Utopía!  El partido que había ganado las anteriores elecciones ofreciendo apoyo para que gobierne quien las perdió ¡eso dónde se ha visto! Así es normal que incluso criticara  que se adelantaran los comicios cuando a Susana le vino bien deshacerse del  socio que la había mantenido en la poltrona. Cuando una fuerza es alternativa de gobierno lo que tiene es que estar deseando de tener una oportunidad para alcanzarlo. Pero en el PP se han hecho las cosas tan mal que al final el resultado no podía ser otro, y se sabía y esperaba de antemano,  hasta el punto de  temer  tener que acudir a las urnas. Que no me cuenten que ha sido cuestión de tiempo porque ahí tienen a Marín, que a ese sí que no lo conoce nadie, y ha sacado nueve diputados. Lo que pasa es que cuando la gente piensa que le han  tomado  el pelo,  basta que aparezca uno medio qué para que se eche en sus brazos, aunque sólo sea para dar celos. Al menos hasta que este también –quién sabe- se lo tome. Pero la culpa no es de Moreno, sino de Rajoy que lo impuso. Él es el responsable inmediato del descalabro. Y lo peor es que parece no haberse enterado.

martes, 24 de marzo de 2015

DEBACLE

Se acabaron las especulaciones. Hablaron las urnas. Ya no hay encuestas encima de la mesa sino  resultados. Y lo que ocurrió era lo que se esperaba: de nuevo victoria del PSOE, pero con la particularidad a mi juicio de que estas elecciones, más que ganarlas Susana Diaz, las perdió el Partido Popular. El PSOE perdió apoyos, pero donde hubo una huida masiva de votantes -hasta medio millón, que se dice pronto, un tercio de los votos obtenidos en anteriores comicios- fue en el partido que ha sido primera fuerza en Andalucía en los últimos años. Una derrota pues que hay que calificar de debacle sin paliativos y que no por esperada resulta menos dolorosa para los que hemos confiado en su momento en que la formación azul podía ser la llave del cambio que necesita  Andalucía para despegar.
Una derrota que empezó a gestarse en el propio balcón de la calle San Fernando la noche misma de la victoria muy digna pero insuficiente de las elecciones de 2012. Javier Arenas no supo asimilar el mazazo de aquella decepción (eso sí que no se esperaba) y a los pocos días cogió la puerta de forma sorpresiva dejando al partido  en la estacada y sumido en el estupor. Arenas es el primer responsable de lo que ocurrió el domingo. Es compresible que como persona estuviese inicialmente hundido por no haber alcanzado el objetivo tras tantos intentos y teniéndolo tan cerca. Pero su irse para no irse, esto es, para quedarse entre bambalinas, que es donde ha estado todo este tiempo, hizo mucho daño al partido que de buenas a primeras, cuando nadie lo esperaba se vio sin líder y sin saber muy bien a dónde ir. Le dejó el marrón a Juan Ignacio Zoido, que era la única persona que en aquél momento podía hacerlo, aunque ello tuviera unos costes que veremos si no se acaban pagando también con la pérdida de la alcaldía de Sevilla. Arenas es responsable doblemente porque al irse precipitadamente él sabía que su sucesión no era fácil  en tanto que durante años había manejado el partido de forma absolutamente personalista, sin dejar que a su alrededor creciera nadie que pudiera hacerle sombra. Él tenía que haberse quedado a pilotar esa travesía del desierto y no marcharse a seguir intrigando desde Madrid, dejando aquí que se quemaran otros. Porque además su marcha no supuso ninguna catarsis en el partido. Simplemente corrió el escalafón. ¿Era Arenas el único culpable-responsable de que no se hubiese alcanzado la mayoría absoluta en aquellas elecciones? Pues cualquiera diría que sí, porque salvo él aquí no se movió nadie más. Así que el partido se queda sin su líder natural pero con todo el aparato que no había sido capaz de llevarlo al triunfo.

