jueves, 28 de febrero de 2013

¡GRACIAS, BENEDICTO XVI!



Mantengo vivo en mi memoria el recuerdo de aquella tarde, martes 19 de abril de 2005. En la televisión ya había podido ver la fumata blanca que anunciaba la elección del nuevo pontífice que sucedería al inolvidable Juan Pablo II. Pero yo no podía esperar. Se acercaba la hora de clase y tenía que salir para la facultad. Por el camino iba escuchando la radio en el coche, esperando que se desvelara el nombre del elegido. Pero el asunto se demoraba. Entré ya en el aula todavía con los auriculares de la radio puestos. Me senté en mi mesa y conecté el ordenador,  sin dejar de escuchar la radio. Al fin las esperadas palabras: “Nuntio vobis gaudium magnum… -los alumnos están ya atentos, enciendo el proyector-… Eminentissimum ac Reverendissimum……Cardinalem Ratzinger..” Fue como un jarro de agua fría. No escuché más. Me quité rápidamente los auriculares y comencé la clase intentando sobreponerme a la decepción. Tal había sido el grado de intoxicación que en los días precedentes los medios de comunicación en general habían generado en contra del hasta entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe,  que la noticia de su elección fue un mazazo.
Mi impresión comenzó a cambiar pronto, ya en sus primeras palabras desde el propio balcón de  San Pedro que escuché después, en su primera homilía como Papa…Pero fue sobre todo cuando empecé a leer sus textos, y a conocerlo directamente y no por las referencias tergiversadas de quienes quieren llevar a la Iglesia a su desaparición o a la insustancialidad. Me dispuse a leer nada menos que su “Introducción al cristianismo”, una obra de su etapa de profesor de Teología en Tubinga. En sus páginas iniciales, abordando el tema de “La fe en el mundo de hoy”, Ratzinger expone sin tapujos cómo el creyente de hoy está asaltado por las dudas, no menos probablemente que el increyente: “…El creyente sólo puede realizar su fe en el océano de la nada, de la impugnación y de lo problemático; el océano de la inseguridad es el único lugar donde puede recibir su fe..”
A mi esto me llegó hondo porque me  veía reflejado en ello. Por otra parte, alguien que plantea las cosas con esa honestidad, esa humildad y esa valentía no puede ser un inquisidor intolerante y cerrado, instalado en un mundo de seguridades inamovibles e indiscutibles, sino alguien que está dispuesto a depurar y perfeccionar sus propios planteamientos sometiéndolos continuamente  al extenuante ejercicio de nadar en ese embravecido mar. Lo cual por otra parte no implica la renuncia a alcanzar certezas, por más que estas, para nuestras limitadas capacidades, no sean sino como una balsa en la inmensidad del océano.
Empecé entonces a leer otros textos, sus encíclicas, sus cartas pastorales, discursos, libros, entre ellos los tres dedicados a la figura central de Jesús…En todos ellos encontré el mismo tono del intelectual honesto, pero a la vez tocado por la gracia de la fe,  que busca la verdad sin desconocer sus limitaciones (no las de la Verdad, sino las propias) pero al mismo tiempo dando las razones por las que en último extremo opta por unas posturas y no por otras.
Para mi Benedicto XVI ha sido el Papa de la fe adulta, alejada de sentimentalismos y sensiblerías, sin renunciar a la esencia. La fe que no tiene miedo a enfrentarse a los desafíos e interrogantes que le plantea la realidad del mundo que nos rodea. La fe que es capaz de entablar, sin miedo, el diálogo con la razón, lejos de enrocamientos atávicos, sin que ello implique dejarse llevar por cualquier ocurrencia moderna. Creemos no porque no dudamos, sino a pesar de la duda, y esa duda es a la vez una amenaza y un acicate para nuestra fe, que se va afianzando conforme supera cada reto. Hoy muchos abandonaron la fe, o la viven de una forma superficial y descomprometida, precisamente por no ser capaces de pasar de la creencia infantil a la fe madura.
A lo largo de estos ocho años de pontificado, me he convertido en un convencido “ratzinguista”. Por eso no dudé ni un momento cuando se anunció su última visita a España, con motivo de la JMJ. A pesar de que no encajábamos exactamente, por exceso o por defecto,  en el rango de edad de la convocatoria, acudimos a Madrid toda la familia. Fue una experiencia fuerte de fe y de pertenencia a la Iglesia, que es Católica porque es universal y unida en torno al sucesor de Pedro. Hoy, cuando se apuran las últimas horas de su papado, quiero dejar testimonio  de mi admiración, mi respeto y mi gratitud hacia él por lo mucho que ha significado para  mi vida como creyente.

