martes, 30 de octubre de 2012

THAÏS: DOMINGO EN EL MAESTRANZA


Anteayer fue el estreno de mi temporada de ópera en el Maestranza, por cierto el mismo día que asistió Cayetana de Alba, perseguida como siempre por la prensa rosa. Se representaba la obra “Thaïs”, del compositor francés Jules Massenet, con libreto de Louis Gallet. Una historia en que se enfrentan  el ascetismo y la sensualidad, el amor espiritual y el amor carnal, cuyos protagonistas comienzan en una posición para terminar cada uno de ellos justamente en la opuesta, paradójicamente por la mutua influencia que ejercen el uno sobre el otro al  cruzarse en sus respectivos caminos de evolución. Se pueden hacer las interpretaciones que se quieran, pero me resulta llamativo que en el programa de mano, al interés que el monje Athanaël siente por la conversión al cristianismo de la sacerdotisa de Venus Thaïs, dedicada a la prostitución sagrada, se le llama fanatismo. ¿Cómo le llamamos entonces a la campaña del Ayuntamiento en contra del sexo pagado?¿Podríamos ver en Zoido un fanático eremita ocupado en la conversión de todas la hetairas de la ciudad?
Tenía lógicamente expectación por escuchar de nuevo a Plácido Domingo en directo, después de no sé cuántos años de ausencia como cantante de nuestro teatro (la última vez también con una ópera de Massenet como “El Cid”, aunque sí que vino más recientemente como director de una Traviata). Pero también a la georgiana Nino Machaidze, una de las sopranos más aclamadas del momento -desde su irrupción en Salzburgo sustituyendo inesperadamente nada menos que a Anna Netrebko en una representación en 2008-,  nueva en esta plaza. Para los que no lo sepan, la Machaidze viene de triunfar este año una vez más en el festival salzburgués (Musetta), y sus próximos compromisos son en el MET neoyorkino, el Liceo barcelonés o la Staatsoper vienesa. Como era de esperar, ninguno de los dos decepcionó. Plácido interpretó con maestría insuperable el papel de Athanaël, en un registro, el de barítono, que no es en el que ha desarrollado su dilatadísima carrera artística, pero al que  su portentosa capacidad vocal –ha cantado desde Haendel hasta Wagner- y  forma de decir la música  le permite adaptarse a la perfección. Demuestra además valor y confianza plena en sus posibilidades el tenor madrileño al ponerse al lado de una partenaire de primer nivel y a la que más que dobla la edad. Como contrapunto al ascetismo del protagonista masculino, Matchaidze encarnó una Thaïs de espléndida belleza física y vocal, con exquisito gusto en el canto, y brillante en todos los aspectos.
El resto del elenco dio cumplida réplica, especialmente Antonio Gandía (Nicias), y en el foso, la ROSS dirigida por Pedro Halfter ofreció las prestaciones que suele, sobre todo en este tipo de repertorio,  con mención especial al famoso pasaje de la “Meditación”. No se quedaron atrás el  coro y algunos de sus componentes que intervinieron como solistas.
Sobre la producción (Nicola Raab), deslocalizada de la Alejandría del siglo III d.C. a la Francia imperial, choca de principio la transformación del cenobio monacal en una logia masónica, pero aparte de las incongruencias con el libreto que siempre presentan este tipo de planteamientos, resulta de  una gran vistosidad, con efectos escénicos llamativos y una gran riqueza de vestuario (Johan Engels).
Un espectáculo en suma de altísimo nivel, que  debemos al buen hacer de la dirección del teatro, en estos momentos de asfixia financiera, y al gesto de Plácido Domingo para con la ciudad, a la que ha traído un festival que contribuirá a ponerla en los circuitos internacionales de la música (se notaba la presencia en la sala de más personal foráneo del habitual). Sólo una pega ¿por qué una ópera en un  domingo de otoño tiene que empezar a las 20,30, para que el personal esté deseando salir corriendo nada más terminar el último acorde?


sábado, 27 de octubre de 2012

¿PARA QUÉ LA FAMP?