Ahora Javié, como dicen que le llaman los que lo adulan en privado, vuelve a aparecer en el modesto cuarto puesto de la lista de Almería. ¿Para qué? ¿No había nadie que pudiera ocupar esa plaza? Volverá a sentarse en el parlamento del que ha estado ausente en los tres últimos años, después de llevar al partido a su mejor resultado histórico. Pienso que hubiera sido un buen presidente para la Junta, pero desde entonces no ha hecho sino sentar las bases  del hundimiento del domingo. Es su primer responsable, y todavía no le he escuchado decir palabra. Pero lógicamente hay más. 

sábado, 21 de marzo de 2015

EL PÚBLICO

        “El público” es el título de una obra de teatro surrealista de Federico García Lorca que sirve de base al libreto de Andrés Ibáñez para una ópera  con música de Mauricio Sotelo recientemente estrenada en el Teatro Real de Madrid, uno de los últimos proyectos del malogrado Gerard Mortier. Lorca trataba en esta obra, probablemente por primera vez en España, el tema de la homosexualidad masculina. Una pieza por tanto provocativa, que tardó cincuenta y seis años en estrenarse, con la que el poeta  granadino pretendía  apartarse del teatro convencional burgués y adentrarse en el  drama de lo real y auténtico, pero que no siempre se ve: lo que llamaba “el teatro bajo la arena”. Lorca consideraba que uno de los mayores problemas para la renovación del teatro era precisamente el público, de ahí el título, ese público burgués y convencional, reacio a apartarse de esos convencionalismos.
Pero no iba a hablar del estreno mundial de esta obra, sino de otro estreno, en este caso en España, de la también ópera contemporánea "Doctor Atomic", de los estadounidenses John Adams (música) y Peter Sellars (libreto), en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Ya escribí acerca de lo que me pareció la representación el día de su estreno. Creo que ha sido sin duda uno de los acontecimientos culturales del año en nuestra ciudad el hecho de que por primera vez  hayamos podido asistir aquí a la puesta en escena de una ópera del siglo XXI. Cosas como esta, o como la  representación del ciclo completo del Anillo, son de las  que marcan las diferencias. Una "Traviata" o una "Bohème" (ojo, que me encantan Verdi o Puccini) se representan con producciones y elencos baratitos en cualquier teatro de provincias.  Pero esto  es otro nivel. No son tantos los teatros del mundo que programan ópera contemporánea. De hecho, la de Adams había sido representada anteriormente desde su estreno (2005) en no más de siete escenarios.
El problema estriba precisamente en el público. Al público tradicional de ópera no suele gustarle la contemporánea –como seguramente al público de su tiempo no le gustase el teatro vanguardista de Lorca- y eso hace que se programe poco. Quizá precisamente por esto, cuando se anunció la sorpresiva inclusión de “Doctor Atomic” en la programación de la temporada 2014-2015 se adujo que era una oportunidad para atraer nuevos públicos. Incluso creo que se contempló  la posibilidad de añadir una cuarta representación, a las tres previstas inicialmente, para un público más joven. La verdad es que pese al magnífico resultado artístico, el experimento, desde el punto de vista “comercial” no ha tenido mucho éxito. El día del estreno, a las siete de la tarde quedaban en taquilla 363 entradas,  y en las dos representaciones siguientes han debido de quedar sin venderse del orden de setecientas en cada una de ellas, sobre un aforo de mil ochocientas localidades, y eso incluso después de promocionar con descuentos del 75% para los jóvenes menores de veintiséis años. Entonces yo me planteo: ya sabemos que al que le gusta Mozart o Bellini no tienen por qué gustarle Adams o Glass, pero ¿dónde está esa Sevilla que siempre se queja de que aquí sólo se promociona lo que ellos consideran cutre o casposo? ¿Es que no era esta una  oportunidad para haber abarrotado el teatro reivindicando la apertura a la vanguardia? La ocasión era perfecta: música actual, tema con compromiso político….¿No será que esos que tanto se quejan no son tantos? En contraposición, mañana domingo el Maestranza volverá a llenarse sin duda, pero esta vez con un público muy diferente. Será la Sevilla tradicional y cofradiera  la que lo tome para escuchar el Pregón de Semana Santa. Les guste o no a los señores de la gauche divine sevillana esto es lo que hay: esta es la mayoría social en Sevilla, que merece todo el respeto.