sábado, 23 de febrero de 2013

SIN ALTERNATIVA


No recuerdo ningún debate parlamentario en que la victoria de uno de los protagonistas principales, líderes respectivamente del Gobierno y la oposición,  fuera tan apabullante como la obtenida por Mariano Rajoy sobre Rubalcaba en el celebrado esta semana sobre el Estado de la Nación. Salvo habituales esbirros periodísticos, inasequibles al desaliento y a la evidencia, todo el mundo da por vencedor en este pugilato al Presidente del ejecutivo. Es lo que hay. Rajoy sí o sí. Al presidente le bastó con alentar alguna tímida esperanza de recuperación, anunciando medidas de impulso económico y retomando promesas electorales hasta ahora arrinconadas, para llevarse de calle el combate. No le hizo falta más, porque la oposición de Rubalcaba es la mejor que podía soñar D. Mariano, quien lógicamente está encantado con esta pareja de baile, y por nada del mundo quisiera que se la cambiasen. Con enemigos así no hacen falta ni  amigos.
Y no es que el Gobierno lo esté haciendo todo de cine y nos tenga a los españoles más contentos que unas pascuas. Las cosas están demasiado difíciles como para eso. Rajoy lo tenía bastante crudo, porque el panorama no deja de ser desolador, a pesar de que no es poco haber conseguido sortear el fantasma del rescate que nos rondó durante buena parte del pasado ejercicio, de forma que parecía inevitable. Pero es que guste o no guste no se advierte otra opción real y seria en el espectro político parlamentario para el momento que vivimos.
El propio Rubalcaba ya lo había reconocido con anterioridad cuando semanas atrás se fijó el embarazoso plazo de nueve meses para elaborar un nuevo proyecto, pero ahora ha quedado reflejado mucho más nítidamente hasta qué punto la falta de ideas y de liderazgo en el PSOE es absoluta.  Rubalcaba es un preso de su pasado, incapaz de proponer nada creíble y sensato. No sé si dentro de nueve meses parirá algo, pero a día de hoy nada puede ofrecer. Su intervención fue patética, y pedía que alguien desde su bancada tuviera el gesto de misericordia de arrojar la toalla para evitar el castigo a que estaba siendo sometido su líder. Claro que a lo mejor es que disfrutaban con el espectáculo, planeando sucesiones.
Entonces, se dirá. ¿a qué juegan los socialistas, que ya no quieren ser ni obreros ni españoles? Pues nada más que a tratar de impedir que otros triunfen donde ellos han fracasado, a protestar por todo y contra todo, a crear inquietud  y poner chinitas en el camino de la recuperación, a ver si entretanto les da tiempo a recuperarse ellos. Ahora se inventan esto de la marea ciudadana, que ha escogido una fecha muy significativa para manifestarse, acorde con su verdadera naturaleza. Camisetas de todos los colores, como antaño lo fueran las camisas. Pero convendría recordarles que las mareas sociales donde tienen que manifestarse es en las urnas. Algo que con tanta frecuencia la izquierda, al menos la que aquí padecemos, está acostumbrada a obviar.