He percibido cierto desconcierto por la decisión del Partido Popular de abandonar la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP).  El personal  no esta acostumbrado a que gente de orden, como se le presupone a los peperos, se vaya de ningún sitio dando un portazo, como esta semana pasada ha decido la formación política liderada por Zoido. Lo usual es tragar con carros y carretas  ante los desmanes de los señoritos del régimen “para que no se diga”. Pero esta vez no ha sido así. Hasta dónde habrá llegado la cosa.
Creo que en parte es también debido a que existe bastante confusión al respecto, que conviene aclarar. La  FAMP es una entidad constituida al amparo del derecho de asociación  que agrupa a las entidades locales andaluzas (municipios, diputaciones, mancomunidades..) que voluntariamente se adhieran a la misma. No es por tanto un órgano institucional de la administración, ni estatal ni autonómica ni local. Se fundó en el año 1985 y desde entonces, que ya ha llovido, ha estado  controlada por el PSOE, como partido hegemónico que ha sido en las entidades locales afiliadas, que son el 99% de las de la Comunidad Autónoma. Pero tras el vuelco producido en las últimas elecciones municipales, el PSOE no se da por enterado y pretende seguir mandando en su chiringuito, al que después de tanto tiempo, le han cogido especial cariño, lo que ha provocado el lógico enojo popular. Pero hay por tanto que precisar que quien abandonará la FAMP no será el Partido Popular, sino las corporaciones locales en que este tenga mayoría para adoptar el correspondiente acuerdo de causar baja.
Conforme a lo anterior, a Mario Jiménez -el chico de los recados de Griñán- que ha salido corriendo a afear el supuesto carácter antidemocrático del PP por esta decisión, habrá que recordarle que el primer derecho democrático en una entidad de carácter asociativo como la FAMP es el de pertenecer o no a la misma. Si te gusta te apuntas, y si no te gusta te vas y ya está, y eso es tan democrático como quedarte. Si no es mucho pedir, que se lea el sr Jiménez los estatutos antes de dar lecciones de nada ni de repartir o retirar carnets de demócratas.
Llegados a lo cual lo que debemos preguntarnos los vecinos de aquellos municipios que supuestamente  van a salir de la FAMP en los próximos meses no es si es democrática o no, que lo es, sino  si vamos a vernos afectados por esta decisión. La respuesta es bien sencilla: absolutamente en nada. O mejor dicho, vamos a ganar que el dinero que nuestro ayuntamiento pagaba como cuota de afiliación se pueda  destinar a otros fines más productivos. Porque la FAMP es uno de esos engendros perfectamente prescindibles, que sólo obedecen a la estrategia de creación de organismos paralelos a los de la administración para solaz de políticos aburridos y mantenimiento de las redes clientelares, con nuestro dinero y sin el debido control. No tiene, como ya hemos dicho, ningún tipo de competencias administrativas. Sus fines son perseguibles sin su concurso, a través de otros mecanismos. Los servicios que pueda prestar la federación a sus afiliados, a los ayuntamientos grandes les sobran, y a los pequeños, para eso están las Diputaciones y Mancomunidades, por lo que son redundantes. Por lo demás, alberga en su seno otra serie de tinglados de utilidad tan dudosa como un conjunto de redes (ojo al dato: Red Andaluza de Ciudades Saludables, Red Andaluza de Desarrollo Local, Red de Ciudades Sostenibles de Andalucía,  Red Andaluza de Municipios Libres de Violencia contra las Mujeres) cada una de ellas supuestamente con sus correspondientes “pescadores”, y un buen surtido de observatorios (Observatorio Electoral desde la Perspectiva de Género, de Participación Ciudadana, de Salud desde lo Local, de la Cultura Local en Andalucía, o de Políticas Municipales para la Igualdad de Oportunidades de Mujeres y Hombres), que digo yo que algunos aficionados al voyerismo debe haber allí, para que les guste tanto mirar.
En definitiva la decisión del PP  me parece perfectamente justificada, y no cabe  sino aplaudirla, aunque mejor hubiera sido que la razón para ello fuese la inutilidad del organismo, y no el coyuntural hecho de no poder controlarlo a causa de las maniobras torticeras del adversario político para retenerlo bajo su dominio. Esperemos por tanto que el asunto no tenga marcha atrás, y que en un futuro no muy lejano la FAMP desaparezca totalmente, como tantos otros entes injustificables en los que se tira miserablemente nuestro dinero para exclusivo lustre y beneficio de unos cuantos políticos y sus amiguetes.