Afortunadamente para mi soy un melómano de amplio espectro. Puedo disfrutar tanto con la banda del Maestro Tejera como con la música culta actual. Pero tenemos que reconocer que a día de hoy esta última tiene escaso público en Sevilla. En estas circunstancias, yo aplaudo la iniciativa de los responsables del  Maestranza que se han atrevido a marcar este hito en la historia musical de la ciudad,  y confío en que a pesar de la falta de público  -habrá que irlo consiguiendo poco a poco- la representación de este tipo de obras se vaya haciendo habitual entre nosotros. Algunas de ellas es posible que lleguen a ser clásicas en el futuro, y hay que estar en él desde ya.       

sábado, 14 de marzo de 2015

BIENVENIDOS AL SIGLO XXI

Me preguntaba una vez un amigo, no muy versado en estos temas "¿ah, pero se siguen componiendo óperas actualmente? Yo creía que eso era cosa del siglo XIX". Pues claro que se sigue componiendo ópera en la actualidad, y bastante. Lo que ocurre es que no llega habitualmente al gran público. Se estrenan, normalmente por un encargo o en festivales especializados,  y después vete tú a saber si vuelven a reponerse. La ópera  no es hoy tan popular como pudiera serlo en centurias pasadas, porque ha sido desplazada por otras formas de arte y entretenimiento más asequibles al bolsillo, y además la contemporánea padece  el problema de todo el arte de este tiempo, bastante más difícil en su comprensión que las formas tradicionales. He tenido sin embargo la suerte de poder conocer en los últimos años, gracias a internet, un buen número de títulos contemporáneos. Empezando por las ya “clásicas”  “Einstein on the beach” (P. Glass, 1976) o “Nixon in China” (J.Admas, 1987) y siguiendo por las más recientes “Babylon” (J. Widmann, 2012), “Written on skin” (G. Benjamin, 2012), "The perfect american" (P.Glass, 2013) "In the penal colony" (P. Glass, 2000) "Mileva" (A. Brevalov, 2011), "Broukeback Mountain" (C. Wuorinen, 2014)  o "El público" (Mauricio Sotelo, 2015, que tuve la oportunidad de ver la semana pasada sin ir más lejos) entre las que recuerdo en este momento. También conocía  Doctor Atomic  la ópera de John Adams con libreto de Peter Sellars, estrenada en  San Francisco en 2005,  pero nunca había contemplado una de estas obras en directo. El Teatro de la Maestranza me ofrecía esta posibilidad el viernes con el estreno en España  de esta última obra,  que suponía además la primera vez que en Sevilla se representaba una ópera de este mismo siglo.
Doctor Atomic es una ópera evidentemente diferente a cuanto habíamos visto por aquí antes. La música de Adams se basa sobre todo en el minimalismo, pero bebe eclécticamente de otras muchas fuentes, hasta de la música religiosa (¿qué es sino un miserere la intervención de Oppenheimer, con texto de los Sonetos Sacros de J. Donne, al final del primer acto?).  No es una ópera de amores, ni de héroes, ni de embrollos cómicos …es una ópera de  terror.  