lunes, 18 de febrero de 2013

UN POCO DE MESURA, POR FAVOR


Está claro que hace ya un tiempo que en cuestión de cofradías hay muchos que han perdido el sentido de la medida. El problema es grave, pues ya hasta los que se quejan de la desmesura caen en ella.  Lo hemos podido comprobar estos días atrás con motivo de la celebración -fallida a medias- del Via Crucis del Año de la Fe. La mayoría de los capillitas estaban verdaderamente revolucionados. Si se les hubiera ocurrido a ellos sería gloria bendita, pero como no, pues leña. Yo, que debo ser lego en la materia, no sé qué tiene de extraño –sí de extraordinario- organizar un via crucis un domingo de cuaresma en Sevilla con la participación de catorce hermandades con sus correspondientes pasos representativos  de los momentos de la pasión. Si a las hermandades se les ocurre sacar catorce via crucis cada una por separado, como los que nos asolan todos los fines de semana por estas fechas a los vecinos del centro, pues entonces bien, y que nadie les tosa. Si se le ocurre a Palacio, entonces la cosa varía.
Que conste que no soy muy partidario de este tipo de actos, aunque estuve en Madrid en la JMJ y puedo hablar con mayor conocimiento de causa que los que lo hacen de oídas. Pero si el Arzobispo de Sevilla hace esta propuesta a las hermandades ¿a qué viene tanta escopeta cargada?¿cómo se puede decir que el Arzobispo utiliza a las hermandades? ¿es que las hermandades no estamos al servicio de la Iglesia?¿es que es un desafuero pretender un acto de gran repercusión incluso mediática en un mundo en el que la tendencia es a que la religión desaparezca de la vida pública? Se podrá decir que la primera desmesura es la de Monseñor Asenjo, pero yo veo mucho más desmesuradas las críticas que se han dirigido a la iniciativa desde su mismo anuncio.
El error no creo que esté tanto en la idea como en su ejecución. Y ahí entran ya una serie de señores que se suponen que tienen que saber mucho de cofradías -no en vano las representan- y que realizan una selección de hermandades con el pedestre criterio de contentar a todos los días, que no es otra cosa que a sus delegados para que queden bien con sus respectivos hermanos mayores, y no se pueda decir que unos tienen más mano o más influencia que otros. Criterio que siempre me pareció pueril y absurdo, pero que cuenta mucho en este tipo de decisiones en el Consejo. Luego vino el problema meteorológico, que por las características del acto conjunto tenía que tener un tratamiento muy diferente del que se suele en el caso de decisiones aisladas de cada hermandad, y tampoco en esto estuvieron acertados ni  el Consejo ni algunas juntas de gobierno. 
 Dicen que la mañana del domingo fue “de locos”. No lo se porque estuve en mi hermandad participando en la celebración de la misa y teniendo después una reunión con un grupo de jóvenes que jurarán este año las reglas por alcanzar la mayoría de edad. Con eso me evité el disgusto, no tuve tiempo de estar pendiente de chascarrillos ni de lo que ha dicho uno y lo que ha dicho el otro. No me enteré de nada. Sólo pasada ya la una de la tarde alguien me dijo que se habían suspendido las salidas de los pasos. Me extrañó entonces ver a tanta gente agolpada a la puerta de Santa Marina cuando regresaba a casa. Después supe lo que pasó. En mi opinión la actuación de la hermandad no fue acertada, y es indicativa de que tras la mejor de las voluntades nos encontramos con una gran empanada mental (falta de formación le llaman) acerca  del sentido que tiene todo esto. Los sentimientos se impusieron  a la razón. Pero tampoco pasa nada grave. No es para rasgarse las vestiduras. Hay que ponerse en la piel de la gente –equivocada, pero de buena fe- de Torreblanca, y buscar las responsabilidades en otra parte.
Puedo decir que hubo otras hermandades que en mi opinión tampoco estuvieron a la altura, y sin embargo nadie se ha enterado. Con todo pienso que la jornada fue singular y en positivo. Las muchísimas personas que, incluso de fuera de Sevilla, acudieron a la cita, a cada una de las iglesias y también a la Catedral, dieron un testimonio ¿de fe?¿de afición?¿de sentimiento? ¿de curiosidad? ¿puede eso medirse?¿puede diferenciarse con nitidez si no es en la intimidad de cada uno? ¿acaso puede apreciarse mejor  bajo la cobertura de un antifaz?¿es que todo el que asiste a nuestras procesiones de Semana Santa lo hace impregnado de fervor religioso?¿vamos por eso a dejar de salir? ….Si las hermandades tenemos este poder de movilización es lícito aprovecharlo. Lo que habría es que saber hacerlo mejor, encauzarlo hacia lo que realmente importa. Pero eso no lo conseguiremos perdiéndonos en discusiones absolutamente anecdóticas y secundarias y en furibundas diatribas de unos contra otros. Esto es lo que verdaderamente puede escandalizar y en lo que habría que trabajar para corregir en el futuro. Si de alguna manera es posible reconducir esto a sus debidas dimensiones, desde luego no es con actitudes tremendistas, sino poniendo mucha cordura y mucha mesura por parte de todos.