viernes, 19 de octubre de 2012

ELOGIO DE LA POLITICA


Uno de los rasgos característicos de la situación que vivimos es la queja generalizada y creciente acerca de los políticos. Pero no podemos olvidar que si queremos democracia tiene que haberlos, porque son consustanciales a ella. Son los que personifican la existencia de diversas opciones, hacen posible su contraste y en definitiva permiten elegir cívicamente entre ellas las que a la mayoría parezcan más adecuadas. Las alternativas son la dictadura (Franco recomendaba: “haga usted como yo, no se meta en política”) o la revolución (para Marx la política es impotente), soluciones ambas que las personas amantes de la libertad y la moderación rechazamos por razones obvias.
Dice Popper que la democracia es el sistema en que los gobernados pueden liberarse de forma relativamente fácil de los gobernantes, a través de elecciones, por contraposición a la tiranía, en que esa liberación generalmente sólo puede producirse a través de la violencia. De lo que no pueden sin embargo liberarse los gobernados en democracia, esto lo digo yo,  es de los políticos. Podrán echar a unos pero tendrán que elegir a otros. Es una de las servidumbres de la democracia: que te tienes que ocupar de ella. Ya decía Pericles que “el ciudadano ateniense no descuida los asuntos públicos por atender sus negocios privados…No consideramos inofensivos, sino inútiles, a aquellos que no se interesan por el Estado…”.
         La restauración de la democracia en nuestro país suscitó el interés por la política de muchos y muy cualificados ciudadanos que apreciaron en lo que vale, tras tantos años de privación, esta forma de participación en la vida pública. Pero esta primera hornada de políticos, que hicieron posible  nuestra bien afamada transición,  desapareció de escena, por ley de vida, y sin que se sepa bien cómo ni por qué, aunque algunas pistas pueden tenerse, comenzaron a ser sustituidos por sucesivas camadas en las que el nivel iba descendiendo vertiginosamente. De manera que lo que entonces era percibida como una ocupación honrosa, hoy se mira con especial recelo, y está tan envilecida que pocas personas que hayan alcanzado prestigio en su vida profesional están dispuestas a involucrarse en ella. Como consecuencia de ello, salvo honrosas excepciones, la categoría media de la clase política ha descendido muchos escalones, y esto lo sufre el país.
¿Qué podemos hacer ante esto los ciudadanos? Lo primero, se me ocurre, es no caer en la conclusión simplista de que “todos los políticos son iguales”, porque no es cierta. Dentro de la devaluación general, hay que admitir que existen  personas más  honestas y más preparadas que otras  entre las que se ocupan hoy de los asuntos públicos, y nuestra primera tarea sería tomarnos la molestia de separar el grano de la paja, y no meterlo todo en el mismo saco. Lo segundo es, en contra de lo que hoy propugnan muchos, tomar un papel más activo en política, y no precisamente  pasar de ella. No basta con quejarse. Hay que ser capaces de construir alternativas si lo que hay no nos convence. Lo que no se puede pretender es articular la vida pública a base de pancartas y de pataleta momentánea. Decir simplemente no sin plantear alternativas compartibles por amplios sectores no lleva a ninguna parte. O mejor dicho, sólo nos puede llevar a un remedio que sea peor que la enfermedad.
En un sistema democrático los ciudadanos no podemos decir que seamos ajenos a toda responsabilidad respecto de la clase política que tenemos. Me parece a mi que en parte hemos hecho dejación de esa responsabilidad y esto ha permitido que se nos cuelen una serie de sujetos sencillamente impresentables. Lo ha dicho en estos días Rosa Díez: "cuando los ciudadanos pasan de la política llegan a las instituciones políticos que pasan de los ciudadanos". Eso es lo que tenemos que evitar.