Del terror que siente la humanidad  al asomarse al abismo de la posibilidad del  holocausto nuclear. Una ópera de terror en la que no obstante hay lugar para la ternura que aportan los personajes femeninos de Kitty Oppenheimer (el amor debe imaginar elmundo..) y Pasqualita. Trata sobre el  primer ensayo de explosión de una bomba atómica, llevado a cabo en 1945 en Los Álamos (Nuevo México), como paso previo a su utilización en la guerra contra Japón, si bien el libreto incide más en la reflexión que en la acción, y esto quizá lo haga difícil de seguir en ocasiones.  Tenía yo mis dudas acerca de cómo me resultase la experiencia, porque en mi anterior audición no me había llamado mucho la atención,  pero la verdad es que el espectáculo me atrapó desde el primer compás, me sobrecogió por momentos y acabó emocionándome con el recuerdo y homenaje final a las víctimas de Hiroshima y Nagasaki.
Volvía Pedro Halfter al foso tras no ser renovado como titular de la ROSS. Su labor me pareció notable, como la de la propia orquesta, con una formación inusual con gran presencia de percusión, que tiene un gran protagonismo. Acaso le achacaría algún exceso de decibelios en algún momento. También el coro tuvo una gran actuación, acoplándose a perfectamente a las particularidades de la partitura. Las voces solistas estuvieron a muy buen nivel, aunque bien es verdad que cantaron con  amplificación.  A  Peter Sidhow  y a Jovita Vaskeviciute (Gral Leslie Groves y Pasqualita) ya los conocía de su interpretación en Estrasburgo el año pasado. Me gusta especialmente el papel de la criada india. En cuanto a los dos personajes principales (Robert y Kitti Oppenheimer), Lee Poullis y Jessica Rivera son  especialistas en estos papeles y lo demostraron.  Especialmente Jessica Rivera, para quien Adams  reescribió especialmente su papel, que inicialmente era para mezzo,  con motivo de la primera reposición de la ópera en Amsterdam. ¡Cuantas veces no hemos leído eso de “fulanito escribió el papel, o tal aria, para tal soprano”! Pues aquí podemos ver en vivo y en directo a la soprano para la que Adams ha escrito esta música.  
Respecto a la producción escénica, firmada por Yuval Sharon,  diferencia muy claramente los dos actos de la ópera. El primero es trepidante, con abundancia de efectos de video. En el segundo todo se ralentiza, en una escena estática aunque con gran movimiento de actores. Es precisamente lo que marca el ritmo del libreto, que sitúa la acción del primer acto un mes antes del ensayo, mientras que el segundo lo hace en las horas previas, en las que el peso de las dudas, los miedos y las angustias de los personajes, que crecen a medida que el momento crucial se acerca, parecen lastrar todo lo que acontece hasta el conmovedor final.   
En definitiva, yo disfruté plenamente con la ópera, y espero que esto no sea flor pasajera  de un día, sino que tengamos la oportunidad de poder seguir apreciando en directo en nuestra ciudad al menos una muestra de lo que en el siglo XXI se compone para este género, lo mismo que junto con el Museo de Bellas Artes tenemos también el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Me temo sin embargo que no todo el público asistente piense igual, pero de esto quizá hable otro día, porque aquí ya me he extendido demasiado.


martes, 10 de marzo de 2015

¿REPUGNANCIA?