sábado, 16 de febrero de 2013

LIPASAM: LECCIONES DE UNA HUELGA


Han coincidido casi en el tiempo la finalización del conflicto de la basura y el milagro de la luz que nos anuncia la cercanía de la esperada primavera. Con esto corremos los sevillanos el riesgo de pasar a volcarnos  en ocupaciones más gratificantes y olvidarnos de todo lo ocurrido. Me parece  sin embargo  que no deberíamos pasar página de  la experiencia sin antes sacar algunas conclusiones de cara al futuro.
La primera es que ha quedado claro quién defiende los intereses generales de la ciudad (Zoido) y quién no está (Espadas y Torrijos) sino para poner palitos en las ruedas del carro que mal que bien va sacándonos de la situación de ruina en que la anterior corporación dejó las arcas municipales. Sin duda lo mejor que le podía pasar al gobierno municipal popular en esta difícil operación  es la calamitosa oposición de la que disfruta, la única que pueden plantearle estos dos desacreditados pancartistas.
La segunda es que al parecer las huelgas, sin trampas, no funcionan. Cuando no son los “piquetes informativos” de las últimas huelgas generales, son los sabotajes de esta, que han impedido en buena medida la prestación de los servicios mínimos. No puede reclamarse la huelga como un derecho fundamental, y actuar al margen de la ley en su ejercicio para conseguir un mayor efecto, porque con ello se pierde cualquier legitimidad en la protesta.  En democracia deberíamos acostumbrarnos a que las cosas no se pueden defender por la fuerza, y la ciudadanía en general debería rechazar, como ha ocurrido en este caso, este tipo de reivindicaciones.
Otro aspecto relacionado con el anterior que ha saltado a la vista en este conflicto es que determinados colectivos están controlados por auténticas mafias. A ver quién es el guapo, o la guapa, que en este tipo de  contextos se opone a lo que decidan “los compañeros”. ¿Cómo se explica si no el radical cambio de decisión de la plantilla producido cuando se votó en secreto?¿Tienen realmente estos trabajadores libertad para ejercer sus derechos en un sentido o en otro?¿Puede el poder político ceder a presiones de este tipo? Indudablemente no, pero ya vemos aquí de qué parte se han puesto los partidos de la oposición.
Podíamos seguir analizando una larga lista de aspectos (el papel de la Junta de Andalucía, la fijación de servicios mínimos y su posterior rectificación por el TSJA, la falta de paridad entre los perjuicios infringidos a la ciudad y los sufridos por los huelguistas….), pero en mi opinión el más relevante es que ha quedado meridianamente claro que el carácter público de la empresa de limpieza municipal sólo beneficia a sus privilegiados trabajadores que se lucran de un variado y extenso muestrario de bicocas recogidas en su convenio colectivo, fruto conjunto de la acumulación de presiones anteriores y la falta de sometimiento a competencia que les proporciona tan ventajoso status.
El carácter público de una empresa de esta naturaleza sólo puede defenderse por alguna de estas tres razones: porque se preste mejor servicio, porque sea más barato, o por cuestiones ideológicas. A la vista está que ni LIPASAM presta a los sevillanos un mejor servicio de lo que lo haría una empresa privada, ni resulta más barato, precisamente porque los políticos son, salvo excepciones, remisos a quemarse con reivindicaciones laborales, y prefieren ceder ante ellas tirando un dinero que al fin y al cabo “no es de nadie”. Si las dos anteriores fallan, sólo nos queda la razón (sinrazón) ideológica, la defensa cegata y a ultranza de “lo público” como paradigma de todos los bienes, cuando la realidad nos demuestra en tantas ocasiones que cuando no es foco de corrupción  lo es despilfarro, o ambas cosas a la vez.
Por eso me gustaría que alguna vez nos dieran la oportunidad a los sevillanos, que somos mayorcitos,  de pronunciarnos, libremente y sin presiones de alborotadores callejeros, si queremos seguir manteniendo un servicio malo y caro, o preferimos librarnos de él, y articular  nuevas fórmulas que no nos supongan una carga permanente a todos los ciudadanos para  beneficio exclusivo de unos pocos y satisfacción del capricho ideológico de otros cuantos. 