martes, 9 de octubre de 2012

TARDE DE OTOÑO


Hay algunos rincones en  los alrededores de Sevilla por los que me gusta perderme de vez en cuando, ya sea caminando o en bicicleta, solo o con familia y amigos. Bueno, lo de perderme es un decir, aunque algunos que han venido conmigo sí se han perdido ¿verdad Carmen?

 Uno de esos parajes está en el Parque Natural de la Sierra Norte, a mitad de trayecto entre Castilblanco y Almadén de la Plata, en pleno Camino de Santiago. Allí acudo desde hace varios  años habitualmente por estas fechas, finales del verano, principios del otoño, a disfrutar del espectáculo sonoro de la berrea del ciervo.  Es un lugar perfecto para dar un paseo a  la caída de la tarde, cuando el olor de la jara y el romero se hacen más perceptibles, por un sendero fácil y cómodo que nos lleva bien hasta una pequeña laguna a la que pueden acudir los animales a beber, bien  hasta un mirador desde donde se domina una buena extensión de terreno agreste. Se pueden  avistar bastantes ejemplares, tanto hembras, como crías, e incluso machos con sus hermosas cornamentas.



Esto dependerá en parte de un factor de suerte –se pueden encontrar a veces incluso junto a la carretera, sólo separados por la alambrada que circunda el parque- y en parte de la habilidad que uno tenga para distinguirlos entre la arboleda, a pesar de su gran mimetismo con el paisaje. Pero lo que está asegurado es la audición del concierto de bramidos que los misteriosos machos emiten  desde los lugares más escondidos,  rompiendo la paz y el silencio del bosque de encinas y alcornoques en esta hora en que los colores se desvanecen. Incluso cuando ya es imposible verlos porque se ha echado la noche, los sientes que están allí muy cerca, empleados en sus ritos de apareamiento  a los que el sabio reloj de la naturaleza los empuja nada más caer las primeras lluvias de la temporada.



Este año la visita fue fructífera. Pudimos verlos de cerca  y escucharlos, y además la noche sin luna y sin nubes nos regaló un espectacular cielo estrellado como pocas veces he tenido ocasión de contemplar. Lástima que mi cámara no pueda dar fe de esto último. El que quiera verlo, que se de el paseo. Si le gusta la naturaleza no le defraudará.


(Por cierto, en el plano negativo, no os fiéis de los del INFOCA, que aunque anden por allí mano sobre mano -y que siempre sea así- si tenéis algún problema pasarán de vosotros olímpicamente).