Por prescripción facultativa no vi el debate de ayer entre los candidatos a la presidencia de la Junta de los partidos con presencia hasta hoy en el Parlamento de Andalucía. Corría serio peligro de que me diera un ataque de risa, de ira o de llanto, según me cogiera. Así que sin mucho pesar dediqué la noche a otras cosas más placenteras. Pero esta mañana no he podido evitar ver algún flash del evento, y casi que se ha producido el efecto temido por mi médico, aunque haya sido en menor dosis que si lo hubiera visto entero. Así que resulta que sale Susana Díaz, se pone muy seria, como sólo ella sabe ponerse, con cara de "indigná" y haciendo un esfuerzo sobrehumano va y dice: “A mi la corrupción me repugna, como a todos los andaluces”. Y se queda tan pancha. La carencia de sentido del  ridículo es una de las cualidades que al parecer irremisiblemente han de adornar al político de hoy. Porque hace falta no tenerlo para decir tal cosa y seguir allí de pie frente a las cámaras como si nada. He leído en algún sitio que al debate le faltaron aplausos grabados. Yo más bien diría risas, carcajadas grabadas, porque la escena era de club de la comedia. Dice Susana “A mi la corrupción me repugna, como a todos los andaluces” y se oye de fondo (¡¡¡jajajaja!!!). Porque es que eso no se puede decir mínimamente en serio, tenía que ser la parte graciosa del debate, las tomas falsas, ¡ese es el corte que yo he visto! Si a Susana Díaz le repugnase verdaderamente la corrupción  estaría continuamente de vomitera, y no precisamente por su embarazo. Andaría de retrete en retrete, de escupidera en escupidera, de letrina en letrina, no habría pimperanes entre todas las existencias del Servicio Andaluz de Salud, con recortes o sin ellos, para calmar el flujo vomitorio.  Porque Susana  - aunque ella tenga el desparpajo de querer aparentar que no tiene que ver con el asunto, que es cosa del pasado, que ella es “el tiempo nuevo”- es hija del sistema de corrupción  en el que se asienta el poder en Andalucía desde hace décadas, se ha criado políticamente en el epicentro la corrupción, y sigue empeñada en tapar todo lo que puede sobre el tema, dificultando el trabajo de los jueces que la investigan. Su pedestal se asienta directamente sobre las cloacas. Tan cerca ha tenido y  tiene la corrupción  que a menos que tenga totalmente atrofiado el sentido del olfato algún olorcillo putrefacto le ha tenido que llegar. Así que no venga ahora con sus dotes histriónicas a hacer bromas sobre el tema, que con las del  extremeño ya tenemos bastante. En cuanto a los andaluces está claro que no a todos les repugna la corrupción, porque si así fuera los responsables de esta situación  generalizada habrían sido enviados a su casa hace ya mucho tiempo, y sin embargo ahí siguen mandando, solos o en compañía de otros, como la comparsa cómplice de IU. Hay muchos andaluces a quienes les importa un pimiento lo de la corrupción,  como lo corrobora  la constatación  empírica de que a pesar de ella siguen votando a sus responsables. Así que la frase es falsa por partida doble. Es una de esas frases propias de lo políticamente correcto pero que no se sostienen de ninguna manera, que no resisten lo más mínimo el contraste con la realidad. Debería ser así, indiscutiblemente, pero el caso es que no lo es. Ni a ella particularmente ni a muchos andaluces  en general les repugna lo más mínimo la corrupción, mientras no se demuestre lo contrario. No al menos mientras los corruptos sean de los suyos.

domingo, 1 de marzo de 2015

¡AY, ALAMEDA!