viernes, 8 de febrero de 2013

DOS POR UNA



En ningún sitio está escrito cuánto debe durar una ópera. Como tampoco lo está lo que debe durar una sinfonía o un concierto para piano. Por eso las hay de extensísima y de reducida duración. De entre las que conozco, la más larga es el “San Francisco Javier” de Olivier Messiaen, con sus buenas seis horas de música. En el otro extremo hay un ramillete de obras de reducido tamaño como puedan ser las del tríptico pucciniano (“Il tabarro”, “Suor Angelica”, “Gianni Schicchi”), “El niño y los sortilegios” y “La hora española” de Ravel, “Iolanta” de Tchaikovsky o “El enano” y “Una tragedia florentina” de Zemlimsky, entre las que recuerdo ahora mismo.

Pero la duración media suele estar entre las dos y las tres horas. Es quizá por eso que el público, cuando va al teatro, no espera menos de la función. Con lo cual, cuando se abordan obras de pequeño formato lo habitual suele ser doblar el programa. Cosa que yo no acabo de entender bien el por qué siempre se haga así, ya que al fin y al cabo supone un cierto desmerecimiento de las dos obras, cuando quizá estas piezas, valiosas por si mismas, podrían ser un reclamo para el público reticente a pasar muchas horas en la  butaca. Pero el caso es que esa es la costumbre, y no parece que nadie vaya a cambiarla. Con lo cual se hace necesario concertar matrimonios operísticos. De entre ellos, uno de los más afamados y estables es el que une a las óperas “Cavalleria rusticana” de Pietro Mascagni y “Pagliaci” de Ruggero Leoncavallo, que se representan como pareja bien avenida en todos los rincones del globo desde hace décadas. Pues bien, estos días se ha dado en Sevilla uno de los adulterios más sonados que a este respecto puede haber, puesto que la inseparable pareja ha sido rota en el teatro maestrante, donde se representa la ópera de Mascagni, no con su acompañante habitual, sino con una obra bien desconocida (estreno en España) del checo Leos Janaceck titulada “Sárka”. 
A mi, puestos a romper matrimonios, me hubiera gustado ver, en el lugar de la ópera desplazada, “La vida breve” de Manuel de Falla, por ejemplo, pero a la dupla venía impuesta por la producción procedente del Teatro de La Fenice de Venecia, firmada por el cineasta italiano Ermanno Olmi. Así que frente a la mayor homogeneidad temática y de estilos de las obras de amor y celos meridionales, en esta ocasión se apostó por los contrastes, aunque siempre con el tema del amor y la muerte como eje central. El amor mítico y legendario frente al amor terrenal y humano. La leyenda medieval frente al drama decimonónico. El brumoso bosque bohemio frente a la salada claridad siciliana. La partida la ganó, creo, claramente el sur, y no porque la obra de Janacek carezca de mérito, pero para empezar, si unas obras destacan en el repertorio más que otras es porque gozan de mayor favor del público, y eso es por algo, a lo que se une el que en esta ocasión varios factores jugaron en su contra.
Sin ánimo de exhaustividad, como diría un conocido presentador radiofónico, vamos con la música: Roman Sadnik (Ctirad) es simplemente el peor cantante que he visto en veinte años en el Maestranza. Siento mucho decirlo, pero es así. Aquí no somos muy dados a abuchear, y algunos le abuchearon. Viorica Cortez ya no está para cantar. Le salva su encaje perfecto con el personaje de Mama Lucía, pero nada más. José Ferrero me decepcionó en parte. No es que estuviera mal, pero esperaba más de él, después de su comparecencia wagneriana el pasado año. A lo mejor es que tengo todavía en el oído el Turiddu que le escuché recientemente a José Cura en Lieja, y el argentino es uno de los mejores intérpretes del personaje. Mark S. Doss fue el único que dobló en los dos repartos (Premysl y Alfio). Cumplió, pero su voz me resultó algo tosca. El papel de Sárka, la amazona protagonista de la primera obra,  fue magníficamente encarnado por Christina Carvin….And the winner is…..Dolora Zajic!!. Volvió a impresionar con su Santuzza, como ya lo hiciera como Princesa de Éboli en “Don Carlo” y fue la más destacada y aclamada de la noche. El coro, mejor también en “Cavalleria..” que en “Sárka”. Es que cantar en checo tiene que tener su aquél. Y en cuanto a la dirección de Emilio Serrate me pareció un tanto superficial, poco meditada y matizada en “Sárka”. Muy diferente en “Cavallería..”, bastante más brillante.
En definitiva una velada de contrastes. Me da la impresión de que no será de las que se recuerden especialmente. Pero hay que agradecer no obstante la oferta de títulos menos conocidos, pues esto enriquece y distingue, aunque no siempre salga redondo.