viernes, 5 de octubre de 2012

A CONTRA ESTILO


Tuve hace unos años la oportunidad de mantener una breve conversación con Cristóbal Montoro con motivo de un encuentro celebrado en Sevilla con profesionales de diversos sectores, cuando él era responsable de asuntos económicos en el Partido Popular, entonces en la oposición.
Me pareció una persona que tenía las ideas muy claras en cuanto a que un gobierno, para mejorar la situación económica, tiene que apoyar y apoyarse en los sectores más dinámicos de la sociedad. Aunque esto esté fuera de lo políticamente correcto decirlo, venía a traducirse en que el gobernante en un momento de crisis a quienes fundamentalmente tiene que incentivar es a aquellos que pueden tirar del carro, que son los que podrán sacar a flote a todos los demás.
Montoro ya había sido fiel a este principio en su anterior etapa como ministro, entre otras cosas porque hizo algo por lo que siempre tendremos que estarle agradecidos los profesionales y empresarios autónomos en nuestro país: eliminar el Impuesto de Actividades Económicas para estos colectivos. Un impuesto que gravaba el mero ejercicio de un trabajo o actividad empresarial. Antes de aquello fui especialmente combativo con este engendro impositivo, sobre el que tengo publicado incluso algún artículo académico en el que cuestionaba su constitucionalidad, puesto que se trataba de un gravamen no sobre la renta o rendimiento del trabajo, sino sobre el trabajo en sí. Es decir, los profesionales teníamos que pagar por trabajar, y no sólo por lo que ganásemos trabajando. El que tuviera la iniciativa de trabajar por su cuenta, en vez de esperar a que alguien le diera trabajo, tenía que empezar pagando. Con esto acabó el gobierno de Aznar, siendo entonces Montoro ministro de Hacienda.
Esto para mí ya era bastante para tener la mejor opinión de este señor, al que lógicamente voté como cabeza de lista del PP por Sevilla en las últimas elecciones generales. Motivo por el cual ahora me sorprende más que D. Cristóbal parezca haberse convertido a la socialdemocracia  en esta su nueva etapa ministerial. Desde que ha vuelto al Gobierno, en lugar de quitar impuestos, como hizo antes, lo que ha hecho es subirlos, y me temo que tiene toda la pinta de no dudar en seguir haciéndolo si no le cuadran las cuentas. Si las primeras medidas en este sentido nada más tomar posesión del cargo podían tener el pase de la herencia y el déficit oculto, las de este año y las previstas para el que viene ya no tienen excusa.
El proyecto de presupuestos para el año próximo no trae sino más de lo mismo, es decir, de lo mismo que hizo Zapatero –cuando se dio cuenta de que había crisis- y de lo mismo que viene haciendo este Gobierno: más gastos, más impuestos y menores servicios. ¿Se puede hablar de austeridad cuando crecen los gastos un 6.3%?¿Se puede hablar de austeridad cuando la deuda pública se va a disparar hasta el 90% del PIB? Aquí la austeridad sólo es para nosotros, los sufridos ciudadanos, que pagamos más y recibimos menos, pero el Estado sigue sin reducir sustancialmente su hipertrofiada estructura.
En contra de lo que me transmitía cuando aquella conversación, hoy parece que Montoro cree que subiendo los impuestos va a recaudar más, cuando lo único que está haciendo es que la gente aquella en quien él confiaba para activar la economía no tenga la más mínima posibilidad de hacerlo. Porque crédito no van a tener mientras sea el Estado, con su endeudamiento galopante, el que acapare los escasos recursos financieros, y encima la presión impositiva hace que lo único que crezca sea la economía sumergida.
Esperaba yo de Montoro otro tipo de recetas contra la crisis. A lo peor es que la situación no lo admite, pero así me temo que no vamos a hacer que esa situación cambie. Y que conste que no estoy hablando de gastar más dinero como “estímulo”, como se pide desde otras instancias,  sino, muy al contrario, de reducir el improductivo y onerosísimo  sector público y de dejar respirar al sector privado, que es el que verdaderamente tiene capacidad de crear riqueza. Estoy seguro que el ministro piensa lo mismo. Sólo hace falta que ponga esas ideas en práctica...en cuanto las circunstancias lo permitan.

lunes, 1 de octubre de 2012

¡VAMOS MI SEVILLA!