¡Ay, Alameda! Hoy, como tantas veces desde que vivo a tu vera, he pasado por tí, por tu extenso espacio, ocupado por la laguna antes de que Barajas te conformara como lugar de paseo. Te he atravesado de norte a sur, de las columnas de los leones a las de los hércules, y luego a la inversa. Era temprano, dia de fiesta, y estabas quieta y callada. Aún no se había levantado la vida en tus nuevos establecimientos de ocio, tan frecuentados a otras horas del día. Tiempo ha que desaparacieron de tu entorno aquellas actividades que te dieron mala fama, y hoy eres un lugar frecuentado por familias, turistas y gentes de lo más variopinta. Pero será algo más tarde cuando te ocupen. Los niños vendrán a jugar, no al toro como antaño, cuando José era el rey del barrio, pero sí a la pelota, con las bicicletas o en los columpios, toboganes y otros artilugios por el estilo con que te han dotado. Por desgracia, y como contrapunto, también hace tiempo que se perdieron otras de tus señas de identidad, aunque de muy mala manera colocaron para recordarlas en uno de tus rincones las esculturas de artistas ligados a ti, como Caracol, Chicuelo o La Niña de los Peines.
¡Ay, Alameda! Hoy he paseado por tí y he contemplado tus árboles aún desnudos y desamparados tras el paso del invierno. Pero una luz especial vestía ya de colores las fachadas de tus casas, entre las que sobresalía como siempre la de las Sirenas. El frío matutino ya se bate en retirada. Pronto empezarán los brotes verdes de las hojas en las ramas de tus plátanos, almeces y álamos. Para el verano te habrás cubierto de verde para proporcionarnos amables sombras a los que por ti transitamos. Pero antes, bastante antes, de aquí a un mes aproximadamente, ya tu aspecto hará patente lo que hoy es sólo un aventurado e incipiente anuncio.
¡Ay, Alameda! De aquí a no mucho amanecerá un día resplandeciente. Domingo por más señas, en que a primeras horas de la tarde verás alterada tu rutina cotidiana. Será cuando por tu extremo sur atraviese un cortejo azul y plata que viene de la Puerta de Córdoba trayendo a la Virgen de la Hiniesta. Entonces, los niños que habitualmente te visitan dejarán sus juegos y se arremolinarán en torno a los nazarenos pidiéndoles caramelos y estampitas. Luego, más tarde, cuando ya el sol decline e invite a encender la cera entre dos luces, será la sobriedad y elegancia blanca de la primera de las cofradías de tu vecina calle Feria la que imponga su silencio sobre tu habitual ambiente bullicioso, para romperlo con el estruendo de cornetas y tambores que llegaron de Triana, y los sones de Amarguras.
¡Ay, Alameda! Eso será sólo el inicio de una semana esplendorosa. Días de gozo nos esperan. Yo no quiero ni Campana ni palcos. Si mis fuerzas no me alcanzaran para patearme Sevilla de punta cabo como todavía hago, y espero que por muchos años, yo cogería y me iría allí contigo, a ver las que por ti pasan -cervecita y tapa para la espera- y luego,en cinco minutos, a casita. El Martes, los Javieres. El Miércoles, El Carmen y La Lanzada. El Jueves podríamos ver venir el olivo de Montesión desde la Correduría, por la antigua Siete Puertas, y luego el palio, con sus rosarios de plata que repican en los varales, salir de las sombras de la calle encajonada hacia la claridad luminosa de tu espacio abierto.
¡Ay, Alameda! Qué poquito falta para esa noche, para unos santa, para otros mágica, pero para todos especial, en que serás nuevamente conquistada por las legiones de Roma. Hasta ti llegarán en marcial formación, apenas dejados atrás sus territorios, para ser revisadas nada menos que por Julio César, desde su elevación de estilita. Y tras la tropa que da escolta al Hijo de la Esperanza, Ella, la mísmisima Esperanza Macarena. Ya se ven allá a lo lejos los ciriales, con ese cimbreo inconfundible de ser arrastrados por la bulla. Tras ellos vuelan las bambalinas de malla dorada y reluce encendida toda la candelería. Acaso afinando el oído alcancemos a escuchar las saetas que le cantan desde el cielo los viejos flamencos, los que hicieron de este lugar un territorio mítico del cante. Pero ahora lo que se oye sin duda es la música. Y la muchedumbre hasta hace un momento ruidosa y descuidada, que entretenía la larga espera de cualquier manera, cansada ya de ver tantos capirotes verdes, guarda un respetuoso silencio porque pasa la Madre de Dios. Ella ya va anunciando la Aurora de la Resurrección que cerrará el ciclo el domingo siguiente.

¡Ay, Alameda! Yo le escuché a uno que mandaba decir muy ufano que tú eras el “boulevard laico” más grande de Europa. No sabía el pobre iluso que tu estabas hecha, como toda Sevilla cuando llegan estas fechas, para que transite por ti la Gloria.