NOTA DEL AUTOR: Perdón por las faltas, pero he renunciado a la imposible ortografía checa, porque no encuentro los signos en mi ordenador.

sábado, 2 de febrero de 2013

EL TRASFONDO DE LA CRISIS


Asistí el martes pasado a la conferencia impartida por Manuel Pizarro dentro del ciclo de “Las charlas de El Mundo” que se llevan a cabo habitualmente en el Hotel Los Lebreros (de grata memoria para mi) organizadas por el periódico del que soy suscriptor en la red.
Esta vez sí fue posible escuchar al conferenciante, puesto que ningún grupo de vándalos lo impidió. Si acaso más cerca estuvieron de reventar el acto los preguntadores-disertadores que se concitan en este tipo de eventos, y que en vez de preguntar al invitado se dedican a largar sus propios e insufribles  discursos. Les recomiendo que se hagan un blog, como yo, y así evitan dar la tabarra al personal en general, reduciendo los daños a los masocas que quieran voluntaria y temerariamente leernos.
Pizarro, que quedará fijado en nuestra memoria por aquél célebre debate con el mendaz Pedro Solbes anterior a las elecciones generales de 2008, es una persona de un altísimo nivel intelectual, que tiene las ideas muy claras, y que las expone con la misma y didáctica claridad, cosa que en política a la vez se echa tanto en falta y cotiza tan poco. Nos habló de su visión de la crisis, que en su opinión tiene tres componentes: la crisis financiera internacional, el déficit institucional europeo, y la falta de competitividad de la economía española.
Sobre la crisis financiera internacional, advirtió que, a pesar de las apariencias está aún lejos de haber sido superada, o al menos podría haberse hecho en falso.¿El motivo? Wall Street no se ha limpiado suficientemente. Para el buen funcionamiento de una economía de mercado es imprescindible que libertad y responsabilidad vayan estrechísima e indisociablemente unidas. El que acierta en su libre elección tiene que ganar y el que se equivoca tiene que perder. Si las cosas ocurren de otro modo el sistema colapsa. Y en WS, y no digamos en España –esto lo digo yo-, muchos de los responsables del caos financiero se han ido de rositas, lo cual no es sino un incentivo para volver a repetir experiencias.
En cuanto a la Unión Europea dijo algo que ya se ha apuntado modestamente en este blog: existe un problema de gobernanza en Europa que tiene que resolverse para que el euro pueda funcionar de manera adecuada. No existe referencia previa de una moneda que no vaya respaldada por una autoridad económica, y eso a día de hoy, en la Unión, no existe, o está, en todo caso, muy poco desarrollada.
Por lo que hace a España expuso el conocido mecanismo por el que en épocas anteriores nuestros problemas de competitividad se resolvían acudiendo al cómodo pero pernicioso mecanismo de la devaluación, cosa que hoy no es posible. De ahí que haya que incidir en otros factores, como son la mejora de la educación para ganar en calidad, la reducción del coste energético, o la reforma de las administraciones públicas para reducirlas y hacerlas más eficientes. “La mejor ayuda que puede recibir un empresario de un político –dijo- es que lo dejen en paz. El que sabe cómo ganar dinero lo que necesita no son subvenciones, sino que no le pongan muchas trabas”.
Sus recetas fueron, evidentemente, liberales. Pero recordando que el auténtico liberalismo tiene un alto componente ético. Por eso,  antes que nada, Pizarro subrayó y enfatizó que para superar la crisis es necesario ante todo y sobre todo un rearme moral de toda la sociedad, y no sólo de la clase política, porque es la falta de ética y moralidad la que está en el fondo de todo lo que nos está pasando. A la vista está.