Tengo bien definidas desde pequeñito mis preferencias futbolísticas, igual que, supongo, otros rasgos característicos de mi personalidad. Es una ventaja que tenemos los sevillanos de no tener que ir muy lejos a buscar nuestros colores. Yo, niño de Nervión, crecí oyendo rugir el Pizjuan las tardes de domingo –cuando los partidos se jugaban a horas decentes- antes que el estadio estuviese siquiera terminado, y a pesar de que entonces lo más que ganábamos era “er Trofeo” allí me quedé enganchado (qué suerte ¿no?) hasta que llegaron los tiempos gloriosos que recientemente hemos disfrutado. No suelo sin embargo aquí en la red  hacer ostentación de mi pasión futbolera, más que nada para no aburrir a mis amigos béticos, a quienes tanto quiero.  Pero hoy haré una excepción y escribiré de fútbol para desconectar un poquito de la política, que tan pocas alegrías nos proporciona,  aprovechando que mi equipo vuelve a transmitirme las  buenas vibraciones que había perdido.
Porque tras dos temporadas más bien flojitas, en que se fue cayendo progresiva y paulatinamente en la vulgaridad,  el Sevilla parece que vuelve a tener la impronta de equipo importante que vino luciendo por España y por Europa en el lustro largo más brillante de su centenaria historia. Y que conste que no tengo ningún reparo en reconocer que  yo no daba un duro por este proyecto, que por diversas razones, en las que no me voy a detener, me parecía de saldo.
Pero en el partido (¿internacional?) del sábado, unido al de hace dos semanas en el mismo escenario,  se demostró que hoy por hoy el Sevilla puede ganarle a cualquiera, incluidos Madrid y Barcelona, menos a los árbitros. El once sevillista  mostró seriedad,  orden y unas ideas muy claras, que le sirvieron para imponerse al mejor equipo del mundo mientras jugaron en igualdad de condiciones.  Entre los jugadores destacables –todos en verdad- llamó mi atención lógicamente la aportación de  los nuevos fichajes, como Maduro, Botía y Cicinho. Pero más aún me sorprendieron gente como Spahic y Rakitic, que la temporada pasada ni estaban ni se les esperaba, y a los que sin embargo vi enchufadísimos y comprometidísimos. Esperemos que el  reenganche con la causa de estos futbolistas –del que hablaban los técnicos y yo no creía-  no sea flor de un día y den a lo largo de toda la temporada el rendimiento que les es exigible.
Mas cuando mejor pintaba para el Sevilla aparecieron Fábregas y Lahoz. El primero comenzó marcando un gol de clase indiscutible. Pero a continuación demostró que se puede ser un excelente futbolista y un pésimo deportista al mismo tiempo. Cesc se reveló como una delicada damisela que se desmaya -¡ay!- sólo con tocarla. O al menos es el papel que interpretó a la perfección. Para luego venir a los periodistas con la cantinela de una niña tonta “a ver si te lo hubieran hecho a ti”. En definitiva, lo propio de un chiquito consentido y mal criado que es lo que es este señorito. Eso sí que es antideportividad, y sin embargo no se castiga.
En cuanto a Lahoz se comportó como esos jueces a los que les cabe todo –de los que hay unos cuantos por ejemplo en el Tribunal Supremo- pero curiosamente casi siempre a favor del delincuente y no de la víctima. En el caso de Medel no dudó ni un momento a la hora de mostrar la tarjeta roja a pesar de no haber visto el incidente con el tramposo teatrero, que es quien provoca al chileno. Sin embargo la mano de Thiago que precede al segundo gol azulgrana, delante de sus narices,  se la traga como si nada. ¿Alarmante falta de vista? ¿O es que estaba hipnotizado por el penduleo de la pelota que practican los azulgrana? A lo mejor es que como el Barcelona a veces hace un juego que más parece de balonmano que de fútbol, pues a la criaturita se le iría el santo al cielo y se le olvidaría qué tipo de partido estaba pitando. Lo que no es de recibo es  interpretar la involuntariedad de la acción, cuando el jugador controla y se lleva el balón, lo que de otra forma no habría hecho,  con la mano.
Fue en definitiva una lástima perder el partido de la forma que se hizo. Pero yo me quedo con la excelente imagen ofrecida y empiezo a creer que hay base para volver a hacer cosas importantes. No solucionaremos con esto la crisis, pero al menos nos levantará un poco el ánimo.  Un equipo que plante cara y que sea capaz de competir de tu a tu ante cualquiera es lo que queremos todos los sevillistas. Con esto y con un Pizjuan unido y sin absurdas banderías,  los resultados  llegarán sí o sí.